martes, 8 de agosto de 2017

Digitalizando el Planeta


Voy a contaros algo curioso. El primer encierro de los Sanfermines se lleva a cabo cada siete de julio a las ocho de la mañana, y yo hice la mudanza de mis cosas al piso nuevo el pasado viernes siete de julio, comenzando a las ocho y cuarto… Hasta ahí, nada excesivamente raro. La coincidencia más asombrosa está en que, aunque mi traslado duró algo más que los dos o tres minutos de los encierros, la distancia que recorrieron mis cajas y muebles fue exactamente la misma que la que se corre en Pamplona: ochocientos cincuenta metros. Este dato sobre los encierros lo descubrí por casualidad en un artículo de prensa un par de días antes, pero la distancia a cubrir para la mudanza la había consultado previamente en Google Maps.




Esta es una herramienta online que uso a menudo, no solo para planificar mis viajes dentro y fuera de la ciudad sino también a veces por pura curiosidad, para explorar otros lugares del planeta y porque siempre me han gustado mucho los mapas. Google Maps vio la luz a finales del 2005 y Google Street View, aunque empezó de forma muy limitada, lo hizo en el 2007; y aunque ahora estamos acostumbrados a usarlos, habrían sido algo totalmente impensable tan solo diez años antes de su aparición. Son un claro ejemplo del increíble potencial de Internet como medio para recopilar y compartir información, en este caso acerca de la situación de ciudades, calles y lugares concretos. Se trata de un entorno digital que abarca todo el planeta con un mismo formato unificado y que tiene una gran versatilidad, en el que puedes añadir o eliminar multitud de capas y en el que puedes consultar la información a muy distintas escalas, lo cual te da una buena visión de conjunto y, pasando ya de lo práctico a lo filosófico, te ofrece una nueva perspectiva de cómo dos lugares cualesquiera de la Tierra, por pequeños que sean, están realmente conectados entre sí.

Cada día los trabajadores de la empresa se pasean con los coches de Google Street View por distintas ciudades y pueblos del planeta, haciendo fotos con las cámaras especiales instaladas en el techo, y luego ponen esa información a disposición de cualquiera que la quiera consultar (Recuerdo que una vez, hace tiempo, los vi en acción en uno de mis paseos por las calles de Valencia). A esto se añade que a los museos, lugares turísticos, comercios y entidades públicas en general les interesa estar accesibles a través de una interfaz potente y mundialmente conocida, así que ellos mismos les ofrecen sus datos y las plantas de sus edificios por iniciativa propia… Incluso parece ser que los de Google ponen sus cámaras a disposición de quien quiera escanear nuevas zonas, en una relación que en ocasiones puede resultar provechosa para ambas partes: unos ponen la infraestructura y aumentan su base de datos, mientras los otros ponen la mano de obra pero a cambio “aparecen en el mapa”.




Cuando hablo de la gran variedad de herramientas y aplicaciones disponibles no solo me refiero a la posibilidad de medir distancias y calcular tiempos, consultar datos de transportes públicos o buscar la localización y horario de un tipo de comercio determinado, sino también en lo referente al formato de visualización. Además del formato normal de callejero tenemos la opción de imagen por satélite, cuya información, más visual, es a veces bastante útil. También está la imagen satélite 3D, con la que tienes una representación muy realista de los edificios no solo desde arriba sino también por los laterales, incluyendo información sobre alturas, que a mí me resultó valiosísima a la hora de averiguar la localización de los pisos que me gustaban en la web de idealista.com, ya que la mayoría de veces los anuncios no dan la dirección exacta para que tengas que recurrir por fuerza a la agencia inmobliliaria… Por lo que tengo entendido, la visualización en formato satélite 3D es similar a la del programa descargable Google Earth, aunque no estoy muy familiarizado con este último.

Por otra parte, ya he hablado antes del Google Street View; recuerdo que habitualmente he entrado en esta aplicación ampliando el zoom al máximo en Google Maps y haciendo doble click otra vez, pero parece ser que ahora se hace arrastrando a Pegman, el pequeño hombrecillo naranja, al punto azul que te interese en el mapa… Tal vez algunos lectores recordéis que Street View ha sido ya el protagonista de anteriores entradas del blog… Esta herramienta también tiene una gran cantidad de aplicaciones, y no solo de tipo práctico para el día a día, sino también humanitarias, culturales, artísticas y de ocio.




