lunes, 23 de septiembre de 2013

Acordes y Disonancias (I)

No, a pesar de lo que pueda parecer por el título no vamos a hablar de una película de Woody Allen. Si en la anterior entrada nos centrábamos en el sentido de la vista hoy cambiamos al del oído, ya que (al igual que la Imagen) la Música puede ser una fuente de Belleza inagotable, si sabes tener las orejas bien abiertas. Ya hace dos milenios y medio, en época de Pitágoras, Platón y Aristóteles, se consideraba que las Ciencias Exactas estaban formadas por cuatro disciplinas, relacionadas todas ellas con los números: Aritmética, Geometría, Música y Astronomía. Y es cierto que la Música tiene mucho que ver con las Matemáticas, aunque no seamos conscientes de ello: dos notas que suenan simultáneamente nos parecen agradables y armónicas entre sí cuando la relación entre sus frecuencias sonoras viene dada por el cociente de dos números sencillos. Por ejemplo, un sonido y su equivalente de la octava superior (un Do y el Do siguiente hacia los agudos, por poner un caso) tienen frecuencias que son una el doble de la otra; y lo que llamamos un intervalo de quinta (por ejemplo Do y Sol) tiene frecuencias relacionadas por un factor de tres medios. El conjunto de una nota, su tercera, la quinta y la octava superior forman lo que llamamos un acorde, que puede ser mayor o menor pero en cualquier caso tiene un significado emocional bien determinado en la cultura musical occidental: más alegre en el caso del modo mayor y más melancólico en el del menor.
 
 
Sin embargo, a partir del siglo XIX va aumentando la complejidad de las armonías en nuestra música y se toman prestados elementos de otras culturas. Estos nuevos acordes, a pesar de parecernos combinaciones extrañas al principio, han ido siendo aceptados por el gran público, y el nivel de complejidad de las secuencias de acordes en un determinado tema o canción ha aumentado enormemente conforme avanzaba el siglo XX. También ha habido una evolución muy importante en cuanto a los ritmos, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión. Hoy en día la diversidad de estilos y la riqueza de nuestro patrimonio musical es enorme, aunque siempre hay nuevas fronteras que alcanzar: por ejemplo, nuestros oídos todavía no están entrenados para distinguir más de doce sonidos distintos (separados por semitonos) dentro de una octava, mientras que las escalas de algunas tradiciones musicales de Oriente utilizan cuartos de tono, llegando incluso a haber escalas microtonales con más de cuarenta notas distintas. Aquella parte de la Música que puede ser explicada por la Ciencia (como ya intentaban los sabios de la Grecia clásica) se va revelando cada vez más amplia y compleja, a la vez que queda claro que otros aspectos de la experiencia musical entran de lleno en el terreno de lo subjetivo, ya que la misma canción escuchada por dos personas distintas nunca despertará en ambas exactamente los mismos sentimientos… El hecho de que no sea una Ciencia tan Exacta como parecía es lo que hace a la Música algo tan maravilloso y apasionante.
Hace tiempo os comenté que me gustan las canciones originales, fuera de lo común y con un cierto nivel de sofisticación: un tema armónicamente complejo permite transmitir sentimientos más complejos, y por tanto te cuenta una historia más interesante, a veces sin necesidad de palabras. Una canción simple como el funcionamiento de un botijo no da más de sí después de unas pocas audiciones, mientras que un tema más trabajado y de cierta complejidad te permite descubrir nuevos detalles cada vez que lo escuchas y no te llega a aburrir nunca. En ocasiones ocurre que una determinada canción no te gusta las primeras veces que la oyes porque presenta un patrón rítmico o armónico muy extraño, que no acabas de entender del todo… pero si le das unas pocas oportunidades más empiezas a cogerle el tranquillo, a comprender sus reglas internas (a veces de forma consciente, a veces más intuitiva) y a ver cierto orden donde antes parecía haber sólo caos. Y el hecho de que descifrarla haya requerido un mayor esfuerzo de concentración es lo que te produce una especial satisfacción; es como descubrir un rincón del bosque, oculto pero muy hermoso, al que sólo unos pocos afortunados han tenido acceso. Esto hace que la disfrutes más, y a veces se convierte incluso en una de tus canciones favoritas. Del mismo modo, y haciendo uno de esos paralelismos que tanto me gustan, hay por ahí personas realmente interesantes que pasan inadvertidas a no ser que vayamos más allá de la primera impresión y dediquemos un cierto tiempo para llegar a conocerlas bien… Sin embargo, en este mundo dominado por las prisas, en el que triunfan las baladitas ñoñas de dos minutos con las que nos machacan Los 40 Principales, no muchos están dispuestos a conceder a nadie una segunda oportunidad… y así nos luce el pelo. Pero volvamos al tema original, que me voy por las ramas.
 
