Seguimos hablando de buena música y de cómo algunos compositores alteran la relación habitual entre
la melodía principal y los acordes de un determinado fragmento, jugando con las
expectativas del oyente y haciendo que la sorpresa inicial se transforme luego
en un mayor disfrute de la canción; en definitiva, creando algo original y
nunca antes oído y aportando así nueva Belleza a este Mundo. Os daréis cuenta,
al ver la selección de ejemplos para esta semana, de que varios de los artistas
y grupos ya aparecían en la primera parte
con otras canciones: tal vez sea por pura casualidad y por falta de tiempo para
pensar en otros ejemplos, o tal vez porque no son muchos los grupos (al menos
los grupos que yo conozco) que hacen experimentos realmente interesantes de
este tipo. Otra de las ideas que me vienen a la cabeza es la de que hay algunos
bajistas famosos que son además compositores,
como Sting (del que ya hemos hablado), Paul McCartney
o Roger Waters, y que casualmente
suelen jugar bastante con las armonías de base y su combinación con la melodía
principal, sea o no cantada; tal vez el estar familiarizados con el bajo les
permite reconocer el potencial de este instrumento para dar juego a nivel
creativo.
Otra posible opción para aportar variedad y originalidad es la de cambiar
el tono de todo (melodía y acordes) a mitad de canción, siendo el recurso más
utilizado el de subir la tonalidad hacia el final, por ejemplo al repetir el
último estribillo, como para darle más empaque emocional y recalcar bien el
mensaje, a modo de clímax… Pero se puede cambiar de tono
varias veces a lo largo de una canción, y no sólo hacia arriba sino también
hacia los graves, aunque sea menos frecuente; veremos algunos ejemplos de esto
en los temas seleccionados para la entrada de hoy. Cada vez que hablo de
cambios de tono no puedo evitar sonreír al recordar esa escena de Top Secret en
la que Nick Rivers sube al escenario de forma improvisada y reparte partituras
a todos los músicos mientras les dice: “Atentos al cambio en el segundo estribillo”… Pero bueno, dejémonos de
prolegómenos y vayamos al turrón.
Goodnight Saigon –
Billy Joel: No es que éste sea uno de mis artistas favoritos, pero algunas de
sus canciones me gustan bastante, y ésta en particular tiene un detalle muy
bonito. En varias ocasiones aparece una secuencia ascendente de cuatro notas en
los agudos del piano, de manera que las identificamos con la melodía, aunque a
veces suenen junto a otras notas formando acordes sencillos. Esta secuencia se
repite siempre cuatro veces, acompañada cada una de ellas de una nota tónica
distinta en los graves del piano (de modo que la identificamos con el bajo), y
por tanto con cuatro significados diferentes. Queda bien claro que, aunque
aparentemente se oiga por el fondo y se haga notar menos, es el bajo el que
determina el significado final del conjunto, el que define las sensaciones que nos
transmite la Música.
Might As Well Be On Mars – Alice Cooper: Aunque en esta
canción hay un par de detalles de producción sin pulir, con transiciones un
poco bruscas entre los distintos bloques, quiero centrarme en la parte que va
desde 5:16 hasta 6:28, en la que encontramos nada menos que siete cambios de tonalidad encadenados. Cada uno de
los ocho fragmentos separados por esos cambios presenta diez tiempos, con una
estructura rítmica de 4 por 4, 2 por 4 y 4 por 4 (cuando la canción hasta ese
momento venía todo el rato en 4 por 4). La palabra “Mars” suena cada vez en el
último 4 por 4, empezando en una nota alta en los primeros dos tiempos y
bajando en el tercero a otra nota que se prolonga un rato, adentrándose en el
siguiente fragmento sin cambiar durante la transición a la nueva tonalidad; es
esta nota la que se utiliza como enlace, como bisagra, para modular el tono: al
principio es acompañada por el acorde anterior y al final pasa a estar
acompañada por el nuevo acorde, percibiéndola el córtex auditivo de manera
distinta en la nueva tonalidad sin haber cambiado ella misma.
El efecto final es fantástico, incluso aunque no sepas expresar con palabras lo
que estás oyendo… que es lo normal, porque a mí me está resultando muy difícil.
