lunes, 14 de diciembre de 2015

Once Generaciones (II)


Ya hemos hablado de las posibles fuentes de información a la hora de hacer una investigación genealógica, y es el momento de explicar cómo poner esta información en orden. Hay en la Red ejemplos de árboles genealógicos muy trabajados, con un gran número de familiares, y uno se pregunta al verlos qué método habrán utilizado los autores para no liarse con la gran cantidad de lugares, fechas y parentescos… Sin ir más lejos, la base de datos de mi familia consta, después de dos años de duro trabajo, de 588 personas incluyendo desde los parientes más próximos hasta los tíos y primos más lejanos. El lápiz y papel sirven cuando estamos hablando de tres o cuatro generaciones, pero llega un momento en que te das cuenta de que necesitas un ordenador para gestionar esta ingente cantidad de información (precisamente por eso se llama ordenador). Hay distintos tipos de programas que se pueden usar, pero en mi caso, después de barajar varias opciones, decidí descargarme el Personal Ancestral File de la página web de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días.




Los mormones están muy puestos en temas de Genealogía, ya que una de las tareas que les encomienda su religión es la de realizar ceremonias por sus antepasados muertos no mormones en las que se les comunica el evangelio en el limbo de los espíritus en que residen, teniendo éstos la opción de aceptarlo o rechazarlo libremente. El término técnico es “efectuar las ordenanzas del templo” por sus ancestros, o también “sellar una familia” de antepasados, y es una especie de evangelización hacia atrás, con efectos retroactivos. Requisito fundamental para llevar a cabo este rito es conocer los datos relativos al ancestro en cuestión: nombre y apellido, lugar de nacimiento… Independientemente de que el antepasado acepte o no recibir post-mortem el bautismo en la fe mormona, y por tanto las llaves del paraíso, el descendiente se queda con la conciencia tranquila, porque ya ha cumplido su deber como buen mormón. En cuanto a si las dos generaciones llegan a tener comunicación directa desde el más allá en algún momento durante la ceremonia, no me preguntéis, porque no he llegado a tanto documentándome sobre este asunto.

La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (buf, esperad que tome aire) fue fundada por el estadounidense Joseph Smith en 1830, en 1894 constituyó la Sociedad Genealógica de Utah, en 1938 compró su primera cámara de microfilmación de documentos y hacia 1960 contrató expertos en computación y compró el primer ordenador, esfuerzos destinados a recopilar la mayor cantidad posible de información genealógica, guardarla y preservarla del paso del Tiempo. Los mormones tienen ya unos tres mil millones de nombres, extraídos de archivos de más de cien países distintos, en su base de datos; gran parte de esta información está accesible en la Red de forma gratuita. Los soportes originales, en distintos formatos, se guardan en una gigantesca cripta acorazada, a doscientos metros bajo tierra, en la Montaña de Granito de Utah, a cuarenta kilómetros de la ciudad mormona por excelencia, Salt Lake City. También en España han firmado convenios con el Ministerio de Cultura y se dedican a microfilmar o digitalizar gratis los libros de registros de los archivos de mayor interés, entregando a cambio a los responsables del archivo una copia de la digitalización al acabar su tarea. Están en Valencia desde los años 70, y tienen su sede (o Centro de Historia Familiar, como ellos lo llaman) en la calle Polo y Peyrolón.




Por supuesto, no necesitas pasarte por sus sedes ni hacerte mormón para descargarte el software de gestión de datos genealógicos, o para consultar sus archivos online. Yo me bajé el Personal Ancestral File (PAF, en forma abreviada) de su web en 2006 sin dar mis datos y sin ningún tipo de compromiso, aunque parece que actualmente la cosa funciona más en un entorno online llamado Árbol Familiar, para el que te piden que te registres con un nombre de usuario y una dirección de e-mail. Seguro que el PAF para usar en ordenadores sin conexión todavía se puede descargar en muchos sitios, pero ya no se ofrecen actualizaciones ni asistencia técnica, indicándose en su propia web varias posibles alternativas de otros programadores.