Por supuesto, por muy extendidas que estén las aplicaciones de Google, hay muchas zonas del planeta, sobre todo en países en vías de desarrollo, a las que no han llegado todavía. Por ejemplo, la región de Oriente Medio y la práctica totalidad de África carecen de la opción de Street View, y los mapas en formato callejero están muy poco detallados; en algunos de estos casos es mejor recurrir a otras opciones como OpenStreetMap… Y hablando de lugares remotos, quiero nombrar un par de páginas web de Google que llevan la exploración y el correspondiente mapeado más allá de las fronteras de nuestro Planeta: mientras que Google Mars no pasa de ser una mera curiosidad, la web de Google Moon sí proporciona bastante información interesante sobre las misiones tripuladas a la Luna que se hicieron a finales de los sesenta y principios de los setenta; no hay más que hacer zoom en las distintas zonas del mapa lunar.




Ya que estamos en la Luna, dejadme seguir soñando despierto: las prestaciones actuales de Google Maps son muy buenas, pero como ya hemos comentado hay muchos lugares en los que la información disponible es limitada, e incluso en los mejor explorados las fotos del Street View presentan saltos, discontinuidades y trozos movidos, y hay multitud de rincones a los que no se puede acceder, ya sea porque no llegan los coches o por motivos de seguridad o privacidad… Tal vez dentro de unos años salga una versión perfeccionada de gran calidad que mediante un sofisticado sistema de escaneado láser instantáneo permita llegar a escalas muy cercanas sin fallos ni distorsiones y con gran resolución. O, yendo un paso más allá, un Google Street View Live que, conectado a una red con innumerables cámaras de vigilancia, al estilo del Gran Hermano de Orwell, y con un complejo software de interpolación digital, permita obtener imágenes en movimiento y en tiempo real desde cualquier punto elegido y en cualquier dirección… Da un poco de miedo pensarlo, ¿no?

Una opción de la que ahora disponen solo un reducido número de monumentos y edificios importantes, como la torre del One World Trade Center de Manhattan, nos permite ver una serie de fotos tomadas a lo largo del Tiempo para observar su evolución mientras se construían o mientras eran restaurados; esto se consigue en Street View, clicando arriba a la izquierda el icono del relojito con las flechas en sentido antihorario… Usando de nuevo la imaginación y llevando este concepto al extremo tendríamos el Google Space-Time, en el que a todas las herramientas y modos de visualización ya citados se les añadiría el parámetro del Tiempo, pudiendo observar en el modo de mapa callejero cómo las ciudades fueron creciendo con el paso de los siglos o incluso, en el modo Street View avanzado, a las personas anónimas del Pasado realizando sus tareas diarias o a los personajes relevantes participando en los grandes momentos históricos… Y puestos a flipar por un tubo, ¿por qué no un Google Future que nos diga, entre otras cosas, cuándo estará concluida la primera fase del Parque Central de Valencia, cómo acabará el mandato de Donald Trump en la presidencia de EEUU o lo que va a pasar con el cambio climático en las próximas décadas? Si el Google Maps de la actualidad parecía algo propio de la ciencia ficción en los noventa, ¿quién dice que alguna de estas versiones mejoradas no pueda llegar a existir tarde o temprano?




Las posibilidades que me vienen a la cabeza son innumerables (¿Incluir sonido, olores, tacto…?). Me imagino usando el Google Street View Live en mi portátil y metiéndolo por la ventana de mi piso, encontrándome a mí mismo buscando y mirando en la pantalla del ordenador a otra pequeña versión mía buscando, y así en un bucle infinito… Esta idea me recuerda aquel fragmento de La Historia Interminable, hacia la mitad de la novela, en el que la Emperatriz Infantil le pide al Viejo de la Montaña Errante que lea la propia Historia Interminable desde el principio, incluyendo de nuevo el momento en el que empieza a leerla, entrando así en el círculo del Eterno Retorno, aparentemente sin salida a no ser que Bastián se decida a inventar un nuevo nombre para ella…

