viernes, 29 de agosto de 2014

Indeleble (II)


Más o menos en orden cronológico, empezamos nuestro relato sobre la evolución de los distintos medios para la transmisión del Conocimiento, centrándonos en la evolución del libro y de las bibliotecas desde la antigüedad. En la Era Paleolítica, antes de la invención de la escritura, los únicos medios para transmitir información eran la comunicación oral, las pinturas rupestres, los tambores y las señales de humo. Aunque la frontera entre Historia y Prehistoria es bastante difusa, se calcula que es hace unos cinco mil quinientos años, a mediados del cuarto milenio antes de Cristo, cuando aparece la escritura propiamente dicha en Mesopotamia, en la zona del actual Irak. Las tablillas de arcilla con escritura cuneiforme más antiguas encontradas por ahora datan del 3200 a.C. aproximadamente. De esta misma región y del 1760 a.C. es el Código de Hammurabi, rey de Babilonia: un monolito de dos metros y medio de alto con textos grabados que constituye uno de los conjuntos de leyes mejor conservados y más antiguos jamás hallados. También sabemos que en torno a la época en que se talló esta piedra fue destruida la primera biblioteca conocida de la Historia, en Ebla. Otros ejemplos en la zona de Mesopotamia, Sumeria y Babilonia son las bibliotecas de Mari y Lagash; todas éstas eran más archivos que bibliotecas propiamente dichas, y contenían colecciones de tablillas que se han conservado aceptablemente bien con el paso de los siglos.
 



Del 2400 a.C. datan los rollos de papiro más antiguos conocidos hasta el momento. Este material era monopolio de Egipto, que guardaba celosamente el secreto de su fabricación para poder ser el único en exportarlo. Hacia 1300 a.C., en la época del faraón Ramsés II, tenemos menciones de la Biblioteca de Tebas, en la que se guardaban libros en forma de rollo. En el siglo V a.C. aparecen las primeras bibliotecas propiedad de particulares en Grecia, y poco después ambos mundos, el griego y el egipcio, quedarán ligados gracias a la figura de Ptolomeo… Habiendo sido amigo y uno de los generales de Alejandro Magno, tras la muerte de éste y la fragmentación de su imperio recaló en Egipto, convirtiéndose en Ptolomeo I y fundando allí una dinastía de gobernantes de origen griego que perduraría hasta los tiempos de Cleopatra.

En 290 a.C. Ptolomeo I funda la Biblioteca de Alejandría, en la zona occidental del delta del Nilo; esta biblioteca, en su día la más grande del Mundo, pudo llegar a contener medio millón de rollos (que no de obras, ya que las más extensas podían estar divididas en varios volúmenes). En Alejandría se intentó reunir todo el Saber de la Humanidad, incluyendo obras de culturas como la griega o la hebrea, en un gigantesco cuerpo de conocimientos que pudiera ser consultado por todo erudito que lo deseara. En el periodo helenístico, con ejemplos como los de Alejandría o Pérgamo, las bibliotecas empiezan a parecerse poco a poco a las actuales.

Los rollos de papiro se deterioran con el paso de los siglos y por eso la fracción de obras que se ha conservado en este formato hasta nuestros días ha sido pequeña si la comparamos con las tablillas de barro. De todos modos, los egipcios también han dejado muchos escritos grabados en piedra: un ejemplo ilustre es la Piedra de Rosetta, estela con un decreto publicado en Menfis en el 196 a.C. y grabado en jeroglíficos, demótico y griego antiguo. Es el primer texto plurilingüe antiguo descubierto en tiempos modernos, y permitió a principios del S.XIX descifrar el significado (por entonces ya olvidado) de la escritura jeroglífica, a base de compararla con la griega. Ya que hablamos de materiales, y a modo de apunte breve, hacia el 150 a.C. tiene lugar la invención del papel en China, aunque en Occidente este material no jugará un papel importante (nunca mejor dicho) hasta milenio y medio después.




