lunes, 30 de septiembre de 2013

Acordes y Disonancias (II)

En la primera parte de esta entrada veíamos que lo que es disonancia para una cultura puede ser armonía para otra, y que lo que parece ruido para una persona podría ser una música compleja e interesante para otra con el oído bien entrenado (Eso sí, digámoslo todo: hay veces que, lo mires por donde lo mires, un determinado tema musical no es más que ruido, por mucho que nos empeñemos). Con el machete entre los dientes, nos adentraremos hoy en nuevos y desconocidos territorios sonoros y seguiremos hablando de disonancias y de música con múltiples capas que descifrar, con una estructura densa y elaborada, rica en sedimentos y en nutrientes para el espíritu y para la mente, como si de la fértil tierra de la huerta valenciana se tratara.
 
 
Pero de igual forma que hacer un suelo fértil supone cultivarlo primero durante siglos, como hicieron los árabes aquí en Valencia, hacer que los temas de un álbum tengan cierto nivel de complejidad y a la vez suenen realmente bien y formen un conjunto coherente no consiste sólo en juntar muchos instrumentos y efectos al tuntún. Hace falta dedicarle tiempo y esfuerzo, pensar previamente en el enfoque que deseas proporcionarle a cada tema y darle muchas vueltas, incluso después de grabado, para ver cuál es el equilibrio que más le conviene a las distintas pistas, quitando todo lo que sobre y dando los últimos retoques si es necesario. Esto es lo que hacen los productores musicales y los ingenieros de sonido. Un ejemplo de productor que me viene a la memoria es el de Phil Spector y su famoso Muro de Sonido, usado a principios de los años sesenta, que consistía en reforzar las pistas principales de la canción con un relleno de varias guitarras acústicas y eléctricas y con arreglos de instrumentos clásicos (secciones de cuerda o viento), consiguiendo así un sonido multicapa, reverberante y denso, que daba muy buen resultado en las jukebox y en las emisoras de amplitud modulada de aquella época.
Acercándonos más al presente, tenemos a Flood, un productor musical que ha colaborado con muchos de los grupos que me gustaban en los noventa (y que me siguen gustando ahora): Depeche Mode, U2, Nine Inch Nails, Smashing Pumpkins, Nick Cave… La semana pasada estuvimos hablando de Achtung Baby, Zooropa y Pop, tres discos con los que U2 quisieron dar un cambio radical a su trayectoria (reinventarse, como se suele decir) y en los que Flood participó como ingeniero de sonido primero y como productor después: seguramente muchos de sus fans de antes renegaron de ellos al escuchar su nuevo estilo, pero está claro que ser original siempre supone correr ciertos riesgos; por lo que a mí respecta, estos discos me parecieron mucho más interesantes que los anteriores… Del mismo modo, hay grupos o artistas que ya desde los primeros álbumes prefieren cultivar un sonido complejo y difícil de descifrar, limitando así su éxito a círculos más minoritarios pero seguramente más fieles a largo plazo.
Pues nada, vamos al lío… Aquí tenéis otros cuantos temas que, si bien siguen presentando acordes raros y disonantes como los de la semana pasada, se caracterizan además y sobre todo por su riqueza de estratos sonoros, por su gran número de pistas, arreglos y efectos… en resumen, por estar muy producidos:
Sweetest Perfection – Depeche Mode: Ya os he comentado anteriormente en el blog que los Depeche son uno de mis grupos favoritos. Mis álbumes preferidos son los de finales de los ochenta y principios de los noventa, cuando Alan Wilder aún tocaba en el grupo, ejerciendo también labores de producción; discos de sonido supertrabajado con los que se siguen descubriendo nuevos detalles incluso años después de haberlos comprado. Empecé a escuchar a DM en la época del Music for the Masses, un álbum lleno de canciones excelentes, pero el tema que os pongo aquí pertenece a su siguiente trabajo de estudio, Violator, también una obra maestra (y producido por Flood, por cierto). Es alucinante toda la parte final de la canción, con un sonido denso y confuso y disonancias que van cada vez a más, hasta que casi se pierde el sentido de la melodía… A pesar del título de la canción, tenemos aquí un ejemplo de imperfección hecha arte.
 
