martes, 21 de octubre de 2014

Que se Mueran los Guapos (II)


ESTA ENTREGA ESTÁ BASADA EN HECHOS REALES (como todas las demás, básicamente). LOS NOMBRES HAN SIDO ELIMINADOS DEL RELATO PARA PROTEGER A LAS IMPLICADAS E IMPLICADOS DE LA VERGÜENZA MÁS ABSOLUTA.

Seguimos hablando hoy de discriminación por razones estéticas. Como ya vimos la semana pasada, por lo general vamos siempre con prisa y, en nuestras ansias de conseguir resultados sin mucho esfuerzo mental, no dedicamos el tiempo suficiente a tomar las decisiones correctas. Por eso a la hora de valorar a una persona damos demasiada importancia al aspecto físico, que es lo que se comprueba de un vistazo, y relegamos a un segundo plano todo aquello que se va descubriendo poco a poco con el paso del Tiempo y que es realmente más importante. Los que tenemos una cara o un cuerpo del montón hemos de esforzarnos más en la Vida, lo cual no es justo en absoluto… Y sobre todo tenemos que esforzarnos mucho más en el aspecto sentimental, del que hablaremos a continuación.

Está claro que las guapas y los guapos lo tienen más fácil para conseguir pareja, tanto esporádica como estable. Por mucho que ellas digan lo contrario, la mayoría de mujeres, igual que la mayoría de hombres, se guía demasiado por la apariencia externa. Como ya hemos explicado, este fenómeno se ha retroalimentado últimamente, y hoy en día si no pasas ese primer filtro ya no tienes nada que hacer, y ni siquiera a los normalitos, que es el grupo en el que yo creo estar, se nos da una sola oportunidad… ¡Imagínate como será para los pobres feos! Se suele decir que en el terreno amoroso el hombre propone y la mujer dispone… y la verdad es que en mi caso particular no suelen estar muy dispuestas, que digamos.




En los campos social y laboral tengo recursos de sobra y no me he sentido nunca discriminado, y en quedadas con un número muy reducido de personas sólo he notado que no se desee mi compañía en algún caso muy aislado, pero en mis avances a nivel sentimental sí me he sentido injustamente tratado bastante a menudo. Ya os he contado antes en el blog que en muchos aspectos estoy a gusto conmigo mismo (y cada vez más), pero eso no quita para que eche de menos de vez en cuando que una mujer me bese, o me mire a los ojos mientras me sonríe tiernamente, o algo tan sencillo como un abrazo de los de verdad (Haciendo un breve inciso, me parece injusto que las chicas suelan abrazar más a otras amigas, o a los amigos guapetes y ligones, o a los que ya tienen novia, o a los amigos gays, que a los que andamos faltos de cariño del sexo opuesto; es como cuando los bancos regalan dinero a los que no lo necesitan y sin embargo a los que están con el agua al cuello ni siquiera se lo prestan). Me gustaría saber que no estoy solo, que puedo conectar realmente con alguien sin dejar de ser yo mismo. ¿No hay ninguna mujer en el Mundo que tenga una forma de pensar similar a la mía, unos objetivos parecidos en la Vida?

A mí me gustan las mujeres hermosas en el exterior, pero no me basta sólo con eso; necesito sobre todo que sean guapas por dentro, y de forma sistemática doy una oportunidad a todas las mujeres interesantes a primera vista con las que coincido en el día a día e intento conocerlas mejor, aunque su cara o su cuerpo no reúnan todas las características de mi mujer ideal (lógicamente, me gusta que algunas de esas características físicas estén ahí, pero no es lo más importante). De hecho, creo que no me gustaría tener una novia demasiado guapa porque sería un agobio tener que tragar constantemente con los moscones que le fueran saliendo al paso; y en caso de ser muy atractiva, me vendría bien que tuviese mano izquierda para manejar a los moscones sin necesitar mucha ayuda… ¡por pedir que no quede!




Aunque a algunos de los que me conocéis pueda pareceros que no, soy una persona muy sensible y desde mi última relación tengo mucho cariño acumulado dentro, tanto que a veces duele, y me gustaría encontrar a alguien con quien poder darle rienda suelta, alguien que realmente se lo merezca. Mientras tanto, intento liberar de manera controlada, a pequeñas dosis, algo de este cariño para evitar que mi alma se quiebre por dentro como una olla a presión con la válvula cerrada… Siempre hay en mi hábitat social una o dos chicas por las que estoy medio colado y a las que me gusta tratar como a Reinas; tengo bastante autoestima y no me corto un pelo a la hora de echarles piropos y de insinuarme medio en broma, medio en serio (siempre con simpatía y elegancia, ojo, que soy un caballero), pero creo que luego esto las echa para atrás a la hora de intentar conocerlas mejor, en un entorno más íntimo… Y no penséis que estoy hablando de proposiciones como “Casémonos ahora mismo” o “¿Quieres acostarte conmigo esta noche?”, no… Estoy hablando de “Vamos a la Filmoteca de Verano, que hacen una que te gustará mucho” o “Acompáñame a ver la última exposición en el centro cultural de La Nau” o “Demos una vuelta por el Paseo Marítimo”. No me gusta expresar mis sentimientos hasta que no estoy seguro de que siento algo realmente fuerte por una mujer: en parte porque no me apetece ponerla en un compromiso en caso de que ella no quiera, ni tampoco hacerle daño si al cabo de un tiempo no me convence la relación; y por otro lado porque a nadie le gusta recibir calabazas y yo no soy una excepción, y por ahora no he sentido con nadie una conexión tan intensa como para lanzarme teniendo la sensación de que voy más o menos sobre seguro. De hecho, desde que corté con mi última novia hace cuatro años no le he pedido salir a ninguna otra chica.




