Mi abuela materna fue siempre toda una señora, una
mujer fuerte y luchadora, con mucha dignidad y con mucha clase. Era una mujer
con cultura pero, lógicamente, había nacido y crecido en otros tiempos, de modo
que recuerdo con cariño los momentos en los que surgía el tema en la
conversación y ella me decía, con aire ligeramente ofendido: “¡Tú descenderás
de quien quieras, pero yo desde luego no desciendo del mono!”.
En la entrada anterior
hablamos del Árbol de la Vida, que hunde
sus raíces en los abismos del Tiempo, que sigue creciendo y floreciendo en este
mismo instante y del cual nosotros no somos más que una pequeña hoja en una
rama alejada. Pues bien, utilicemos otro símil con árboles incluidos: mientras
que la semana pasada hablamos brevemente de todo nuestro árbol genealógico,
incluyendo primos, tíos segundos y tíos abuelos, hoy hablaremos con más detalle
de nuestros ascendientes directos, de nuestros abuelos, bisabuelos y tatarabuelos
evolutivamente hablando, remontándonos hasta el origen de la Vida en la Tierra…
Para hacernos una idea de quiénes somos es bueno
saber de dónde venimos, y mirar las cosas con perspectiva nos ayudará a intuir
hacia dónde podríamos estar yendo.
Hace un par de meses vi en Discovery Channel un documental de la serie Curiosity, titulado El Nacimiento de la Humanidad, que
fue el detonante de esta entrada. En él se explican los sucesivos cambios en el
aspecto externo y la morfología interna de las distintas formas de vida que han
desembocado en nuestra especie. Antes de empezar a hablar de ellos, quiero
dejar bien claro que estos cambios no se dan en un animal concreto que muta de pronto por arte de magia o que
digievoluciona como un Pokémon,
sino que se van produciendo muy lentamente, a lo largo de miles de generaciones.
Los intervalos de Tiempo asociados a la Evolución de las Especies, al igual que
ocurre con la deriva continental
o con la formación de las montañas, son tan grandes comparados con nuestros
ciclos biológicos (para los que 100 años ya son mucho tiempo) que escapan a
nuestro entendimiento si no hacemos un esfuerzo consciente por imaginarlos. Y
hay otros ciclos aún más lentos que los evolutivos y los geológicos, en marcha
ahora mismo en el Universo; todavía tenemos pendiente hablar de las escalas
logarítmicas de Tiempo, pero tranquilos, que todo llegará.
Como no es objeto de esta entrada explicar lo que
pasó antes de la aparición de la Vida en la Tierra, baste por ahora decir que
el Universo se originó, según las últimas estimaciones,
hace 13.800 millones de años (en adelante Ma), y que el Sistema Solar y el
planeta Tierra se formaron hace 4.500 Ma. Como ya dijimos la semana pasada,
hace unos 3.500 Ma aparecimos los primeros microorganismos vivos (es decir, capaces
de hacer copias de nosotros mismos), creados en los océanos a partir de materia
orgánica traída del Espacio por meteoritos, materia que por la acción de los
relámpagos de las tormentas primigenias se fusionó en cadenas sencillas
de información genética, protegidas del exterior por una capa oleosa. Durante
unos 2.000 Ma la cosa cambia muy poco, hasta que se produce la diferenciación
entre células procariotas (bacterias) y eucariotas (nosotros) y aparece la
posibilidad de combinación de dos códigos genéticos distintos para producir un
nuevo individuo, es decir, el Sexo (¡Bien!). Hace 600 Ma somos un gusano de
ocho centímetros que flota en el agua; poco a poco desarrollamos las primeras
células sensibles a la luz para poder buscar compañera: conseguimos ojos. Un
tiempo después somos un pez con branquias, pero desarrollamos pulmones porque
hay poco oxígeno en el agua estancada, de modo que durante una temporada
podemos usar unas u otros según la ocasión: somos un anfibio (al parecer, hay
una curiosa teoría según la cual el recuerdo genético de las branquias tiene que ver con el hipo). Al cabo
de un tiempo, salimos por completo del agua y nos crecen patas, asemejándonos a
un lagarto; crecemos de tamaño y nos convertimos en un reptil depredador.
