Hace ya ciento cincuenta y cuatro años que Charles Darwin publicó su libro El Origen
de las Especies, poniendo patas arriba la concepción que se había tenido del
Hombre hasta ese momento: no siendo suficiente que la Tierra no fuera el centro
del Sistema Solar, ahora resultaba que tampoco éramos la especie elegida de la
Creación, hecha a imagen y
semejanza de Dios, sino tan sólo una más entre la multitud de especies de la
Naturaleza. Esto por supuesto molestó a muchos, y aún hoy en día, siglo y medio
después, hay algunos que se siguen molestando (en
todas las épocas ha habido gente que tarda un poquito más en asimilar los
conceptos).
¿Qué es exactamente la Evolución?
Tratemos de hacer un resumen lo más claro posible.
Para ello tenemos que empezar explicando qué es la Vida: podría decirse que
organismo vivo es todo aquel capaz de utilizar la materia que le rodea para
hacer una copia idéntica o parecida de él mismo. Esto se logró por primera vez
en la Tierra hace unos 3.500 millones de años, y todavía no estamos muy seguros
de cómo se originó, de cómo tuvimos tanta suerte. La información que determinaba
la forma y el comportamiento (es decir, las instrucciones de montaje y de
funcionamiento) del organismo en cuestión se transmitía gracias a cadenas
autoreplicantes, moléculas gigantes hechas de una gran cantidad de átomos,
articuladas básicamente gracias al Carbono, y de estructura tan compleja como
elegante: la Química había dado paso a la Biología. El deterioro accidental de
estas cadenas moleculares de ARN y ADN
daba a veces lugar a lo que se conoce como una mutación; la mayoría de
mutaciones suelen ser perjudiciales para el nuevo individuo, pero de vez en
cuando se producía alguna que le resultaba provechosa
a efectos de adaptación al medio que le rodeaba, y por tanto a efectos de
supervivencia y de cantidad de descendencia.
Estos accidentes afortunados fueron dando lugar
lentamente a una diversificación de las características de los organismos y, a
más largo plazo, a una diversificación de los tipos de organismo, apareciendo
distintas especies que competían entre sí por los recursos del entorno: las que
estaban mejor adaptadas sobrevivían y las que no lo estaban se extinguían más
tarde o más temprano. Esto es lo que se conoce como selección natural y es un
proceso realmente lento, aunque en el camino hacia el Presente se han producido
una serie de cataclismos que le han dado un poco de vidilla al asunto (lo de
“vidilla” lo digo en tono irónico). En los últimos años el Homo Sapiens,
domesticando otras especies y llevando a cabo una selección artificial
de sus características, ha dado también lugar a una mayor biodiversidad de
manera más rápida: basta con decir que todas las razas de perro existentes hoy
en día han evolucionado en tan sólo diez mil años a partir del lobo. Además,
los humanos aprovechan a veces una mutación natural para crear una nueva raza;
es lo que pasó con el gato esfinge en
Canadá en los años 60. En la parte negativa, por último, no hace falta decir
que la especie humana, con su estupidez, ha sido la responsable de la extinción
de muchas otras… pero no nos desviemos del tema.
El conjunto de todas las especies primigenias,
animales o vegetales basadas en el carbono que existen o existieron alguna vez en
la Tierra en el transcurso de estos 3.500 millones de años, con sus
interrelaciones y ramificaciones múltiples a partir de nuestro ancestro
unicelular común, es lo que se ha dado en llamar el Árbol de la Vida;
un Árbol con tantas ramas, con tal nivel de complejidad y tal cantidad de
Belleza, que parece imposible que todo esto haya surgido a partir de una sola
cadena molecular microscópica mecida por las aguas del océano en los albores de
la Tierra. El excelente divulgador Richard Dawkins se refiere al milagro de la Vida
como “El Mayor Espectáculo Sobre la Tierra”, y de hecho ése es el título del
libro en el que se dedica a poner sobre la mesa, de manera rigurosa y
sistemática, las pruebas fehacientes de que la Evolución es un hecho.