 
Para no quedarme en la teoría respecto a todo esto, en la presente entrada doble incluiré unos cuantos ejemplos de canciones que me parecen especialmente curiosas, bien por presentar acordes disonantes y aparentemente extraños, bien por su complejo entramado de múltiples capas sonoras, o bien por incluir en algún punto una distorsión del sonido que se aleja de toda armonía posible. Espero que les pilléis la gracia y os gusten tanto como a mí.
Being for the Benefit of Mr. Kite – The Beatles: ¿Qué podemos agregar sobre los Beatles que no se haya dicho ya? El Sgt. Pepper es uno de mis discos preferidos del grupo de Liverpool, y por aquel entonces, segunda mitad de los sesenta, empezaba una etapa muy interesante a nivel musical. De este tema se puede destacar el marcado contraste entre los trozos cantados, con un sonido más convencional, y los fragmentos instrumentales, totalmente novedosos en su época, hechos a base de mezclar varios loops con samplings y efectos hacia delante y hacia atrás, que generan un maravilloso ambiente onírico-circense. Me resulta curioso cómo al escuchar ese batiburrillo de carrillones tocando distintas melodías en todos los tonos posibles, siempre tengo la impresión de que en un par de momentos ese caos acompaña por un segundo a la melodía principal de manera armónica; mi cerebro sigue buscando consonancias donde realmente no las hay, ansía el orden dentro del caos.
You Only Live Twice – Nancy Sinatra: Por lo general me gusta el estilo de las canciones para las películas de James Bond, pero ésta en particular me parece especialmente hermosa. Me encanta la sensación de paz que transmiten el arpa y la sección de cuerda, y el interesante contraste entre la melodía descendente que acompaña a la voz y los exóticos acordes de fondo de los violines, ligeramente disonantes en sí mismos y respecto a la melodía pero a la vez muy agradables de escuchar.
Why You Wanna Trip on Me – Michael Jackson: He aquí un buen ejemplo de que Jackson, a pesar de ser un artista de masas, experimentaba bastante con el sonido de algunos de sus temas. Todavía hoy me siento confuso al tratar de describir con palabras qué es lo que tiene de especial esta canción… Las armonías del estribillo no tienen nada de raro, pero escuchar las estrofas me produce cierto desasosiego que seguramente tiene que ver con alguna diferencia de medio semitono entre las distintas pistas, que aún no he sabido identificar. Es posible que también haya una pequeña diferencia de tonalidad entre el estribillo y las estrofas, pero ya os digo que esto no es easy-listening en absoluto; estas diferencias son muy sutiles y es difícil percibirlas… Cualquier ayuda o explicación adicional con la que queráis contribuir a través de los comentarios será bienvenida.
 