El PAF es una base de datos muy versátil, intuitiva y fácil de manejar. La visualización interactiva en pantalla permite organizar la información por grupos familiares o por ascendientes de la persona que elijas. Te permite guardar una gran cantidad de datos para cada individuo: nombre y apellidos, posibles apodos, fecha y lugar de nacimiento, bautismo, defunción y sepultura, causa de la muerte, profesión, descripción física, la dirección postal (y en caso de familiares vivos, el teléfono o el e-mail), fotografías, cualesquiera otras notas acerca de su vida y por último la lista de fuentes de las que se ha sacado toda esta información y su fiabilidad. También hay un apartado para las Ordenanzas de los Santos de los Últimos Días (lo que os comentaba antes sobre bautizar a los antepasados) que yo no utilicé. Cada vez que añades una persona nueva a la base de datos debes establecer las relaciones de parentesco directo con las personas ya registradas: padre y madre, cónyuge o cónyuges (indicando, si se dispone de ella, la fecha y lugar de matrimonio) e hijos e hijas en caso de tenerlos.




Lo bueno de este software es que, una vez metidos los datos, te permite imprimir muy distintos tipos de resúmenes y diagramas centrados en la persona o familia que elijas: resumen personal, árbol genealógico, grupo familiar, lista de ascendientes, lista de descendientes… Para cada uno de estos formatos se pueden modificar bastantes parámetros, haciendo que aparezcan mayor o menor cantidad de datos, o seleccionando si quieres que aparezcan o no las fotos con las caras de los familiares. Recuerdo que, una vez terminado el grueso de mi investigación, seleccioné a mi antepasado más lejano y saqué una impresión del esquema de sus descendientes, fotografías incluidas, que ocupaba un gran número de hojas. Echándole paciencia, pegué las hojas una a una con tiras de celo, de manera que quedó un desplegable gigante que se podía extender por el suelo del comedor, permitiéndome contemplar a toda la familia de un solo vistazo, con mi foto en una de las esquinas, apenas una pieza diminuta del enorme mosaico… Ver las cosas desde esta perspectiva produce una sensación extraña, mezcla de emoción por el Conocimiento alcanzado y a la vez vértigo por ser consciente de lo insignificante que eres en el Árbol de la Vida.

Una vez los datos son fáciles de consultar de forma rápida con la ayuda del software, empiezas a pasearte por las distintas generaciones y ramas y a compararlas entre sí para intentar sacar alguna conclusión interesante… De algunos familiares sólo conoces el nombre y tal vez una fecha aproximada; de otros, además, algunos datos escuetos sobre su vida, o en qué localidad y calle vivían; de otros tienes bastante información más detallada, y a veces una o varias fotos de mayor o menor calidad. Me gustó ver que en mi familia ha habido bastante variedad en cuanto a ocupaciones: entre mis antepasados directos ha habido estibadores portuarios, violinistas, políticos, alcaldes, terratenientes, panaderos, campesinos, amas de casa, maestros sangradores, comerciantes, industriales y hasta relojeros inventores en sus horas libres… Otra cosa que me llama la atención es el gran cambio que ha habido con el paso de las generaciones en cuanto al número de hijos: mis padres tuvieron dos, mis abuelos dos y tres respectivamente, y mis bisabuelos por las distintas ramas tuvieron una media de cuatro hijos. Mis tatarabuelos por la rama paterna, a falta de algunos datos, tuvieron también unos cuatro vástagos, pero por la rama materna eran familias de unos siete hermanos en promedio, con casos concretos de hasta diez hijos.




Además de los datos almacenados en el PAF, mi base de datos genealógicos incluye por supuesto una gran cantidad de archivos de imagen. Es bueno escanear las fotografías y documentos importantes, no sólo para poder hacer búsquedas más cómodas y rápidas, sin necesidad de repasarse todos los cajones y los antiguos álbumes de fotos, sino también por la sencilla razón de que algunas de ellas son de otros familiares vivos más o menos lejanos, y por tanto no puedes quedártelas. Yo me decidí por guardar todas las imágenes por duplicado, generando primero un archivo en formato .tif y exportándolo después a formato .jpg, un poco más ligero. La mejor manera de tenerlo todo bien organizado es usar para los archivos un título del estilo “Apellido1 Apellido2, Nombre” si es una foto, añadiendo en otros casos coletillas entre paréntesis  como “Partida bautismo”, “Partida nacimiento”, “Certificado matrimonio”, “Testamento”, “Certificado defunción”, “Necrológica”, “Lápida”… A veces incluyes otros tipos de documentos algo menos frecuentes, como artículos de periódico o poemas antiguos. Si son varias las personas de una familia que aparecen en la foto, se puede optar por titularla incluyendo los correspondientes apellidos y especificando a continuación “Familia”, “Matrimonio”, “Boda”, “Hermanos”…