 
Stupid Girl – Garbage: No he seguido a los Garbage muy de cerca en su carrera, pero desde siempre me ha gustado esta canción, que a pesar de no presentar disonancias especialmente reseñables sí tiene un sonido potente y compacto, sin fisuras. Parece ser que los cuatro componentes del grupo, incluida la cantante Shirley Manson, participaban por igual en las tareas de composición y producción, pero me da en la nariz que era el batería Butch Vig, productor del Nevermind de Nirvana y de varios discos de Smashing Pumpkins, el que llevaba un mayor peso a la hora de decidir qué atmósfera sonora se le daba a los temas.
Grace – Jeff Buckley: Cuando vi por casualidad el vídeo de este tema en la MTV, hace muchos años, sus extraños acordes, sus secuencias melódicas y el sonido tan recargado me impactaron inmediatamente; este tío jugaba en otra liga, no se parecía a nada que yo hubiese oído antes… Las armonías, la instrumentación y la voz tan peculiar de Jeff, hermosa y desesperada, me gustaron tanto que fui en seguida a comprarme el disco. Sin duda una preciosa e inclasificable canción, delicada y melancólica pero a la vez potente, de un artista auténtico y muy original que lamentablemente ya no se encuentra entre nosotros. ¿Cuántas buenas canciones nos habremos perdido desde 1997 por no tenerle aquí? Una pena, pero disfrutemos de lo poco que nos dejó, que no es moco de pavo.
In Your Room – Depeche Mode: El Songs of Faith and Devotion está, junto con los dos mencionados antes, entre mis discos preferidos de este grupo. Aunque actualmente todavía los sigo, hubo una época hace años en la que estaba casi obsesionado por conseguir todos los singles y remezclas que sacaban, bien comprándolos o bien pidiéndolos a amigos míos también fans del grupo. Este tema en particular (más bien habría que decir temazo) es un buen ejemplo de algunos de los rasgos que caracterizan al grupo. Por una parte, no sólo la música es excelente, sino que también están muy trabajadas las letras, profundas y sinceras hasta llegar a ser muy crudas a veces. Por otro lado, a la hora de componer manejan en su imaginación tantas capas sonoras para una sola canción que les dan para hacer no sólo la versión del álbum, sino también remixes, y remixes, y remixes que suenan todos estupendamente pero que al mismo tiempo parecen temas distintos, a primera vista… La versión original de In Your Room me la reservo para otra entrada del blog, más adelante, y aparte de eso tened por seguro que los Depeche acabarán teniendo más tarde o más temprano una entrada musical para ellos solos.
There Is a Light – Nick Cave: Como último ejemplo, aquí os dejo este fantástico tema, deliciosamente denso, barroco y oscuro, lleno de disonancias y distorsión, confuso sin llegar a ser incomprensible pero acercándose bastante en algunos momentos. Me encanta la parte de la transición entre las estrofas y el estribillo, con esas débiles notas del órgano que van siguiendo a las tónicas de los acordes como con retraso, como a trompicones, y que transmiten una maravillosa sensación de calma tensa, inestable, como de estar inmerso en un sueño extraño que en cualquier momento puede volverse pesadilla. ¿Y qué podemos decir de la base rítmica? Potente, primaria, arrolladora, imparable, con un sonsonete parecido al de un tren en marcha… La acertada combinación de todos los elementos, de hecho, da lugar a lo que podríamos calificar como una auténtica locomotora de sonido.
 
 
En la primera parte de esta entrada hablábamos de las canciones que no se acaban de comprender del todo las primeras veces que se escuchan, y de la satisfacción que supone empezar a vislumbrar la Belleza oculta detrás de su aparente complejidad; hicimos una comparación entre estas canciones y las personas con un sistema de principios sólido y coherente pero un poco alejado de los convencionalismos sociales, personas que resultan tanto más interesantes cuanto más las conoces, si les das una oportunidad… ¿Por qué no llevar este paralelismo al siguiente nivel y hablar de todo aquello que existe? El Sentido de la Vida, la razón de nuestra presencia aquí, también es a primera vista algo difícil de entender, de concretar en palabras. Es complicado conciliar de manera armoniosa las maravillas del Universo con nuestra propia fecha de caducidad en él. ¿Y por qué hay sufrimiento en el Mundo? ¿Es posible alcanzar una relativa felicidad y paz de espíritu? Nos preguntamos si será el caos el que rige la música de nuestras vidas o si por el contrario la Existencia encierra un acorde exótico y complejo pero coherente al fin y al cabo, un acorde ideado por un compositor con ganas de jugar a las adivinanzas y con un retorcido sentido del humor… Nos preguntamos si será posible llegar a experimentar algún día la gran emoción de empezar a comprenderlo Todo acerca de Todo… Nuestras vidas se asientan sobre una serie de elementos deslavazados, inconexos y a veces incluso contradictorios, como notas discordantes, pero es nuestro deber observar detenidamente todas las piezas del rompecabezas y esforzarnos por encontrar patrones, por descubrir la nota principal y el tipo de acorde que subyace tras el aparente ruido que nos rodea.

