martes, 12 de mayo de 2020

La Hora de las Brujas


En esta especie de prólogo a la entrada múltiple sobre Escepticismo y pseudociencias quiero hablaros de Häxan, La Brujería a Través de los Tiempos, coproducción sueco-danesa de cine mudo de 1922 dirigida por Benjamin Christensen, mezcla de documental y ficción dramática. Se trata de una joya desconocida para el público mayoritario que descubrí hace unos años en las proyecciones del Aula de Cine de la Universitat. En esta superproducción de su época el director empleó una mezcla de actores profesionales y no profesionales para los distintos papeles.

Visualmente espectacular, tiene una estética muy lúgubre con unos estupendos claroscuros. Los efectos visuales son muy novedosos para su tiempo: doble exposición, moviola hacia atrás, stop motion, maquillaje y prostéticos increíblemente realistas… Incluye también unas gotas de erotismo, con desnudos parciales tomados de espaldas pero muy atrevidos para su época, que originaron que se proyectara una versión censurada en Estados Unidos. Algunas partes siguen dando bastante miedo, con escenas impactantes y grotescas incluso para los estándares de hoy en día, que tienen lugar en cámaras de tortura o en aquelarres influidos tal vez por los cuadros de Goya.


Fotograma de la película muda Häxan con el Diablo tocando la espalda desnuda de una mujer


El guión está parcialmente basado en el libro Malleus Maleficarum (Martillo de las Brujas), un manual alemán para inquisidores del siglo XV. La película está asombrosamente adelantada a su tiempo no solo visualmente sino también en cuanto al argumento: consta de varios capítulos que transcurren en diversas épocas históricas, y se posiciona en contra de la intolerancia, la ignorancia y la superstición, sea cual sea la época. Explica cómo surgieron las primeras menciones al Diablo en la antigüedad, y luego cómo era el mundo de las acusaciones por brujería en torno al año 1500, y después lo relaciona todo con las enfermedades mentales y su percepción por parte de la sociedad contemporánea de 1920… Es un fascinante y estremecedor fresco del ocultismo, la magia negra y la brujería a través de los siglos, pero a la vez es bastante antirreligiosa y tiene mucho de Pensamiento Crítico; me sorprendió el rigor documental con el que se aborda el tema y lo bien que se explicaban las causas de la caza de brujas de hace quinientos años… La película tiene una lectura todavía muy válida hoy en día.

Está disponible en YouTube: por un lado tenéis una versión con subtítulos en español, aunque la resolución de la imagen no es muy buena y la música de acompañamiento no es demasiado apropiada… Si os apañáis con los subtítulos en inglés os recomiendo que veáis esta otra copia con la imagen restaurada en 4K y una música mucho mejor, bastante tétrica, que no hace sino aportar aún más a la experiencia del visionado.


Fotograma de la película muda Häxan con una monja y varios elementos de mortificación corporal


Como os decía, en el último cuarto de hora de la película la acción se traslada a la década de 1920, tratando de conectar con el Presente y la modernidad y dando una explicación racional al fenómeno de las supersticiones asociadas con las brujas: las acusaciones por posesiones demoniacas del Pasado se pueden explicar recurriendo, entre otros factores, a las enfermedades mentales, y la protagonista del último capítulo se comporta de forma extraña debido al estrés sufrido tras haber perdido a su marido en la Gran Guerra.

No quiero dar demasiados detalles para no hacer spoiler por si la queréis ver, pero en los últimos minutos del filme hay una serie de saltos narrativos magistrales, de cuatro siglos hacia delante y hacia atrás, en los que se hace un paralelismo entre ambas épocas y queda de manifiesto que la situación ha mejorado mucho pero aún hay camino por recorrer, con supersticiones aún vigentes como la lectura del porvenir en las cartas o en la bola de cristal… Y casi cien años después, en 2020, el problema sigue sin resolver, y el pensamiento mágico campa a sus anchas. Parece mentira que hace un siglo este cineasta ya tuviera una mentalidad tan moderna y que sin embargo hoy en día queden todavía muchos con una forma de pensar tan anticuada.


Fotograma de la película muda Häxan con una mujer histérica encendiendo cerillas en la cama


Pero hay lugar para la esperanza… Al final de la película se hace referencia en concreto a la histeria femenina como motivo de estigmatización. Picado por la curiosidad, me he documentado un poco más acerca de este problema y he descubierto que a principios del S.XX la etiqueta de histérica, aun siendo bastante mejor que la de bruja, seguía incluyendo un componente irracional y de incomprensión: el nombre histeria deriva de la palabra griega para útero, ya que incluso los antiguos filósofos y médicos como Platón o Hipócrates consideraban que se debía al movimiento del útero por el interior del cuerpo de la mujer, causando cambios de humor y comportamientos extraños cuando subía hasta el pecho.

En el S.II Galeno afirmó que esta dolencia era propia de mujeres especialmente pasionales privadas de sexo, y durante tiempos medievales y renacentistas la prescripción médica era el coito para las casadas y el matrimonio para las solteras… También desde antiguo hasta incluso entrado el S.XX otro de los posibles remedios era un masaje vaginal por parte de una comadrona o del propio médico, para que la paciente liberase tensiones… Vamos, una historia que si me la cuentan no me la creo.