Hace 250 millones de años se produce un enorme
cataclismo en Siberia (del que ya hablaremos en otra ocasión) y desaparecen el
95% de las especies sobre la faz de la Tierra. Nosotros, por supuesto,
sobrevivimos (si no, no estaríamos aquí ahora para contarlo); después de esta
extinción masiva somos un protomamífero del tamaño de un gato. Aparecen los dinosaurios y ocupan la cúspide
de la pirámide alimenticia, de modo que nos hacemos más pequeños, con aspecto
de ratón, para poder escapar. Gracias a la amenaza de los dinosaurios mejoramos
genéticamente: se agudiza nuestro oído y en general todos nuestros sentidos, y
evolucionamos a vivíparos y mamíferos. Hace 65 Ma cae en el área de México un
gigantesco meteorito que provoca la extinción de (casi)
todos los dinosaurios después de 160 Ma de hegemonía en la Tierra. Los
mamíferos sobrevivimos a la catástrofe gracias a que nos alimentamos
básicamente de insectos: somos el Purgatorius.
Hace 56 Ma crecemos una vez más de tamaño, nos parecemos a un mono con cola
larga y vivimos en los árboles; hace 17 Ma nuestra cola se ha transformado poco
a poco en el coxis. Como comentábamos antes, los cambios evolutivos van ligados
a los procesos geológicos: en el Valle del Rift, al este de África, se alzan
montañas que no dejan pasar las lluvias y esto hace que disminuya el número de
árboles, de manera que hace 4,4 Ma, para garantizar nuestra supervivencia, bajamos
de las ramas y aprendemos a andar sobre dos patas; dicho cambio en la
estructura de la pelvis hará que a partir de este momento las hembras de la
especie sufran dolor en el parto.
Hace 3,2 millones de años somos Australopitecus:
en algún punto a lo largo de la Evolución nos hemos convertido en omnívoros y
además de plantas podemos comer carne, una fuente de energía más concentrada y
más fácil de asimilar, con lo que nuestro sistema digestivo no necesita ser tan
largo y los recursos sobrantes los empleamos en agrandar poco a poco el cerebro
al doble de su tamaño,
siendo necesario para ello que se aflojen los músculos de la mandíbula. Hace 2,3
Ma damos un paso de gigante cuando descubrimos que podemos usar herramientas
rudimentarias para hacer nuestra vida más fácil: somos Homo Hábilis. Hace menos
de 1,0 Ma, y después de la caída de un relámpago (recordad, no es la primera
vez que nos echan un cable), aprendemos a conservar el fuego para calentarnos
en las frías noches. Pasamos de ser carroñeros a ser cazadores, y nos agrupamos
por familias para garantizar mejor nuestra supervivencia. Por otro de esos
accidentes afortunados, nos damos cuenta de que la carne cocinada es más fácil
de masticar, con lo que las muelas del juicio dejan de salirnos y los músculos
de la mandíbula se nos aflojan de nuevo, creciendo aún más el cerebro (además,
ahora ya no necesitamos desgarrar la carne con los dientes porque nuestro
intelecto evolucionado nos ha permitido tallar piedras afiladas que cortan). Hace
unos 0,2 Ma aprendemos a hablar para comunicarnos entre nosotros y así evitar
conflictos: somos Homo Sapiens, y anatómicamente tenemos el aspecto actual
(salvo por el pequeño detalle de que somos todos negros).
De este modo, en lo que respecta al tema de esta
entrada ya hemos llegado al presente. Sin embargo, aunque a efectos de
Evolución 200.000 años son un suspiro, los cambios que se sucederán en otros
aspectos a partir de este momento serán cada vez más rápidos, incluso vertiginosos…
Lo habéis adivinado: otro día hablaremos de ello. Para resumir brevemente,
podemos decir que hay quienes hoy en día se lanzan a comprobar hasta dónde
puede llevarles su intelecto superior, pero no se paran a plantearse por qué llegar tan lejos, no se detienen
a pensar en las consecuencias de sus acciones bajo una perspectiva más amplia. Cada día podemos ver en los medios de comunicación la cantidad de
barbaridades que se cometen, podemos constatar que nos estamos cargando los
recursos que necesitamos para perdurar en el planeta… En fin: a la larga el Tiempo pondrá a cada cual en su sitio.