Es una lástima que Dawkins y otros científicos y divulgadores tengan que perder
un tiempo precioso para tratar de convencer de lo obvio a quienes se empeñan en
no aceptar la realidad tal y como es… Consolémonos mirando la parte buena del
asunto: gracias a esta controversia podemos disfrutar en la Red, de manera
totalmente abierta y gratuita, de una ingente cantidad de proyectos
y bases de datos, algunas de ellas de gran calidad no
sólo científica sino también estética, sobre el Árbol de la Vida y la Evolución
de las Especies. Y no sólo podemos aprender más sobre la biodiversidad del
planeta en Internet; también podemos hacerlo en la televisión
o en los Museos de nuestra ciudad.
Ya sabéis que a mí siempre me ha gustado ver las cosas en
perspectiva, y que ya lo hicimos con el Espacio cuando hablamos de Galileo, así que hoy que nos estamos centrando
en Darwin podemos hacer lo mismo con el Tiempo. Para ello podemos recurrir a
otro gran divulgador científico, éste ya desaparecido, lamentablemente: Carl
Sagan explicaba en su fabulosa serie Cosmos que una buena forma de comprender
la importancia relativa de las distintas fases de la Historia del Universo es
comparar dicha Historia (o deberíamos decir Gran Historia)
con un año; a esta equivalencia Sagan la llamaba el Calendario Cósmico.
El uno de Enero se correspondería por tanto con el Big Bang y la última
campanada de la noche del 31 de Diciembre sería el momento actual. Por esta
regla de tres, el Sistema Solar y la Tierra se formaron en torno a Agosto, y la
vida no aparece en los océanos hasta Septiembre (de lo que pasó hasta ese
momento ya hablaremos en otra ocasión). Los primeros organismos multicelulares
aparecen en Noviembre, y no es hasta el 15 de Diciembre que se produce la
llamada Explosión Cámbrica, con una gran diversificación de las formas de vida
del planeta. Los primeros vertebrados aparecen el 17 de Diciembre, las plantas
terrestres el 18, y el número de especies de insectos aumenta exponencialmente
el día 21. La aparición de los dinosaurios coincide con la Nochebuena, y la de
los primeros antepasados de los mamíferos con la Navidad. Los pájaros hacen
acto de presencia el 27, y la gran mayoría de especies de dinosaurios se
extinguen el 29 de Diciembre.
¿Y cuál es nuestra contribución al Calendario Cósmico? ¿Cuál es el
peso específico del Hombre, desde el punto de vista evolutivo, en la Historia
del Universo? Ocupamos tan sólo las últimas tres horas de la noche del 31 de
Diciembre… Lo que vendría a ser la cena de Nochevieja. Podéis ir sacando
vuestras propias conclusiones, pero en la próxima entrada retomaré esta idea y
la ampliaré un poco. La semana que
viene nos centraremos en la especie humana y veremos con algo más de detalle cuáles
son los pasos que nos han llevado en esta compleja danza de la Evolución hasta
el punto donde estamos ahora; veremos cuál ha sido la parte de la partitura que
hemos interpretado en la Sinfonía de la Vida, cuál ha sido nuestro papel en el mayor espectáculo sobre la Tierra.
2 comentarios:
¡Qué bueno recordar la pequeñita parte que somos!, que a veces perdemos esa visión con lo "grande" que nos creemos los humanos.
Me ha encantado el video del final, me parece divertido, didáctico y con unas imágenes impresionantes. Me ha gustado tanto que esta vez no te tendré en cuenta lo de los enlaces en inglés ;)
Sí, de vez en cuando no viene mal una dosis de humildad, que últimamente estamos muy subiditos, los Homo Sapiens...
Y estoy completamente de acuerdo en que algunos de los vídeos son realmente preciosos (por eso los he puesto, claro). Redactando la entrada ha habido un par de veces que me he llegado a emocionar viéndolos...
El de David Attenborough explicando el Árbol de la Vida también es muy bonito, pero se disfruta mucho más cuando entiendes el inglés y escuchas lo que cuenta. Y el último vídeo de la entrada, el de Symphony of Science, lo tienes en YouTube con subtítulos en español pero con peor calidad de imagen, lo puedes buscar. Y si hay algo que no entiendas de algún otro enlace, el próximo día que nos veamos con un ordenador a mano yo te traduzco lo que quieras, faltaría más. :-)
¡Un abrazo, Hope!
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