lunes, 6 de abril de 2015

Mapas del Tiempo (I)


Supongo que la mayoría habréis visto, al menos alguna vez, la secuencia de presentación de la serie The Big Bang Theory con la canción de los Barenaked Ladies… A mí siempre me ha parecido muy interesante la selección de fotografías e ilustraciones que utiliza, referentes a momentos, personajes y elementos clave de la Historia del Universo y de la Humanidad, y presentadas en orden cronológico a velocidad de vértigo. Cuando se analiza la secuencia con cuidado y a cámara lenta se comprueba que, al igual que con otros muchos detalles del guión, los creadores se han esforzado por resultar creíbles y han elegido imágenes realmente representativas de cada etapa, que resumen bastante bien la serie de acontecimientos a gran escala que desembocan en el aquí y el ahora (o, en otras palabras, el origen de coordenadas) de un grupo de jóvenes científicos en la California de principios del S.XXI. Otro de los detalles que me llaman la atención es que el eje temporal que va avanzando hacia el Presente en la parte inferior se mueve cada vez más despacio a medida que nos acercamos a la época actual, a pesar de que las fotos se suceden cada vez más deprisa… Hoy explicaremos por qué esto ocurre así.




Hace dos años y medio, en una entrada íntimamente relacionada con ésta, os dije que para saber hacia dónde vamos y qué decisiones deberíamos tomar en la Vida necesitamos conocer primero de dónde venimos y lo que ha pasado hasta ahora. Sin embargo, la cantidad de hechos acaecidos en el Pasado es inmensa y nuestro Tiempo para aprender es limitado, así que urge una tarea de síntesis y selección de lo que debemos aprender. Si separamos el grano de la paja y conseguimos comprender cuáles son los patrones relevantes que se repiten una y otra vez en la Historia, podremos predecir acertadamente las consecuencias de nuestras decisiones y ser, en la medida de lo posible, más felices.

Resulta fácil darse cuenta de que para elegir sabiamente no basta con prestar atención sólo al Presente más inmediato, a lo que se lee en los periódicos, se ve en la televisión o se comenta con familiares, amigos y conocidos… El siguiente paso consiste en acudir a los libros o páginas web adecuadas y empaparse de nuestra propia Historia, no sólo la más reciente sino también la más remota, ya que a pesar de la distancia temporal también ésta puede influir seriamente en nosotros (baste decir por ejemplo que el derecho actual se basa fuertemente en el derecho romano, de hace más de dos milenios). De este modo, utilizando las fuentes documentales de origen humano, podemos remontarnos a hace unos 5.000 años, con la aparición de la Escritura…




Pero nos conviene remontarnos mucho más atrás. James Hutton fue un geólogo escocés del S.XVIII que llegó a la firme convicción de que la edad de la Tierra había de ser mucho mayor que los pocos miles de años propuestos por la Biblia. Fue Hutton el que acuñó la expresión Tiempo profundo para referirse a estas ingentes cantidades de años, difícilmente imaginables por seres que no solemos vivir más de un siglo, y que actualmente se asocian a la escala de Tiempo geológica, que llega hasta la formación de la Tierra hace 4.500 millones de años. La influencia en nuestras vidas de lo que ocurre a este nivel podría parecer mínima, pero se hace dolorosamente palpable para aquellas personas que tienen la mala suerte de convertirse en víctimas de un terremoto, un tsunami o una erupción volcánica… Las ideas de Hutton sin duda influyeron un siglo después a Charles Darwin, que con su Teoría de la Evolución propuso la idea de que las especies de plantas y animales cambian para adaptarse a su entorno a un ritmo muy lento, tan lento como el del movimiento de los continentes o el crecimiento de las montañas, y por tanto imperceptible a nuestros ojos.

Llegado el S.XX, el Método Científico y las evidencias experimentales a nuestro alrededor nos permitieron descubrir, como ya hemos visto en otras ocasiones en el blog, que la edad del Universo era aún mayor que la de la Tierra, siendo las estimaciones más recientes de unos 13.800 millones de años. Incluso a nivel cosmológico la influencia en nuestras vidas, aun siendo pequeña, no es nula, y ahora mismo pende sobre nuestras cabezas la amenaza de que una llamarada solar o la explosión de una supernova cercana afecte a los sistemas electrónicos terrestres… o algo peor. Vemos pues que para conocer nuestro pasado no basta con acudir a los textos escritos por el Hombre; hace falta entender también el lenguaje del Cosmos y escuchar lo que nos dice. A la Historia se han sumado toda una serie de disciplinas adicionales (arqueología, antropología, paleoclimatología, paleontología, geología, astrofísica, cosmología…) que nos han permitido llegar a un entendimiento mucho mayor de nuestro Pasado, dando lugar a lo que se conoce como Gran Historia.