Pero no es momento de ser negativos: pensemos en
las cosas buenas que nos ha proporcionado nuestro desarrollo cerebral. La
enorme diferencia, de la que hablábamos antes, entre las escalas de Tiempo a
las que estamos acostumbrados y la escala de Tiempo evolutiva es tal vez una de
las razones por las que a bastante gente se le hace difícil comprender, y por
lo tanto aceptar, la Teoría de la Evolución; algunos, ante el vértigo que
producen 3.500 millones de años, prefieren pensar que todo se creó en siete días hace unos 10.000 años, sin
duda una cifra mucho más manejable… Afortunadamente, otros muchos sí se han
atrevido a hacer el esfuerzo intelectual necesario y han visto que las teorías
de Darwin son más coherentes con lo que observamos a nuestro alrededor hoy en
día; muchos se han atrevido a saltar desde el trampolín alto y se han dado
cuenta de que efectivamente la piscina es más grande de lo que creían. Es precisamente el aumento de volumen craneal propiciado por la
Evolución el que nos ha conferido la habilidad del razonamiento abstracto y nos
ha permitido trascender, con la ayuda del Método Científico, nuestras escalas de Tiempo y de Espacio para
viajar con el pensamiento mucho más atrás y mucho más lejos de lo que jamás
hubiéramos imaginado… Cuando reflexiono acerca de todo esto me siento muy
pequeño en comparación con la inmensidad del Tiempo y del Cosmos, pero a la vez
me siento inmensamente afortunado por ser capaz de comprender que formo parte de una Belleza tan grande.
Hace ya ciento cincuenta y cuatro años que Charles Darwin publicó su libro El Origen
de las Especies, poniendo patas arriba la concepción que se había tenido del
Hombre hasta ese momento: no siendo suficiente que la Tierra no fuera el centro
del Sistema Solar, ahora resultaba que tampoco éramos la especie elegida de la
Creación, hecha a imagen y
semejanza de Dios, sino tan sólo una más entre la multitud de especies de la
Naturaleza. Esto por supuesto molestó a muchos, y aún hoy en día, siglo y medio
después, hay algunos que se siguen molestando (en
todas las épocas ha habido gente que tarda un poquito más en asimilar los
conceptos).
¿Qué es exactamente la Evolución?
Tratemos de hacer un resumen lo más claro posible.
Para ello tenemos que empezar explicando qué es la Vida: podría decirse que
organismo vivo es todo aquel capaz de utilizar la materia que le rodea para
hacer una copia idéntica o parecida de él mismo. Esto se logró por primera vez
en la Tierra hace unos 3.500 millones de años, y todavía no estamos muy seguros
de cómo se originó, de cómo tuvimos tanta suerte. La información que determinaba
la forma y el comportamiento (es decir, las instrucciones de montaje y de
funcionamiento) del organismo en cuestión se transmitía gracias a cadenas
autoreplicantes, moléculas gigantes hechas de una gran cantidad de átomos,
articuladas básicamente gracias al Carbono, y de estructura tan compleja como
elegante: la Química había dado paso a la Biología. El deterioro accidental de
estas cadenas moleculares de ARN y ADN
daba a veces lugar a lo que se conoce como una mutación; la mayoría de
mutaciones suelen ser perjudiciales para el nuevo individuo, pero de vez en
cuando se producía alguna que le resultaba provechosa
a efectos de adaptación al medio que le rodeaba, y por tanto a efectos de
supervivencia y de cantidad de descendencia.
Estos accidentes afortunados fueron dando lugar
lentamente a una diversificación de las características de los organismos y, a
más largo plazo, a una diversificación de los tipos de organismo, apareciendo
distintas especies que competían entre sí por los recursos del entorno: las que
estaban mejor adaptadas sobrevivían y las que no lo estaban se extinguían más
tarde o más temprano. Esto es lo que se conoce como selección natural y es un
proceso realmente lento, aunque en el camino hacia el Presente se han producido
una serie de cataclismos que le han dado un poco de vidilla al asunto (lo de
“vidilla” lo digo en tono irónico). En los últimos años el Homo Sapiens,
domesticando otras especies y llevando a cabo una selección artificial
de sus características, ha dado también lugar a una mayor biodiversidad de
manera más rápida: basta con decir que todas las razas de perro existentes hoy
en día han evolucionado en tan sólo diez mil años a partir del lobo. Además,
los humanos aprovechan a veces una mutación natural para crear una nueva raza;
es lo que pasó con el gato esfinge en
Canadá en los años 60. En la parte negativa, por último, no hace falta decir
que la especie humana, con su estupidez, ha sido la responsable de la extinción
de muchas otras… pero no nos desviemos del tema.