4 comentarios:

yo, la reina roja dijo...

Mira que no sabía que Flood había ido de U2 Nick Cave. Raro, raro.

Kalonauta dijo...


Sí, la verdad es que se hace raro pensar que ha trabajado con Nine Inch Nails y también con Tom Jones... ¡Cosas veredes, amiga Carolina! :-)

Besos

Cancro dijo...

Mi visión sobre las disonancias en la música es algo difícil de explicar, supongo que por deformación profesional.
Dentro de la armonía más clásica siempre me ha fascinado Erick Satie, probablemente uno de los clásicos "reconocidos" que ya parecía entender la música de otra manera, y que hacia uso de las disonacias y cambios de tono de una manera magistral. En mi opinión más allá de Debussy, Ravel u otros de su época... Por otro lado, tambien uno de los más citados entre músicos de la actualidad como referencia, cosa que es bastante curiosa, ya que no pasa con otros de "los grandes de la música" como por ejemplo Verdi o Haendel, por dar unos nombres.
La genialidad en la armonía es un Don (dejemoslo por el momento ahí), y el verdadero reto, a mi modo de ver, está en encontrar las joyas entre el fango, y de estos ha habido y hay muchos exploradores, aunque mucho menos reconocidos desgraciadamente.
Entiendo tu posición sobre los temas que mencionas, armonías poco frecuentes, disonancias discretas (o no tan discretas), o la nota que se mantiene sostenida llevando al oyente a la catarsis. Pero el "pero" que yo le encuentro es que en su totalidad se basan en el sistema de doce sonidos al que hemos acostumbrado a nuestro oido.
Yo por mi lado, me siento más cercano al pensamiento de Luigi Russolo, en el que cualquier sonido puede ser música, siempre y cuando sea tratado como tal y suene en el momento apropiado, creando un contrapunto, que aunque no responda a las progresiones standar pueda llevarte a otros puntos de sensibilidad.
Obviamente, eso no signifiqua que disfrute igualmente escuchando a Depeche Mode, U2 y tantos otros, que desde luego han creado grandes obras.
Se me quedan muchas cosas en el tintero, es un tema complejo que merece una larga charla! :D

Kalonauta dijo...


¡Hola, Cancro!

En mi opinión, y esto ya lo he comentado un par de veces en el blog, es a partir de la época de Satie, Debussy, Ravel y compañía cuando la Música se empieza a poner realmente interesante: las armonías y disonancias alcanzan un nivel de sofisticación y complejidad suficientemente alto como para suponer un reto para nuestro oído, tal y como ha sido entrenado en el tiempo presente; llegar a comprender las armonías, descifrar el enigma, superar el reto, supone un goce intelectual y nos produce por tanto una sensación de Belleza.

Estoy totalmente de acuerdo con la idea de que el entrenamiento musical previo es importante y determina nuestra percepción de una obra determinada. Por poner un caso, alguien que no haya oído mucho jazz (yo, por ejemplo) no le verá la gracia, pero si ya tienes cierta experiencia y reconoces ciertos patrones rítmicos o armónicos (complejos e indescifrables para la mayoría de la gente, pero no para ti) la música te parecerá buena. El hecho de calificar un tema como buena música, como música hermosa, depende de que lo entiendas o no, y por tanto es algo subjetivo.

Otro ejemplo aún más extremo: a mí ahora mismo los intervalos de medio semitono me suenan a chino, lógicamente; pero si desde pequeño mis padres me hubieran puesto música con intervalos de este tipo, estaría entrenado, la disfrutaría más e incluso podría reproducirla cantando. Supongo que si usáramos todos este sistema el porcentaje de personas que afinasen correctamente sería menor (por ser las frecuencias más cercanas y por tanto algo objetivamente más difícil), pero las habría, vamos...

En cuanto a eso que comentas de "la nota que se mantiene sostenida llevando al oyente a la catarsis", tengo ya medio redactada otra entrada (que me dejo para más adelante) sobre cómo cambia el significado de una misma melodía principal (los sentimientos que transmite) cuando le pones de fondo secuencias de acordes distintas, y una de las canciones que voy a enlazar es un ejemplo perfecto de esto que comentas... Pero no nos adelantemos, cada cosa a su debido momento.

Es verdad que sobre este tema se puede hablar largo y tendido... Queda pendiente para la próxima vez que Susana nos preste su piso. X-D ;-)

¡Un saludo! :-)