lunes, 28 de enero de 2013

A Cinco Metros Bajo Tierra (II)

Estamos ya en la segunda parte de esta entrada y aún no os he explicado el porqué del título, aunque algunos ya os habréis percatado de que juego con la expresión “A Dos Metros Bajo Tierra”, solo que en este caso no estamos hablando (todavía) de personas muertas, sino de una ciudad que sigue muy viva hoy. No hay más que ver el ambientillo que se disfruta cualquier día y casi a cualquier hora en la Plaza de la Virgen, uno de mis lugares favoritos de la ciudad, con una amalgama de gente de muy distinta procedencia y condición disfrutando junta del espacio público, como tiene que ser. ¡La ciudad para los peatones!
A poca distancia de allí y más o menos cinco metros por debajo están los restos más antiguos del yacimiento de l’Almoina, cita ineludible para todo amante de la arqueología que viva en Valencia o que esté de paso. Lo bueno del Centro Arqueológico es que todos los elementos arquitectónicos están in situ, es decir, no han sido trasladados allí sino que se han dejado tal cual en el lugar en que se han encontrado. Para complementar los restos de los edificios, hay expuestos objetos correspondientes a las distintas épocas y se han instalado pantallas que proyectan vídeos y recreaciones infográficas explicativas de los contenidos del Museo. En mi opinión, tanto la intervención para añadir la cubierta de cristal como la planificación del itinerario se han hecho con muy buen criterio. Como otros muchos museos de la ciudad, l’Almoina abre de martes a sábado todo el día y los domingos por la mañana. Hay visitas guiadas y visitas libres, y creo recordar que hay turnos con aforo limitado cada media hora, de modo que en los días de mucha afluencia es necesario reservar con antelación. Si no me equivoco, las visitas libres en sábados y domingos son gratuitas, y en el resto de casos la entrada es de 2€, o 1€ con descuento.
 
 
Al estar el Museo en la zona más antigua de la ciudad, la densidad y la diversidad de los hallazgos es tal que se puede percibir claramente la diferencia de altura entre los estratos de las distintas épocas, se puede ver cómo va subiendo la cota con el paso de los siglos. Lógicamente, en otros lugares de la ciudad pueden ser diferentes las profundidades correspondientes a las distintas etapas históricas, pero tiene especial interés (y es más romántico) centrarnos en el punto donde nació Valencia. ¿Cómo se consigue que una ciudad (o al menos su zona centro) suba de nivel unos cinco metros en dos milenios? En lugares donde la sedimentación se debe a causas naturales, exclusivamente geológicas, el ritmo de estratificación es mucho más lento, sobre todo si hay poca agua cerca… Veamos pues cuáles han sido los factores principales que han hecho que esta entrada pueda perfectamente titularse Amunt València!
Partamos de la cota más baja, en la época de la fundación: si en nuestra visita al Museo nos fijamos en el nivel de las Termas y el Cardo Máximo de la etapa romana republicana (alrededor del 100 a.C.) y lo comparamos con el nivel de la calle en la Valentia imperial (en torno al 100 d.C.) veremos que hay una diferencia de altura de 1’5 metros entre la República y el Imperio. ¿A qué se debe tal aumento de la cota? Troya no es la única ciudad que ha sido escenario de sangrientos conflictos bélicos: en el año 75 a.C. Valentia se vio envuelta en una guerra civil en el seno de la República de Roma, que en nuestro caso enfrentó a los ejércitos de Pompeyo y Sertorio. La ciudad era fiel a Sertorio, gobernador de Hispania, pero estando éste en las tierras del sur Pompeyo aprovechó para atacar y venció a sus lugartenientes bajo las murallas de Valentia, causando diez mil bajas a los defensores de la ciudad. Como escarmiento, muchos de los prisioneros fueron torturados y ejecutados en el Foro y, con la única excepción del Santuario dedicado al dios Asklepios, Valentia fue completamente arrasada e incendiada, convirtiéndose en una ciudad fantasma y en ruinas durante más de cincuenta años, hasta el momento de su segunda fundación, aunque realmente no volvió a ser la ciudad que había sido hasta finales del S.I d.C.. Estos hechos han sido confirmados por el hallazgo en el yacimiento de l’Almoina de los restos mutilados de catorce hombres, cubiertos por una capa de ceniza. Los historiadores y arqueólogos conocen los conjuros necesarios para hacer que las ascuas apagadas se enciendan de nuevo y los esqueletos sin piernas les susurren al oído, en voz muy baja, estas historias de los Tiempos Antiguos.
 