El conjunto de todas las especies primigenias,
animales o vegetales basadas en el carbono que existen o existieron alguna vez en
la Tierra en el transcurso de estos 3.500 millones de años, con sus
interrelaciones y ramificaciones múltiples a partir de nuestro ancestro
unicelular común, es lo que se ha dado en llamar el Árbol de la Vida;
un Árbol con tantas ramas, con tal nivel de complejidad y tal cantidad de
Belleza, que parece imposible que todo esto haya surgido a partir de una sola
cadena molecular microscópica mecida por las aguas del océano en los albores de
la Tierra. El excelente divulgador Richard Dawkins se refiere al milagro de la Vida
como “El Mayor Espectáculo Sobre la Tierra”, y de hecho ése es el título del
libro en el que se dedica a poner sobre la mesa, de manera rigurosa y
sistemática, las pruebas fehacientes de que la Evolución es un hecho.
Es una lástima que Dawkins y otros científicos y divulgadores tengan que perder
un tiempo precioso para tratar de convencer de lo obvio a quienes se empeñan en
no aceptar la realidad tal y como es… Consolémonos mirando la parte buena del
asunto: gracias a esta controversia podemos disfrutar en la Red, de manera
totalmente abierta y gratuita, de una ingente cantidad de proyectos
y bases de datos, algunas de ellas de gran calidad no
sólo científica sino también estética, sobre el Árbol de la Vida y la Evolución
de las Especies. Y no sólo podemos aprender más sobre la biodiversidad del
planeta en Internet; también podemos hacerlo en la televisión
o en los Museos de nuestra ciudad.
Ya sabéis que a mí siempre me ha gustado ver las cosas en
perspectiva, y que ya lo hicimos con el Espacio cuando hablamos de Galileo, así que hoy que nos estamos centrando
en Darwin podemos hacer lo mismo con el Tiempo. Para ello podemos recurrir a
otro gran divulgador científico, éste ya desaparecido, lamentablemente: Carl
Sagan explicaba en su fabulosa serie Cosmos que una buena forma de comprender
la importancia relativa de las distintas fases de la Historia del Universo es
comparar dicha Historia (o deberíamos decir Gran Historia)
con un año; a esta equivalencia Sagan la llamaba el Calendario Cósmico.
El uno de Enero se correspondería por tanto con el Big Bang y la última
campanada de la noche del 31 de Diciembre sería el momento actual. Por esta
regla de tres, el Sistema Solar y la Tierra se formaron en torno a Agosto, y la
vida no aparece en los océanos hasta Septiembre (de lo que pasó hasta ese
momento ya hablaremos en otra ocasión). Los primeros organismos multicelulares
aparecen en Noviembre, y no es hasta el 15 de Diciembre que se produce la
llamada Explosión Cámbrica, con una gran diversificación de las formas de vida
del planeta. Los primeros vertebrados aparecen el 17 de Diciembre, las plantas
terrestres el 18, y el número de especies de insectos aumenta exponencialmente
el día 21. La aparición de los dinosaurios coincide con la Nochebuena, y la de
los primeros antepasados de los mamíferos con la Navidad. Los pájaros hacen
acto de presencia el 27, y la gran mayoría de especies de dinosaurios se
extinguen el 29 de Diciembre.
¿Y cuál es nuestra contribución al Calendario Cósmico? ¿Cuál es el
peso específico del Hombre, desde el punto de vista evolutivo, en la Historia
del Universo? Ocupamos tan sólo las últimas tres horas de la noche del 31 de
Diciembre… Lo que vendría a ser la cena de Nochevieja. Podéis ir sacando
vuestras propias conclusiones, pero en la próxima entrada retomaré esta idea y
la ampliaré un poco. La semana que
viene nos centraremos en la especie humana y veremos con algo más de detalle cuáles
son los pasos que nos han llevado en esta compleja danza de la Evolución hasta
el punto donde estamos ahora; veremos cuál ha sido la parte de la partitura que
hemos interpretado en la Sinfonía de la Vida, cuál ha sido nuestro papel en el mayor espectáculo sobre la Tierra.