Tras un análisis minucioso, he llegado a la
conclusión de que en realidad hay sólo tres tonos diferentes (llamémoslos A, B
y C) que se van sucediendo y siguen una secuencia A-B-C-A-B-C-A-B, empezando el
segundo fragmento en A en 5:43 y el tercero en 6:10… pero si no te paras a
analizar toda esta parte de la canción con detalle, avanzando y retrocediendo y
comparando los distintos fragmentos, podría parecerte, al ser tan larga y al no
haber ninguna referencia a la que agarrarse, que todas las tonalidades son
distintas. Es como cuando te sientan en una silla de oficina y te dan tantas
vueltas tan rápido que ya no sabes lo que es arriba y lo que es abajo, lo que
es izquierda y lo que es derecha; de todas formas, se trata de un mareo bastante agradable, tanto en el caso de la silla como en el de esta canción. Sin duda
alguna volveremos a hablar del Maestro del Shock Rock
más adelante en el blog. ¡No somos dignos, somos basura!
All I Want Is You – U2: Al principio de la canción se
usa de nuevo el recurso que vimos la semana pasada en Dirty Day, aguantando la
misma nota de fondo durante varios cambios de acordes, aunque de forma menos
obvia y durante menos rato. A lo largo de todo el tema ya se van dejando caer
aquí y allá pequeñas disonancias, muy discretas, en algunos acordes de las
guitarras o con la inclusión de los violines… Pero es a partir de 4:29 cuando cambian
por completo nuestras expectativas con respecto a la canción: lo que empezó
siendo algo tierno y delicado adopta poco a poco tintes perturbadores y
desasosegantes, con violines y efectos ligeramente fuera de tono, notas ligadas
descendentes, sonidos distorsionados e hipnóticos, y de nuevo notas sostenidas
durante mucho tiempo; un estilo completamente distinto al de la primera parte.
Este tema, el último del álbum Rattle and Hum, de 1988, es un claro ejemplo de
la transición hacia un nuevo estilo, más complejo y más interesante, que se
estaba produciendo por entonces en la música del grupo irlandés y que daría
lugar al fantástico Achtung Baby en 1991.
Out Ta Get Me
– Guns’n’Roses: Según Slash, esta canción fue compuesta en menos de tres horas…
¡Pues quién lo diría! Empieza con una intro de las guitarras y le siguen dos
bloques de estrofa, puente y estribillo, con melodías todas bastante pegadizas…
Hasta aquí, todo normal, y de hecho sólo con esto los Guns podrían haber dado
por acabada la canción y les habría quedado bastante decente… pero los Guns de los buenos viejos tiempos
no se conformaban con sonar “decentes”. A partir de aquí es cuando la cosa se
pone interesante: en 2:17 empieza un solo de guitarra, y en 2:44 un segundo
solo con estructura parecida a la de las estrofas y estribillos pero en una
tonalidad más alta. En 2:58, vuelta al tono normal para un interludio que
consiste en una variación de la intro con acordes ligeramente distintos; me
encantan los rasgueos de las guitarras en los agudos en la segunda mitad de
esta parte, suena como si dijeran: “¡Chincha, rabiña, que tengo una piña!”. En 3:26
vuelve a subir el tono cuando Axl canta la estrofa, y en 3:39, sin pasar por el
puente, vuelta otra vez a la tonalidad normal para el estribillo, y de ahí
hasta el final del tema.
Lo mejor del asunto es que en esta auténtica
montaña rusa tonal nada suena forzado, las transiciones son suaves como el
culito de un bebé; sólo los grandes pueden hacer que algo tan
complejo como esto parezca fácil. En entradas anteriores ya hemos visto otras
canciones musicalmente muy ricas, con armonías muy trabajadas y cambios de
tonalidad muy originales, como por ejemplo I’ll Hate You Better, de los Suicidal Tendencies. Veo bastantes
semejanzas en este sentido entre ambos grupos: con lo que ellos meten en una
sola canción, a un grupo mediocre le habría dado para dos o tres distintas.
If I Ever Lose My Faith In You – Sting: Para terminar, una
preciosa canción que, entre otras curiosidades, presenta en 3:19 una bajada de
tono (algo no muy frecuente, como decíamos antes) para subir de nuevo a la
tonalidad original en 3:38. Los acordes son complejos y están llenos de
detalles interesantes, destacando por ejemplo los del estribillo, que van
agrupados en parejas con la misma nota tónica pero distintas notas adicionales,
produciéndose así un juego muy interesante entre acordes cercanos y también entre
los modos mayor y menor.