 
También tenemos noticias de conflictos ocurridos durante la época imperial: por ejemplo, hacia el año 260 Valentia es destruida y reconstruida rápidamente en el transcurso de otra guerra. Sin embargo, no hay diferencia de nivel entre la etapa imperial y la visigoda porque la decadencia del Imperio Romano y la oleada de inmigración de pueblos germánicos como los Suevos y los Visigodos, hacia el S.V, fue un proceso de transición lento y pacífico. A partir del 711 se produce la llegada de los Musulmanes a la península, aunque Valentia no sufre una verdadera guerra sino que, tras unas cuantas escaramuzas sin importancia, Agrescio, señor de la ciudad, y Tariq, caudillo de los atacantes, pactan una rendición ventajosa, de manera que (aunque cambian los que están en el poder) a gran parte de los anteriores pobladores de la ciudad se les permite seguir viviendo allí junto con los nuevos ocupantes. Es por esta razón, entre otras, que en el Centro de l’Almoina hay una diferencia de sólo medio metro entre el nivel imperial-visigodo y el nivel islámico.
El resto hasta la superficie actual, unos tres metros, corresponde a los distintos estratos a partir de 1238, es decir, del periodo medieval en adelante. Esto depende, como decíamos antes, del punto de la ciudad en que te encuentres, pero por ejemplo en el lienzo de muralla árabe visitable en la Plaza del Tossal también se aprecia claramente esta diferencia de tres metros. En el caso del Museo Arqueológico, el Alcázar Islámico es la parte más alta de todo lo expuesto hoy en día. El resto de hallazgos de época árabe y prácticamente todos los de época medieval, incluido el edificio de la institución benéfica de l’Almoina (significa “limosna” en árabe y en valenciano) que da nombre al Museo, han tenido que retirarse, con un proceso previo de rigurosa documentación y catalogación, para poder dejar al descubierto los restos más antiguos.
 
 
De manera similar a lo ocurrido quinientos años antes con Agrescio y Tariq, en 1238 el rey Zayyan llegó a un acuerdo con Jaume I para que la ocupación de Balansiya se realizase de manera pacífica, respetando a los musulmanes que quisieran pagar un impuesto para seguir viviendo allí. En aquella época las cosas eran bastante más complejas de lo que nos hacen creer en las películas: antes de que el rey Jaume hiciera su desfile oficial de entrada en la ciudad, el nueve de octubre, vivían ya en Balansiya unos 65.000 cristianos, prácticamente un tercio de la población, y se realizaban todos los años procesiones de Semana Santa que eran toleradas por los gobernantes musulmanes; tengamos en cuenta que siglo y medio antes, entre 1094 y 1099, la ciudad había sido gobernada por Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, hasta su muerte, y muchos cristianos se habían trasladado a vivir allí entonces. Seguramente el Cid tiene también su parte de responsabilidad en la subida del nivel de la ciudad, porque al parecer el grado de destrucción durante su asedio a Balansiya fue considerable. Y no sólo eso: su viuda Jimena resistió en la ciudad hasta 1102, y cuando vieron que no serían capaces de defenderla frente a los atacantes almorávides la abandonaron, no sin antes prenderle fuego…
Pero no nos desviemos del tema, volvamos a 1238, la fecha oficial de la Reconquista: gracias al pacto alcanzado, la ciudad no sufrió muchos daños materiales durante el conflicto propiamente dicho, pero lógicamente a largo plazo se remodeló su fisonomía, demoliéndose una parte importante de sus edificaciones. Los valencianos musulmanes acabarían teniendo que mudarse al barrio de la Morería, y muchas iglesias cristianas se edificaron sobre los escombros de las mezquitas, con la consiguiente subida del nivel del suelo. La Catedral de València se edificó, como en muchas otras ciudades reconquistadas, sobre la Aljama o Mezquita Mayor, que a su vez había sido construida casi en el mismo lugar donde en su día estuvo la Catedral Visigoda. La Aljama fue bendecida por el rito cristiano en 1238 y utilizada a modo de catedral hasta 1262, fecha en la que se puso la primera piedra del edificio románico que ha llegado hasta nuestros días.
 
 
¡Madre mía, qué tarde es! ¡Y qué oscuro está! Como suele ocurrir cuando me dejo llevar por mi entusiasmo, me he alargado más de la cuenta. Cuando veáis que me enrollo demasiado, vosotros decidme tranquilamente que pare, no tengáis vergüenza… Podríamos seguir hablando horas y horas de otros conflictos bélicos que han supuesto la destrucción de una parte de la ciudad: de la dos veces leal defensa contra los ejércitos de Castilla en 1363 y 1364; de la lucha contra los ejércitos de Napoleón en 1808, 1810 y 1812 y de cómo a la tercera va la vencida; de los crueles bombardeos de la aviación de Mussolini, y en menor medida también la de Hitler, durante la Guerra Civil… Pero no os preocupéis, que podemos hablar de todo esto y más cualquier otro día. Por de pronto, la próxima semana, en la apasionante conclusión de esta entrada, veremos que no es necesaria una guerra para subir la cota de la ciudad. Por cierto: parece que va a llover…

8 comentarios:

Hope dijo...