En mi grupo de amigos del mundo de la Música, una de las
expresiones que utilizamos cuando nos vamos a dormir después de una noche de
juerga es “Me voy a La Cara B”. En este caso, sin embargo, espero que la segunda entrega de mi
recopilación de canciones de Buen Rollete os mantenga igual de despiertos e
interesados que la anterior. Ya os comenté en otra ocasión que, en general, mis gustos en cuanto a Música son muy eclécticos,
y que no se han visto afectados por las modas pasajeras desde la época de mi
adolescencia. Esto se nota en la variedad de estilos de esta recopilación, y en
el hecho de que me siguen gustando prácticamente todas sus canciones (aunque
soy consciente de que algunas de ellas suenan bastante ochenteras
hoy en día); por eso he decidido dejarlas aquí tal
cual están en la cinta. Me sigue gustando (y sigo escuchando) la Música que me gustaba hace
quince o veinte años (salvo muy contadas excepciones),
y las ocasiones en las que recuerdo haberme avergonzado a posteriori de comprar
o grabar un disco se pueden contar con los dedos de una mano.
Con el paso del Tiempo, la gente ha dejado de grabar selecciones
de canciones en cassette o CD; hoy en día se usa el Spotify o los canales de
YouTube. Con Internet, por un lado, es fantástico el tener al alcance de un
click cualquier tema que puedas andar buscando (incluso hay programas y
aplicaciones que te reconocen y te localizan una canción sólo con tararearla,
sin siquiera conocer el título), pero por otra parte la relativa facilidad con
la que se consigue todo hace que se pierda la emoción del descubrimiento. Hay
gente que, ante la posibilidad de bajarse de la Red más mp3 de los que podría
oír en cien años, se olvida de escuchar la Música de verdad, de fijarse en los
pequeños detalles y disfrutar de ellos, de dejar que una canción en concreto
deje poso en su alma… Lamentablemente, en la sociedad actual abundan más los comportamientos compulsivos
que los reflexivos.
En cuanto a mí, aunque la Música sigue muy presente en mi vida hoy
en día, con el paso de los años he tenido cada vez menos tiempo para hablar del
tema con los amigos, o para estar pendiente de las últimas novedades, o para
seguirle la pista a todos los grupos que me gustan, o para compartir Música en
cualquier formato. Aun así, desde que grabé esta recopilación he descubierto, por
supuesto, otras muchas canciones de buen rollo
que me han gustado tanto o más que éstas; ya os las iréis encontrando por aquí
de vez en cuando en el futuro.
First Boy In This Town (Lovesick)
– Scritti Politti: Sólo tengo este disco de los Scritti Politti; tiene muy
buenas canciones y está muy bien producido. Ya sé que suena, como decía antes,
muy ochentero, pero es que los ochenta fueron una época alegre musicalmente
hablando (después vendría el Grunge... nada que ver). Este tema en particular
da muy buen rollito, y encima en el videoclip salían surferos, chicas en bikini
y un coro en plan Beach Boys… ¿se pueden pedir mejores vibraciones?
Burn This Disco Out
– Michael Jackson: Me gusta mucho la parte del bajo, y también la sección de
metales que suena por detrás... le dan un aire muy funky. Escribiendo el
análisis para estas entradas me acabo de dar cuenta de que Jackson hace en esta
canción lo mismo que en Speed Demon: en 2:57 cambia las notas del bajo sin
alterar la melodía cantada, dándole un sentido totalmente distinto al conjunto;
es como darle otra vuelta de tuerca a un estribillo que ya de por sí era bueno…
me encanta.