 
Black Hole Sun Soundgarden: Recuerdo que hace muchísimo tiempo intenté sacar la partitura con los acordes de esta canción para piano (todavía debo tenerla por ahí) y me costó un montón captar todos los detalles… Tiene muchas disonancias no sólo dentro de cada acorde, sino en la propia secuencia de acordes, que es bastante extraña y original, y en algunos momentos no acaba de quedar muy claro cuál es la nota tónica o la dominante. Habréis observado que en este tipo de entradas por lo general pongo los enlaces a las canciones sin incluir los videoclips, para que os concentréis en la Música sin que os distraiga la Imagen: en este caso en concreto el vídeo era bastante perturbador (aunque algunos de los efectos visuales se han quedado un poco anticuados), pero podéis comprobar que la canción por sí sola también tiene una cierta cualidad onírica y malsana, y no pierde ni una pizca de su poder evocador. Hay temas de Soundgarden que aún hoy en día siguen escapando a mi entendimiento, que se pasan de experimentales para mi gusto, pero por otro lado algunas de sus canciones me parecen verdaderas obras maestras.
Zoo Station – U2: Para terminar por hoy, he aquí el tema que abre el Achtung Baby, mi disco favorito de U2, seguido en el Top 3 de mi ranking por los dos siguientes, Zooropa y Pop. La primera vez que oí el principio de la canción pensé por un momento que el CD o los altavoces estaban defectuosos: parece que falten algunas pistas de sonido, y los golpes de la percusión suenan distorsionados, sucios, saturados, y entrecortados como si el cable hacia la amplificación estuviese pelado e hiciese un mal contacto. Además, la imperceptible base rítmica (de sonido similar a una marimba) y los glissandos de guitarra que suenan previamente a la aparición de la percusión están muy bajos de volumen, por lo cual nuestra primera reacción (si no conocemos el tema) es subirlo, con lo que el resto de la canción se oye más fuerte y potente. Y el truco es doble (y doblemente eficaz), porque al contraste de volúmenes se añade el de la nitidez sonora que comentábamos antes: en comparación con la distorsión del principio, el resto de la canción parece tener un sonido más limpio y más brillante, y subjetivamente gana mucha fuerza. En resumen: un fantástico trabajo de composición y producción y toda una declaración de intenciones, abriendo un disco que suponía un gran cambio respecto a los anteriores de la banda. Creo que los contrastes de cualquier tipo (armónicos, rítmicos, de volumen, de estilo…) son muy útiles a la hora de hacer que la Música sea más interesante, ya que intensifican la experiencia estética derivada de escucharla. De hecho, creo que cualquier tipo de experiencia estética se ve potenciada por el contraste, y de ahí el nombre de este blog: es la fugacidad de las cosas en el Tiempo, el saber que mañana ya no estarán aquí, lo que nos hace valorar aún más su Belleza. La próxima semana, más ejemplos de canciones que han encontrado el equilibrio justo entre armonía y disonancia; más ejemplos de ambientes sonoros densos y complejos en los que hay que adentrarse con el machete entre los dientes.

4 comentarios:

yo, la reina roja dijo...

¡Muy interesante! Voy ahora mismo con la señorita Sinatra. ;)

Kalonauta dijo...


Excelente elección, si Su Majestad me permite decirlo... ¡Carlos, marchando una de Nancy Sinatra para la mesa dos! ;-)

Anónimo dijo...

Black Hole Sun! k gran tema!
y Zoostation...madre mía si yo te contara la de recuerdos que me trae a mí ese álbum! Ni qué decir también del innovador tour que llevó U2 por aquella época!
susana

Kalonauta dijo...


Susana, Soundgarden eran (y son, porque se han vuelto a juntar) muy buenos, aunque como ya digo dependía un poco de la canción: tenían un poco de todo. Del Superunknown me gustan también, por ejemplo, "Fell on Black Days", "Spoonman", "The Day I Tried to Live" o "Fourth of July". Audioslave tampoco están nada mal, tarde o temprano caerá también alguno de sus temas en el blog.

En cuanto a U2, Achtung Baby es mi disco preferido. Tiene un arranque impresionante, y se mantiene muy bien hasta la octava pista, prácticamente son todo temazos: "Even Better Than The Real Thing", "Who's Gonna Ride Your Wild Horses", "Mysterious Ways"... Lástima que (en mi opinión) se desinfle un poco en las últimas cuatro canciones.

¡Un abrazo!