De mi posible falta de determinación con las mujeres ya hablaremos con más detalle otro día, pero quiero dejar bien claro que si en todo este tiempo aún no me he lanzado ni una sola vez es también en parte porque ellas me lo han puesto bastante difícil… Os puedo enumerar la lista de las técnicas que usan para esquivar mis acercamientos. Primero está el marear la perdiz a la hora de darme su mail o su número de móvil (para mi chorbagenda), aduciendo que están siempre muy liadas y que no tienen tiempo para nada, o tratando de crear una distracción para luego cambiar repentinamente de tema. A mí no me ha pasado nunca que me den el número de móvil o el correo electrónico equivocado a propósito, pero una vez en un sarao una chica me dio un mail y diez minutos después le estaba explicando a una amiga, sin darse cuenta de que yo estaba a metro y medio, que tenía dos direcciones: la buena y la del spam (la que me había dado a mí, por supuesto… supongo que en la categoría de spam entran también los pesados). Luego está aquella otra chica que, aun conociéndome desde hacía dos o tres años, cuando se hizo necesario el tener que pasarme por su casa para hacer un recado, dudó un par de segundos antes de darme el número de su puerta y después me lo dijo, pero despacito y en voz baja, como con miedo (Será por esta cara de violador perturbado que tengo… ¡yo, que en mi vida he roto un plato! Aquello me pareció muy, pero que muy fuerte).

Una vez tengo su dirección de e-mail, trato de establecer un intercambio de mensajes para conocerlas mejor y que ellas me conozcan a mí, y les mando unos mails supercurrados contándoles mis cosas y aportándoles algún dato o enlace interesante relacionado con nuestras aficiones comunes… Mails que la mitad de las veces, salvo honrosas excepciones, ellas ni se dignan en contestar; deben estar ocupadas compartiendo fotos de gatitos en el Whatsapp (Y si realmente están muy liadas, al menos podrían valorar el esfuerzo realizado y responder al e-mail con un escueto “Me gusta” y un emoticono). Ahora, con Internet 2.0, mucha gente ha empezado a creer que los que contactamos con ellos por la Red somos como pop-ups que pueden cerrar pulsando el botón de “Cancelar”, y que, igual que los pop-ups, no tenemos sentimientos que puedan herir cuando nos ignoran… Seguro que a más de una le gustaría que la opción de “Cancelar” fuera también un holograma flotante sobre nuestras cabezas cuando nos encontramos por la calle, para no perder el tiempo con uno del montón… No quiero extenderme mucho relatando las diversas excusas que ponen para no quedar en pareja cuando por fin les hago una propuesta y consigo respuesta; sólo os diré que ni siquiera cuando han aceptado hay que cantar victoria, ya que sin previo aviso pueden aparecer con un par de amigas o amigos que hacen el papel de carabinas y te cortan el rollo… Pero bueno, por lo menos en ese caso sí puedes hablar algo con ella, ¡menos es nada!

A algunas mujeres les veo en la cara que en el fondo les da penita hacerme estas cosas; parece que de alguna manera intuyen que están cometiendo una injusticia… pero aun así me las hacen y se quedan tan panchas. Yo no sé qué piensa una chica que va a ocurrir si sale un día a solas conmigo; no soy de los que van con la idea fija de mojar el churro sí o sí, cueste lo que cueste… Yo lo que quiero es que nos conozcamos mejor, para ver si hay o no sintonía a varios niveles… Y si sentimos conexión por ambas partes, pues mojar el churro, por supuesto, pero también hacer otras muchas cosas juntos. E incluso en el supuesto de que a ella o a mí no nos convenza lo que veamos, de todos modos pasaremos una tarde muy agradable, que yo soy un tío muy majo y sé aceptar un no por respuesta… ¿O acaso a los que leéis este blog de forma habitual no os parece que soy un muchacho bastante agradable? La cuestión es que, por una razón o por otra, ninguna de las mujeres que me han gustado últimamente ha respondido a mis avances; tal vez no han sabido, no han podido o no han querido ver mi Belleza interior, y puede que (casi seguro que) las cosas hubieran sido distintas si yo fuese un guaperas… Así es como funciona el Mundo, y así nos va.