Wild Flower
– The Cult: Ésta ya la hemos escuchado anteriormente en el blog,
pero en cualquier caso aquí os he enlazado la versión extendida, que es la que
utilicé para la selección, y que era la que nos ponían en Arena los fines de
semana. Es una canción que rezuma una energía muy primaria; en mi caso está muy
asociada a los primeros picores de la adolescencia… Ya os he hablado un par de
veces de aquella chica de mi clase que me gustaba tanto: pues bien, mientras
sonaba esta canción en la disco ella se lo montaba conmigo… perdón, he tenido
un lapsus: quería decir que se lo montaba con mi amigo, el que conoció en mi fiesta
de cumpleaños. Qué le vamos a hacer, no se puede tener todo en esta
vida…
Calling Elvis
– Dire Straits: Os he puesto el enlace al videoclip porque en su día me llamó
mucho la atención, pero para mi cinta de Buen Rollete usé la versión del LP,
que era dos minutos más larga (ya os he comentado otras veces que a mí los
temas de tres o cuatro minutos me saben a poco). Es una canción con una
estructura muy sencilla, pero muy resultona, y me gusta el hecho de que aguante
tanto rato el mismo acorde sin cambiar, sobre todo en la parte final.
Look At All Those Idiots
– Charles Montgomery Burns: He aquí una rareza dentro de la recopilación, un
tema cantado por un personaje de dibujos animados. Pertenece al disco The
Simpsons Sing the Blues, que salió un año después de comenzar la serie de
televisión. A día de hoy todavía no me he preocupado por averiguar qué músicos
participaron en la grabación, pero desde luego tengo que decir (una vez más)
que me encanta el bajo. Me hace mucha gracia cuando los músicos sufren una
avería a mitad de canción y Smithers, para solucionar el problema, se encarga
de tocar un solo de guitarra (excelente,
por cierto).
Rise Up
– Skunk Anansie: Ésta es más potente que Glorious Pop Song, de la Cara A (no
por nada se le llama Power Pop al estilo en el que se ha enmarcado a este grupo),
y la letra es bastante buena y tiene un mensaje positivo. Me gusta mucho como
canta Skin, la vocalista, y los cambios de registro tan alucinantes que tiene.
Skunk Anansie se separaron hace tiempo, pero se han vuelto a reunir hace un par
de años y han sacado un nuevo disco que aún no he podido escuchar; a ver si le
pego un vistazo en cuanto tenga un rato.
None Of The Above
– Duran Duran: Éste es otro de mis grupos preferidos, me parece que han sabido
mantener una gran calidad a nivel musical a lo largo de toda su trayectoria.
Esta canción tiene un ritmo que incita a moverse, y el solo que hay en 3:39 me
parece genial. Si os gustaban los Duran Duran de los ochenta, no os perdáis su último disco:
recuerda un poco a aquellos tiempos pero a la vez suena nuevo y fresco, y
contiene algunas de las mejores canciones de Buen Rollete que he oído
últimamente.
Boom! There She Was
– Scritti Politti: Ésta también tiene un bassline bastante chulo… Ya habéis
notado que me fijo mucho en el bajo de las canciones: aunque para mucha gente
pasa desapercibido, para mí es un elemento muy importante que le da sentido y
cohesión a todo el conjunto; hablaremos de esto en otra entrada más adelante. Algunos
os habréis preguntado por qué pongo las dos de Scritti Politti en la misma
cara: cuando diseñé el listado de temas lo hice pensando que a veces escucharía
la cinta empezando por la cara B, o incluso en bucle continuo, con lo cual lo
importante no era que las canciones del mismo grupo estuvieran en caras
distintas, sino que estuvieran suficientemente distanciadas una de otra.
Money For Nothing – Dire Straits: Como podéis ver,
no he incluido enlaces de audio ni a Everything Counts en la entrega anterior
ni a Money For Nothing en ésta… He considerado que ambas canciones tienen
suficiente entidad por sí mismas como para aparecer de forma aislada en futuras
entradas del blog (Me he dado cuenta de que las dos hablan del consumismo, el
dinero y la estupidez del mundo moderno… ¿casualidad?). En cuanto a Money For
Nothing, me parece tremenda: esa intro tan larga con el crescendo de la batería
es brutal, el riff de guitarra de Mark Knopfler
es alucinante, y Sting es como la guinda del pastel cantando a los coros “I want my MTV”… Resulta irónico
que, a pesar de meterse a saco con los ídolos prefabricados de la industria musical
y de identificarlos directamente con la MTV, fuera precisamente esa cadena de
televisión la que encumbrara a Dire Straits a la fama mundial con esta canción.