Reflexión autocrítica: aún estoy con la cara coloreada de vergüenza por la evidencia de mi ignorancia respecto a la ciudad dónde vivo. Así que, mi comentario es: GRACIAS! por hacer que la conozca un poquito más, y además si va a ser de esta forma tan amena, me apunto a saber mucho más ;)

Kalonauta dijo...


¡Muchas gracias a ti por comentar, Guapa! La verdad es que el número de visitas diarias del blog aumenta poco a poco, pero si nadie comenta nada, me quedo con la duda de si ha sido gente que se ha equivocado y se ha ido a los dos segundos, o generadores de spam, que también me llega bastante al cabo de la semana.

Os animo de nuevo a todos a dejar comentarios, aunque sean de dos palabras, en las entradas que más os gusten. Ya sabéis: los blogueros escribimos para saber que no estamos solos...

El próximo lunes un poquito más sobre la historia de Valencia, Hope... ¡Espero que la disfrutes! :-)

Anónimo dijo...

como te documentas y como me gusta como escribes! Felicidades!
Susana

Kalonauta dijo...


¡Gracias, Susana!

En entradas como estas, lógicamente, no parto de cero a la hora de documentarme, sino que recurro a notas mías que ya tenía tomadas de otras ocasiones, o a enlaces interesantes que ya tenía localizados; sería imposible generar todas estas parrafadas de la nada en una semana. Lo único que hago es seleccionar los datos más interesantes de acuerdo con el tema general de la entrada, ponerlos en el orden adecuado y darles forma con la redacción final del texto... más los hipervínculos y las fotos, claro.

Me alegro de que te gusten las entradas, porque la verdad es que mi buen trabajo me cuestan, aunque me lo paso bien haciéndolas... Pero tengo que encontrar la forma de evitar que se me alarguen hasta el infinito y más allá... Ya seguiremos hablando de este tema.

¡Un abrazo!

Abril dijo...

Hola Juan, como ves no he tardado nada en visitar tu blog. Y, como no, tenía que empezar por la Almoina. Ya que trabajé allí durante 5 meses, en contacto con lo que queda de todas esas historias que cuentas sobre Valencia, añadiré una pequeña historia más de la ciudad que podemos revivir en l'Almoina y que a mí se me quedó grabada: la del pozo donde arrojaban los objetos usados por las personas que morían de peste en la epidemía de 1348 por miedo al contagio. Uno de los episodios más horribles y siniestros de la historia de Valencia y de Europa entera...
La verdad es que la Almoina da mucho de sí y al leer esto me han dado ganas de volver a pasarme por allí un día de estos.

Me gusta tu blog... Volveré!!

Kalonauta dijo...


¡Hola, Abril, qué gusto verte por aquí!

¡Qué suerte tienes de haber podido disfrutar de parte de esos descubrimientos y del proceso de museización en directo! Ya sabes que a partir de ahora soy tu fan absoluto. :-)

En las entradas sobre arqueología o historia de la ciudad seguro que tú sabrás más que un simple aficionado como yo, así que no dudes en corregirme o mandar algún comentario si ves que hay datos equivocados o incompletos... Me gusta aprender cosas nuevas, y más aún de una profesional como tú, así que yo encantado.

Es curioso que nombres la peste de 1348, porque precisamente generó una de las crisis de las que hablo en mi entrada de este lunes... Supongo que con la de años que han pasado ya no habrá ningún peligro de contagio, pero de todos modos a mí me daría un poco de respeto tocar esa vajilla, ¿no?

Una cosa que me da mucha pena es que de la época cristiana medieval casi lo único que haya quedado sea el pozo con la vajilla contaminada... Claro, hay muchos estratos distintos en la misma zona y hay que retirar los más recientes para llegar a los más antiguos... Sé que se deja todo bien documentado y fotografiado conforme se va excavando, pero aún así es una lástima que no podamos visitar el museo con los restos tal y como estaban en el siglo de oro, o durante la época árabe. ¡Nos quedan tantas Valencias por conocer todavía...!

Me alegro mucho de que te haya gustado esta entrada, y espero con ansia tus próximos comentarios en el blog...

¡Un abrazo! :-)

Abril dijo...

No te creas, no siempre los profesionales o la gente que ha estudiado la carrera de Historia o Historia del Arte sabe más. Sabe el que tiene interés y curiosidad en saber y dedica su tiempo a buscar información y tú lo haces :)

Kalonauta dijo...


Muchas gracias por los piropos, Guapa... Léete las entradas que quieras, que invito yo. ;-)

¡Besetes! :-)