Ya hemos hablado del poco caso que me hacen las chicas; hablemos ahora del caso que hacen a los que no se lo merecen, y sólo por el hecho de ajustarse al estereotipo de tío buenorro. Tal vez sea porque estoy especialmente sensible con este tema, pero últimamente me parece escuchar a todas horas comentarios del estilo de “¡Qué guapo es fulanito!” o “¡Menganito es un auténtico bombón!”… Sin embargo no oigo alabar a nadie por el hecho de ser simpático o inteligente. En mi lugar de trabajo incluso he oído a alguna de las chicas suspirar o soltar una exclamación cuando se nombraba en la conversación a un bombero al que no conocía ni por foto, sólo por el hecho de ser bombero. La etiqueta de guapo tiene tanto poder que hace unos pocos fines de semana, tomando algo por ahí, otra amiga soltó la siguiente frase: “Si pudiera salir con Michael Fassbender no me importaría que me maltratase”. He de aclarar que seguramente estaba un poco borracha cuando lo dijo, pero no sé si eso la deja en mejor lugar o aún peor que antes… En cualquier caso, espero que no se cumpla jamás su deseo y que acabe encontrando un novio más bien feúcho que la quiera con locura, para que aprenda lo que es bueno. Son tantas las chorradas por el estilo que he tenido que oír que no me extrañaría escuchar un buen día el siguiente diálogo:

–Mira qué pelazo tiene…
–Sí, pero recuerda que es un asesino psicópata.
–¡Pero mira qué músculos, y qué cutis…!
–¡Pero es un psicópata!

Esta situación hipotética y surrealista me recuerda a aquel episodio de los Simpsons en el que el tarado de Homer se debatía entre la gula y la Vida con una chocolatina envenenada en la mano: “…pero tiene veneno… pero es chocolate… ¡pero tiene veneno…! ¡¡pero es chocolate…!!”.




¿Hasta qué punto se parecen algunas mujeres a Homer Simpson? Si la cosa se quedara sólo en las palabras, podríamos pensar que estas chicas lo dicen todo en broma y no habría problema, pero resulta que en los últimos tiempos he visto a varias compañeras del trabajo y amigas de distintos entornos echarse novios que no tenían casi ninguna cualidad positiva aparte de su aspecto físico: desde tíos que no aguantan ni cinco minutos de conversación inteligente pero que aprovechan cualquier fiesta de disfraces (o de las otras) como excusa para ir con el torso desnudo luciendo pectorales y tableta, hasta malas personas con una cara bonita a las que les trae todo el mundo sin cuidado pero que saben fingir ser buenas personas sólo delante de la mujer que les interesa (ya veremos cuánto tardan en cansarse de mantener la farsa y mostrar su verdadera cara…). La sorpresa que te llevas cuando te enteras de estos emparejamientos es, por contraste, mayor, ya que tú pensabas que estas mujeres eran especiales, lo suficientemente espabiladas como para que en el combate entre neuronas y hormonas ganaran las neuronas, pero al final resultan ser tan superficiales y llenas de prejuicios como la que más… Y así nos luce el pelo, como ya he dicho antes.

El asunto da un poco de miedo: si ésta es la forma de pensar y de elegir de chicas con carrera universitaria, y por tanto supuestamente cultas, ¿qué podemos esperar de la gente con un nivel cultural más bajo, que en teoría tienen menos recursos para defenderse del bombardeo de los mass media y de la esclavitud de la estética? Ya lo decía mi abuela paterna: el hecho de que seas muy listo no significa que seas necesariamente inteligente… Precisamente la madre de mi padre era muy buena con las manualidades, y sabía hacer unas figuritas muy graciosas de personas y animales usando cantos rodados, pegamento, pintura y mechones de pelo hechos con felpa. Recuerdo que una de las figuritas representaba a un cavernícola bizco y sonriente que llevaba una pequeña pancarta en la mano, y que siendo niño me llamó mucho la atención el mensaje escrito en ella: “Que se mueran los feos”. ¿Por qué querría nadie desear tal cosa para los feos, que ya tienen bastante con lo que tienen? Años después descubrí que éste es el título de una canción de Los Sírex cuya letra dice algo así como “Que se mueran los feos, porque nos quitan las chicas y tienen mucho ojo para las conquistas”… ¡Encima recochineo! Eso sería en los años sesenta, porque desde luego ahora ya no.




En resumen, podemos decir que las protagonistas de esta entrega no sólo pecan de pensamiento y de palabra por soltar perlas como las ya mencionadas, sino también de obra, por salir con tiparracos como los descritos, y de omisión, por no hacernos ni caso a los chicos como yo… vamos, ¡que se llevan el paquete completo para ir al infierno! Vosotras os lo perdéis, chicas; la próxima semana os explicaré por qué en el pecado lleváis la penitencia. En la tercera y última entrega, una vez aportados los datos, sacaré algunas conclusiones a un nivel más general y trataré de haceros ver que la tendencia de que los guapos liguen cada vez más fácilmente está haciendo que nuestro Mundo sea cada vez más disfuncional desde el punto de vista emocional¿Aún no estáis convencidas? Os diré lo mismo que dice José Mota: “Hacerme caso, hermosas…”.

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