De todas las sociedades de la antigüedad, la romana fue quizás la que tuvo un índice de alfabetización más alto; su complejo sistema legal y su enorme poder militar sólo podían administrarse y reforzarse por medio de la comunicación escrita. Los graffiti milenarios encontrados en calles de Ostia, Pompeya o Herculano, muchos de ellos de carácter obsceno o escatológico, dan fe de que hasta los más plebeyos tenían nociones básicas de escritura. En Roma se fundó la primera biblioteca realmente pública, la de Asinio Polión, y existieron grandes bibliotecas como la Palatina, la Octaviana y la Ulpia, que contenían rollos tanto de papiro como de pergamino y que estaban divididas en dos secciones: la de obras griegas y la de obras latinas. Como hecho destacable, en el año 64 de la era cristiana se produce la destrucción de la Biblioteca Palatina, fundada por Augusto, en el gran incendio acaecido durante el reinado de Nerón. Como podéis ver, en la Prehistoria el fuego nos ayudó mucho a avanzar como especie, pero también nos ha dado después algunos disgustos bastante gordos… O, dicho de otra forma: lo que el fuego te da, el fuego te lo quita.




Hablando de fuego, y volviendo de nuevo a Egipto: durante un tiempo se creyó que la Biblioteca de Alejandría había ardido en un incendio iniciado en el puerto y provocado por las tropas de Julio César en el 48 a.C., pero seguramente se trataba de un depósito de libros auxiliar o de un cargamento de papiro en blanco listo para zarpar, porque disponemos de referencias a la biblioteca cronológicamente posteriores. Es más probable que fuese destruida en algún momento a lo largo de los siglos III ó IV de nuestra era, bien en alguno de los saqueos de la ciudad por parte de Roma, como el de Aureliano en 273 o el de Diocleciano en 297, o bien en el terrible terremoto del año 365.

La Biblioteca del Serapeo o Templo de Serapis, donde se depositaron los rollos supervivientes de la gran biblioteca original, fue expoliada en 391, en una revuelta promovida por el patriarca cristiano Teófilo, que se apoyó para ello en la orden del emperador Teodosio de destruir los templos paganos de la ciudad. No está claro si éste fue el fin definitivo de la segunda Biblioteca de Alejandría, pero lo que es seguro es que en época de la dominación árabe ésta ya no existía. Hoy en día aún no se conoce la localización exacta de la primera biblioteca y sólo se conservan unas pocas estanterías del Serapeo en un húmedo y olvidado sótano, pero en la parte positiva tenemos la inauguración en 2002 de la Nueva Biblioteca de Alejandría, promovida por la Unesco… ¿He dicho “en la parte positiva”? Por lo visto, dos milenios después sigue repitiéndose la misma historia y el patrimonio cultural de Alejandría vuelve a verse amenazado, esta vez por los islamistas radicales y por los saqueadores que aprovechan el caos general.




…pero no lleguemos al presente tan deprisa. A partir del S.III se produce un lento declive del Imperio Romano y una sucesión de invasiones bárbaras desde el este, desaparecen poco a poco las bibliotecas de la antigüedad y se reduce la alfabetización; y a pesar de episodios de violencia como el de Alejandría en 391, en algunos otros casos será precisamente la Iglesia Cristiana, que sustituye al paganismo, la que tomará el relevo en la preservación del Conocimiento durante esta época oscura… De todo ello hablaremos la semana que viene.

4 comentarios:

yo, la reina roja dijo...

Me encanta el tema. Muy buen recorrido.

Kalonauta dijo...


Me alegro mucho de que te guste, Reina, gracias por leerme y por comentar.

Por cierto, aprovecho para confesar que en mi último comentario en tu blog, con las prisas, se me pasó un acento diacrítico en un "qué"... Mis más sinceras disculpas (Si no lo digo, reviento). ;-)

Un abrazo

Anónimo dijo...

Interesante recorrido histórico! Ya estoy de vuelta por las redes...

Kalonauta dijo...


Aunque todos los temas que toco en el blog me interesan (sería un poco tonto si no lo hiciese así), éste en particular es uno de los que me apasionan: la escritura y los libros como herramientas para trabajar en equipo, incluso más allá de la muerte del individuo, y tratar de responder juntos a las preguntas que como especie nos preocupan: ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde deberíamos (o no deberíamos) dirigirnos? Aquí hay mucha tela que cortar...

Como le he dicho a Carolina, estoy muy contento de que os parezca interesante a vosotros también; intentaré estar a la altura de vuestras expectativas en el próximo par de entregas.

Y por cierto, ¡qué bien que se vuelvan a animar un poco los comentarios! Después de un mes de agosto con sequía absoluta, ya se empieza a notar que se nos van acabando las vacaciones... ¡Hale, ánimo y a levantar esPAña, pero sobre todo a seguir comentando! :-)

Mis respetos, Padrino.