Y sin dejar la obra del gran Michael Ende, me viene también a la memoria ese pasaje de Momo en el que Gigi Girolamo, haciendo una visita guiada por el anfiteatro con unas distinguidas turistas americanas, se inventa sobre la marcha una historia acerca del cruel tirano de la antigüedad Marjencio Communo, que se volvió loco en su vejez y decidió hacerse otro Mundo nuevo, enteramente a su gusto. Levantando el anfiteatro a modo de pedestal, ordenó que se construyera un globo del mismo tamaño que la vieja Tierra, y en el que había que reproducir con máxima fidelidad cada detalle: cada casa, cada árbol, las montañas, ríos y mares. Toda la Humanidad fue obligada, bajo pena de muerte, a trabajar en la ingente obra. Como se necesitaba mucho material para ese globo, la Tierra se hacía cada vez más pequeña, y para cuando se hubo terminado todos los habitantes se habían pasado al nuevo globo terráqueo, porque la vieja Tierra había desaparecido. Cuando Marjencio Communo se dio cuenta de que todo seguía exactamente igual que antes y de que la empresa había resultado una gran pérdida de Tiempo, se cubrió la cabeza con la toga y se fue, nadie sabe adónde… Me encantan las últimas líneas de este pasaje, en las que Gigi aclara a las turistas que están justo en el punto de unión entre ambos mundos, y que tienen que imaginárselo todo al revés, porque el Mundo actual no es más que el globo terráqueo de Marjencio Communo, revelación ante la cual las damas huyen horrorizadas mientras el cicerone presenta en vano la gorra.




Al hilo de todo esto, y hablando de anfiteatros romanos, recuerdo haberme emocionado bastante hace unos días al leer, documentándome para esta entrada, que las ruinas de Pompeya podían visitarse virtualmente gracias al Street View… Cuando al día siguiente lo intenté no estuvo mal, pero la experiencia dejó bastante que desear en comparación a lo que me había imaginado: había sitios a los que no se podía llegar, otros de los que no se podía salir porque te quedabas atascado, otros movidos o con turistas delante… No era ni mucho menos como estar allí. Recurrir a la versión digital está bien cuando no tienes acceso al original, pero en caso de poder elegir hay que tener siempre presente que lo digital no es más que una mala copia de lo auténtico. Yo uso casi siempre Google Maps como un medio y no como fin en sí mismo; como una ayuda para poder llegar a los sitios y disfrutar de ellos en directo.

Del mismo modo, para mí las redes sociales son una manera de contactar con mis amigos y quedar con ellos en persona (algo que a veces no resulta tan fácil como parece, pero al menos hay que intentarlo). No entiendo cómo puede haber tal cantidad de gente que vive más en las redes sociales virtuales que en el Mundo real, sin darse cuenta de que lo digital, a pesar de parecer más cómodo y fácil, es mucho menos verdadero… Pero no quiero entrar con detalle en este tema; ni tampoco a valorar otras posibles desventajas de un hipotético Google Street View Live, como la pérdida de privacidad y libertades y el sacrificio de la intimidad personal en aras de la seguridad general… Como ya hemos dicho en otras ocasiones, una herramienta no es buena o mala en sí, lo es el uso que se haga de ella; y creo que tal y como está ahora, usado con cuidado y con un poco de cabeza, Google Maps tiene muchas más ventajas que inconvenientes. Ya he comentado al principio de la entrada que me encantan los mapas en general, no solo en formato digital sino también físico, así que queda pendiente hablar más de ellos en el blog… Como solía decir Ende, esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión.



2 comentarios:

Vicent RoTa dijo...

M'ha encisat el teu article d'avui, divertit i per a l'estiu molt carregat de continguts i alternatives. Bo sembla que encara continuem sent veïns per que la correguda dels bous sembla que no arriba a treure't del barri.

Una abraçada i endavant que seguirem llegint-te

Kalonauta dijo...


Gràcies per comentar, Vicent!

Me alegro de que te haya gustado la entrada. Y en cuanto a si sigo en el barrio, pues técnicamente no, pero estoy muy, muy cerca... El código postal sigue siendo el mismo que antes.

Una abraçada!