En su día Gordon Sumner ya hizo algo parecido a
esto con The Police en Tea in the Sahara,
pero no se le puede acusar de plagio ni legal ni éticamente, porque al fin y al
cabo, aunque en solitario, sigue siendo la misma persona que era entonces, con
la misma creatividad y con los mismos gustos musicales. Supongo que el cantante
y bajista pensó “si algo te funciona, úsalo otra vez” mientras componía esta
canción, igual que Michael Jackson o que los U2, o igual que Paul McCartney, a
quien también le han recriminado a veces el parecido entre algunas de sus canciones en solitario y
las de Los Beatles (que casualmente ha compuesto también él, fíjate tú qué
cosas). El disco de Sting al que pertenecen este tema y el de la semana
anterior, Ten Summoner’s Tales, es
complejo y muy original en muchos aspectos, tanto rítmica como melódicamente,
con influencias del Jazz pero sin llegar a ser incomprensible; si estáis hartos
de radiofórmulas y de música de ascensor
y buscáis un reto que ponga a prueba vuestro oído musical, os recomiendo que lo
escuchéis entero, no os decepcionará.
En principio ésta iba a ser una entrada doble
pero, como me suele ocurrir a veces, ya me he extendido bastante por hoy y aún
me quedan varias cosas por comentar, de modo que dejaremos para la semana que
viene las conclusiones, en las que nos pondremos un poco más filosóficos y
hablaremos, entre otras cosas, de la relación que tienen la melodía y los
acordes con el aplicar la letra o el espíritu de la ley.
2 comentarios:
Hola Kalonauta,
Interesante entrada, de nuevo. Me ha venido a la cabeza mientras te leía algunos temas de Iron Maiden, por ejemplo, donde se dan muchos casos en los que los solos de guitarra van acompañados por constantes cambios de tono, cosa que también es muy habitual en Metallica, o Slayer, o tantos otros grupos de metal... (el metal en general es muy dado a los cambios de tono, ya sean bruscos o discretos).
En principio, cuanto más inperceptible es ese cambio de tono, mejor. Aunque no siempre es así. En muchas ocasiones puedes querer que el cambio sea radical, cortante, que te descoloque por un momento.. en otras simplemente quieres modular entre tonos sin que el oido se de cuenta de ello, y para eso hay muchas técnicas, algunas más comunes, y otras mas rebuscadas, llegando al jazz, la bossanova, o tantas otras músicas en las que se dan muchos cambios de tonalidad.
Para mi, uno de los mayores avances como músico, siendo bien jovencito, fue cuando me enseñaron al función de los modos, y empezar a dejar de pensar en grupos de acordes y tonalidades, para empezar a pensar en un solo acorde como una tonalidad en si mismo. De ese modo, es posible utiliar cada acorde, o grupos pequeños de acordes, como tonalidades individuales en contextox de acordes más amplios.
Desde luego, creo que es un tema muy interesante sobre el que investigar, ya que con unas simples variaciones sobre la escala, consigues unas atmósferas tremendamente diferenciadas.
Como siempre, un saludo Kalonauta!
Es verdad que los cambios de tono tienen un mayor efecto estético cuando no los reconocemos al instante como cambios de tono... Sabes que ha pasado algo, y que ha sonado bien, pero no logras identificarlo si no haces un esfuerzo para expresarlo en palabras.
Luego están los cambios de tono más obvios, más facilones, menos trabajados, que es lo que mis (otros) amigos músicos llaman "collage rock": un corta-pega de varios fragmentos que parecen proceder de canciones distintas. Francamente, yo a esto no le veo ningún mérito, lo siento...
Creo que las bandas de metal abusan mucho de estos cambios tan obvios (no sólo de tono, sino también de ritmo); me gusta más cómo los utilizan las bandas de hard rock, que lo suelen hacer de forma más sutil. Por ejemplo, a mí me gustan más los Metallica post-álbum negro; nunca he sido demasiado fan del heavy metal (aunque hay algunas excepciones).
En cuanto a lo de utilizar acordes de pocas notas dentro de acordes más amplios, sin ejemplos concretos que pueda oír me resulta difícil entenderlo del todo, pero creo que te refieres a algo parecido a lo que hace Billy Joel con las notas del piano de las que hablo en la entrada. El próximo día que coincidamos con una guitarra o unos teclados a mano, me lo explicas mejor...
¡Un abrazo!
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