Por tanto, nuestro destino se rige por una combinación de mecanismos de muy distinta naturaleza que es aconsejable conocer por separado pero a la vez tener en cuenta de forma conjunta: aparte de nuestra biología y nuestro libre albedrío personal hay procesos históricos, geológicos, evolutivos y cosmológicos subyacentes que no hay que perder de vista. Cada uno de estos niveles de realidad trabaja en escalas de Tiempo de distinto orden de magnitud y tiene agentes completamente distintos: tras el individuo o el grupo tenemos el nivel de los pueblos y civilizaciones, después el de las montañas, continentes y especies, y finalmente el de los planetas, estrellas y galaxias. Cada nivel es menos perceptible para nosotros que el anterior, por ser de acción más lenta; pero eso no quiere decir que no sean relevantes en nuestra vida ya que cada nivel, aun siendo más lento, es también mucho más poderoso que el anterior hasta el punto de que, alejándonos uno o dos niveles desde el nuestro propio, apenas somos capaces de imaginar su verdadera magnitud.

Debido a esta diferencia de velocidades, a medida que vamos hacia atrás en el Tiempo los niveles más cercanos al individuo dejan de ser importantes y los acontecimientos verdaderamente relevantes para nosotros aquí y ahora son sólo los de los otros niveles, que (por ser sus mecanismos de acción más lenta) están más espaciados entre sí. Cuanto más Tiempo haya pasado entre un hecho determinado y el Presente, más difícil es que subsistan evidencias cuantificables del mismo o, si se trata de un hecho histórico, que queden registros escritos o que alguien lo recuerde. Esto en cierto modo juega a nuestro favor ya que, a no ser que tengamos mala suerte y un hecho muy relevante no deje ningún rastro, el olvido de los datos accesorios con el Tiempo facilita la tarea de síntesis de la que hablábamos antes, y la selección de los hechos que nos afectan directamente se hace de forma casi automática… En resumen: cuanto más atrás viajamos con la nave de la imaginación, menos sabemos sobre esa época, la mayoría se pierde por el camino en los abismos del Tiempo; y, como ya dijimos en su día, para que un hecho pretérito haya podido influirnos su importancia a nivel global ha de ser tanto mayor cuanto más lejano esté de nosotros en el Espacio o en el Tiempo, y por tanto los hechos relevantes desde nuestro punto de vista se encontrarán más y más espaciados entre sí a medida que nos alejemos más y más hacia el Pasado.




Prueba de lo que acabamos de decir son los muy diversos órdenes de magnitud de los intervalos de Tiempo que hemos manejado en La Belleza y el Tiempo, en función de la época a la que nos referíamos. Para narrar lo ocurrido desde la formación de la Vía Láctea hasta la aparición de Vida en la Tierra trabajamos en una escala de miles de millones de años; para pasar de la Vida más primitiva a los primeros Homínidos bípedos hacíamos referencia a intervalos de cientos o decenas de millones de años; en el hueco entre los Homínidos y la Escritura, que queda pendiente para más adelante, nos moveremos en torno a cifras de cientos o decenas de milenios; al describir la evolución de la Humanidad desde la invención de la Escritura hasta la Ilustración y la Revolución Industrial cubrimos un periodo de unos pocos miles de años; y cuando hablemos del desarrollo social, científico y cultural de los últimos tres siglos lo haremos refiriéndonos a años concretos…

¿Cómo podemos combinar todas estas escalas de Tiempo tan distintas en un solo esquema mental? La semana que viene veremos una solución muy práctica y visualmente muy elegante a este problema; y como pienso que los veinte segundos de la presentación de The Big Bang Theory van un poco rápido para poder enterarse bien, lo que me propongo a continuación es intentar resumir la Historia de Todo en unos quince párrafos.

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