Observar las fotos antiguas de mis ancestros es una de las cosas que más me fascina de esta afición; no hace falta pues que os diga cuál era mi reacción cada vez que una tía abuela o un tío tercero me enseñaban por primera vez la fotografía de un antepasado desconocido para mí hasta entonces… Las combinaciones de personas y el aspecto físico de cada una de ellas en las distintas fotos son otra fuente de información que te permite acotar fechas de nacimientos o defunciones y hacerte avanzar en tus solicitudes a los Registros Civiles. A veces la identificación de una persona en una foto no está clara y hay que comparar sus rasgos con los de otras instantáneas para confirmar su identidad. Yo soy buen fisonomista, y se me da bien reconocer a un mismo familiar de niño, de joven y de adulto, fijándome en rasgos poco variables con la edad como la separación entre ojos o la altura y la forma de la boca, pero aun así hubo varias ocasiones en las que la tarea era complicada y hubo que poner en cuarentena la posible identidad de esa persona. A la hora de obtener información, incluso el color y tipo de grano de la imagen pueden aportar datos acerca de la fecha aproximada en la que se tomó la foto, y no está de más tener cierta culturilla general sobre historia de la fotografía… Por ejemplo, para acotar fechas viene bien saber que las primeras cámaras que podían hacer retratos, en formatos antiguos como el daguerrotipo, el calotipo o el cianotipo, se inventaron a partir de 1839.




¿Cuántas fotografías de mis antepasados directos llegué a conseguir? En el curso de mi investigación logré recopilar las de mis ocho bisabuelos, lo cual era por otra parte el objetivo mínimo que me había propuesto cumplir desde el principio. También encontré las de cinco de mis dieciséis tatarabuelos, que tampoco está mal. Es una sensación extraña, la de saber quiénes fueron y el aspecto que tenían sin haberlos conocido; contemplas sus caras de aspecto serio y solemne y te preguntas cómo serían en el día a día, si sonreirían más o menos, cuál sería su timbre de voz, si hablarían castellano o valenciano, o si tendrían algún rasgo de la personalidad en común contigo… Por último, conseguí la foto de uno solo de mis trastatarabuelos. Por la textura y el color se notaba que era una fotografía muy antigua, y aun así él parecía ya bastante anciano, lo que lo envolvía en un halo de misterio e irrealidad incluso mayor; vivió en tiempos tan lejanos que realmente es difícil tomar asidero desde el Presente para intentar comprender cómo era su vida… ¿o tal vez no lo es tanto? Dentro de dos semanas os hablaré más de él y os relataré un descubrimiento que realicé después de obtener su foto, y que me hizo ver que a lo mejor no era tan distinto a nosotros como yo pensaba.



2 comentarios:

Susana Mar dijo...

Interesantísimas estas dos últimas entradas Juan!!, mi enhorabuena!!!. Especialmente en lo que respecta a la investigación y hallazgo de las fotografías de tus antepasados...que sepas que me acaba de entrar el gusanillo!!!!!! (y más en estas fechas, jejeje) . Gracias!!!, y felices fiestas!!!. Susana

Kalonauta dijo...


Gracias por el comentario, Susi, me alegro mucho de que te parezca un tema interesante. Investigando sobre los mormones me he dado cuenta de que casualmente su sede de Polo y Peyrolón está muy cerca de Revelarte, vuestra escuela-estudio de fotografía... Es un dato curioso que liga de alguna forma los temas de la primera y segunda mitades de esta entrega (mormones y fotografía)... ¡Todo encaja como un gigantesco puzzle sideral! :-)

En cuanto al gusanillo de la investigación genealógica, yo sé que no paras de trabajar y estás siempre hasta arriba de faena (lógico, la gente siempre busca a las mejores profesionales), pero te recomiendo fervientemente que en cuanto tengas un par de días libres (por ejemplo ahora en Navidades, como tú dices) aproveches para que los mayores de tu familia te hagan un esquema-resumen con las generaciones que lleguen a recordar, y te apunten quién es quién en las fotos de familia antiguas. Eso lo puedes guardar en un cajón (como hice yo con los datos de mi abuela paterna) y sabes que siempre estará disponible, cuando tengas más tiempo, para continuar la búsqueda a partir de ahí. Vale la pena, de verdad.

Escribiendo estas líneas he recordado que precisamente dos de las primeras fotos que colgaste en tu blog eran las de tu abuela Loreta, y que sobre todo la primera me gustó mucho; me parece que su mirada está llena de fuerza y a la vez de ternura.

¡Gracias de nuevo por pasarte por el blog! Ya sabes que, como decía López Vázquez, aquí tienes a un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo... ;-P :-)

¡Besetes!