Resulta irónico también que, tres décadas después de que la MTV comenzara sus
emisiones con el clip de Video Killed the Radio Star (toda una declaración de
intenciones), haya sido YouTube el que haya matado a su vez a la MTV; resulta irónico que una cadena llamada Music
Television haya tenido que ir cambiando poco a poco su enfoque (a peor)
hasta el punto de modificar su logo hace un par de años porque ya no emite Música en absoluto.
En fin… Cambiarán los formatos y los sistemas de transmisión y reproducción,
dentro de treinta años YouTube habrá dado paso a su vez a otras plataformas, y llegará
un día en que nadie recordará lo que era un cassette… pero siempre tendremos la
Música.
No es la primera vez que os comento que la buena Música es, en mi
opinión, una fuente inagotable de Belleza, y que la vida sin ella sería desde
luego mucho más triste; estoy seguro de que muchos de vosotros estáis de
acuerdo conmigo en este punto. Ya hace un tiempo
os conté que desde muy niño, además de pedirles a mis padres que me compraran
cassettes de música, también me confeccionaba mis propias cintas con canciones
grabadas de la radio. La edición de estos primeros cassettes, como ya podréis
suponer, era bastante burda, con las canciones cortadas por la mitad y la
frecuente intromisión de los disk-jockeys de Los 40 Principales comentando la
jugada… Posteriormente, cuando empecé a tejer una red de contactos con amigos
de gustos musicales similares a los míos, las cintas vírgenes de 90 minutos de
TDK pasaron a utilizarse para grabar íntegros los álbumes que me prestaban mis colegas
(siempre y cuando me gustaran tras escucharlos, claro está). De este modo, mi
colección fue creciendo poco a poco con el paso de los años.
Cuando el volumen de álbumes en mi poder (grabados o comprados, en
cassette o en CD) fue suficientemente amplio, el siguiente paso lógico era el
de grabar cintas con mezclas de canciones que me gustaran especialmente. La
mayoría de estas selecciones, mucho más cuidadas en su edición que las de la
época de Los 40, las hice para un artista o un grupo determinado, cogiendo no
necesariamente sus Greatest Hits, sino los temas que más conectaban conmigo;
pero también grabé unas pocas cintas en las que el denominador común no era un
grupo determinado, ni siquiera un estilo musical, sino más bien un estado de
ánimo… Esto me hace recordar esa escena de Mejor Imposible
en la que el personaje de Melvin Udall, interpretado por Jack Nicholson, tiene
que hacer un largo viaje en su coche con su vecino gay y la mujer de la que
está enamorado, y confecciona a tal efecto seis CDs de selecciones musicales
con títulos tales como “Para romper el hielo”, “Para animar el cotarro”, “Para
ir tirando” o “Billie Holiday”.
Aún no os voy a desvelar nada sobre mis otras
cintas de selecciones por estados de ánimo, pero, como ya habréis podido
deducir por el título de esta entrada, hoy os comentaré algunas cosillas sobre
mi “Mezcla de Canciones de Buen Rollete”. ¿Y qué se entiende exactamente por
Buen Rollete, en este caso? Se trata de canciones que me transmiten vitalidad,
energía, optimismo, alegría; canciones que me dan Esperanza en el Género Humano
y me animan a seguir adelante; canciones que me reconcilian con el Mundo…
canciones, en definitiva, de buen rollo.
Pasaremos a continuación a escuchar la Cara A completa y la semana que viene le
daremos la vuelta a la cinta.
Glorious Pop Song
– Skunk Anansie: El disco al que pertenece esta canción es de 1996, y era
relativamente reciente cuando grabé la cinta, así que os podéis hacer una idea
de la de años que tiene esta selección… Skunk Anansie tiene uno de los directos
más cañeros que he visto en mi vida, y aunque este tema es más suavecito tienen
otros bastante más potentes; me gustan porque son un grupo sin complejos, que
cogen lo que les gusta de aquí y de allá creando una mezcla de elementos muy
original.
Speed Demon
– Michael Jackson: Sin duda Bad es mi disco favorito de Jackson, tiene un
montón de temazos. La parte que más me gusta de esta canción está a los 2
minutos 37 segundos del inicio: la melodía cantada se sigue repitiendo
exactamente igual, pero el acorde de fondo cambia dos veces, dándole a la misma
frase melódica tres significados completamente distintos, musicalmente hablando…
Es un recurso armónico que me encanta; ya hablaremos de esto con más detalle en
otra ocasión.
Sisters Are Doin’ It For Themselves
– Eurythmics: La versión del disco es un poquito más larga, pero en YouTube
sólo he encontrado ésta. Me gusta la batería, suena como una locomotora; y el
solo de guitarra también me parece muy bueno. A pesar de que, como ya os dije,
no considero que la letra sea el elemento más importante de una canción, en
este caso el mensaje también es chulo y optimista.
Peace in the Neighbourhood
– Paul McCartney: Aunque no he seguido muy de cerca su discografía después de
separarse Los Beatles, tengo algunos álbumes y he podido comprobar que tanto
con los Wings como en solitario McCartney ha seguido componiendo canciones muy
hermosas. Éste es otro caso en el que la letra ha sido un factor determinante
para clasificar la canción como de Buen Rollete. Además, las armonías vocales
son francamente bonitas también.
I’ll Hate You Better
– Suicidal Tendencies: Para compensar, aquí tenemos un ejemplo clarísimo de una
canción que transmite buenas vibraciones sin que la letra ni el título ni el
nombre del grupo tengan nada que ver en ello… Me encanta este disco, y en
particular este tema porque tiene un montón de armonías, disonancias y cambios
de tonalidad superchulos. Y atención al solo de guitarra en 2:10… en dos
palabras: im-presionante.
Take Care of Yourself
– Level 42: No es éste un grupo del que me atraigan todas las canciones, pero
tiene algunas realmente buenas. En particular este tema (como el anterior de la
selección) tiene muchos cambios, no te da tiempo a aburrirte de él, y eso es
algo que por lo general me gusta. Aunque no esté completo, echadle un vistazo también
al videoclip, que es muy
divertido, y creo que una de las razones por las que escuchar esta canción de
nuevo hace que asome una sonrisa a mi cara.
Sideshow
– Alice Cooper: Canción que abre el fantástico álbum conceptual de 1994 con el
que conocí a Alice Cooper: The Last Temptation. En paralelo al disco se publicó
también un cómic en tres partes
con guión de Neil Gaiman y dibujo de Michael Zulli. Este tema me parece un
ejemplo muy representativo del enfoque que ha dado Cooper a toda su trayectoria
musical: usar lo siniestro y lo macabro, no tomado demasiado en serio y
mezclado con altas dosis de teatralidad, buscando en definitiva el
entretenimiento y la diversión.
If You Love Somebody Set Them Free
– Sting: Recuerdo que de niño vi este video musical y me pareció el no va más;
era como si cada uno de los músicos tuviera un superpoder distinto: éste se
puede volver invisible, el otro puede crear un campo de fuerza a su alrededor…
Está claro que ha llovido mucho desde entonces en cuanto a efectos visuales.
Sting es otro de mis artistas preferidos, tanto en solitario como en su época
con The Police.
Everything Counts – Depeche Mode: Para acabar la
primera mitad de esta selección por todo lo alto, nada mejor que un peaso de
grupo como Depeche Mode. Para mi cinta no usé la versión original, sino el
directo de 1989 que cierra la película/documental/concierto 101,
de D. A. Pennebaker:
un experimento bastante interesante en el que no sólo se seguía el día a día
del grupo, sino también las vivencias de unos cuantos fans metidos en un
autobús de camino al concierto final de la gira en Pasadena (en una época, por
cierto, en la que los reality shows eran algo totalmente desconocido en España,
y a lo mejor también en los USA). Esta canción siempre me da muy buen rollo
porque la asocio a los días de mi adolescencia, una época de descubrimiento
continuo en la que a mis amigos y a mí se nos abrieron los ojos a nuevas formas
de Belleza, desconocidas, misteriosas y apasionantes… Nos recuerdo metidos en
los Salones Recreativos de debajo
de mi casa, jugando a los videojuegos y quedando con las chicas de nuestra
clase para ir al Arena Auditorium
el viernes por la noche, mientras en la Jukebox
sonaba esta canción una y otra vez.