Con Sigmund Freud y la aparición del psicoanálisis fue quedando poco a poco en desuso el diagnóstico de histeria, por considerarse algo demasiado vago y general, además de centrado a mala idea casi exclusivamente en el género femenino… Y con el transcurso de las décadas incluso el psicoanálisis ha pasado a considerarse una pseudociencia, siendo desbancado por otras alternativas actuales de eficacia científicamente probada, tales como la terapia cognitivo-conductual. Así que ya veis que la cosa sigue mejorando paulatinamente… Como decía aquel, hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad. La semana que viene nos metemos ya hasta el cuello en el barro del Pensamiento Racional y las pseudociencias: espero que no faltéis a la cita.


Poster de la coproducción sueco-danesa muda de 1922 Häxan

lunes, 4 de mayo de 2020

Postales desde Atenas (II)


Como os prometí, aquí tenéis el resto de mis fotos tomadas en Atenas hace un par de veranos (reseñas turísticas incluidas), junto con una breve explicación de las impresiones que me causó la visita. Mi hotel estaba en la calle Mitropoleos, muy céntrico como de costumbre, a mitad de camino entre la plaza de la Catedral ortodoxa y la plaza Syntagma… El espacio de la ducha era minúsculo incluso para mí que soy delgado, pero por lo demás la habitación era cómoda y tranquila. Siendo agosto ya supuse que haría bastante calor, así que había planeado mis visitas para ver los monumentos al descubierto (las Ágoras, Keramikós…) a primera hora de la mañana, y los museos y lugares cerrados a mediodía. También me resultó de gran ayuda para moverme por el eje este-oeste del centro el mercadillo de Monastiraki, en el que los toldos y pulverizadores y los aires acondicionados que rebosaban del interior de las tiendas a las estrechas callejuelas te aliviaban de las altas temperaturas. La zona turística era más o menos del mismo tamaño que la de Roma y en principio, sobre el papel, accesible a pie, pero a la hora de la verdad había muchas cuestas y colinas, con lo que después de más de doce horas andando cada día acababa agotado, con verdadero dolor en las piernas por la noche… Entre el cansancio y el calor, llegar al hotel y darse una ducha fresca al final de la jornada era gloria bendita.

Atenas me pareció una ciudad de grandes contrastes, con una zona turística muy cuidada y áreas con mucho encanto como Plaka y Anafiotika, y luego barrios menos céntricos como Omonia o Metaxourgeio, bastante sucios, con malos olores, y con gente sin hogar y drogadictos sentados por las aceras. En la zona de Exarchia, un barrio autogestionado lleno de activistas de izquierdas sentados en los portales y en los bares, había que ir también con un poco de cuidado, sobre todo con las fotos, para no dar lugar a equívocos por el tema de las identificaciones por parte de la policía secreta. En los límites del barrio había un par de autobuses blindados enormes de la policía, llenos de agentes super-mazados, listos para actuar si surgía algún problema… Yo tuve la suerte de no coincidir con ninguna manifestación estando allí, pero parece ser que en Atenas, cuando se monta, se monta gorda de verdad.

La zona más bonita también tenía sus pegas, en concreto las aglomeraciones de gente. Para ver la Acrópolis con tranquilidad y sin todos los turistas de los cruceros el truco era llegar a primera hora de la mañana, a eso de las ocho. Alguna amiga me ha elogiado por WhatsApp, después de ver la primera entrega, mi gran habilidad para “borrar” a los turistas del encuadre… Por cierto: altamente recomendable el Museo de la Acrópolis, construido a propósito a los pies de la colina para que el British Museum les devuelva los mármoles del Partenón, expoliados sin reparos por Lord Elgin hace un par de siglos.

Es verdad que hasta ahora he nombrado algunas cosas malas, pero la Belleza de la zona más céntrica compensa con creces el tener que aguantar el calor, o evitar a los drogadictos y los cruceristas. Además de los fabulosos monumentos y jardines o de las calles con encanto de Plaka recuerdo por ejemplo las preciosas puestas de Sol desde el Areópago o desde el monumento a Filopapos, amenizadas por el sonido de los tambores tocados al ritmo por una docena de músicos espontáneos, en el Paseo Histórico entre las dos colinas… Nombrar el Sol me recuerda también la impresión que me causó, al sobrevolar la extensísima ciudad, la miríada de paneles solares instalados en los tejados de las casas, reflejando la luz del mediodía como las estrellas de la Vía Láctea…

Por las calles se ven colgadas muchas banderas nacionales, y bastante gente lleva prendas a rayas blancas y azules. Hay un alto porcentaje de griegos religiosos, que se santiguan al pasar por delante de las iglesias. Muchos oriundos de la ciudad suelen llevar entre los dedos una especie de rosarios grandes que voltean una y otra vez, con una finalidad que aun hoy se me escapa… Hay muchos gatos en las calles, y en general muchos animales: palomas, periquitos y hasta tortugas de tierra sueltas por el césped del Ágora o por Keramikós. En algunas zonas menos céntricas los nombres de las calles están solo en alfabeto griego, lo que hace bastante difícil orientarse (sobre todo por las vocales, que al menos para mí son más difíciles de identificar). Y en varios puntos encontré mucho y muy buen arte urbano, aunque hablaré de él y os enseñaré fotos más adelante.

Relacionando este viaje más directamente con el tema del Pensamiento Científico y Racional (espero poder empezar con él la semana que viene), he de reconocer que sentí una emoción especial en el Museo Arqueológico Nacional, contemplando a una distancia de apenas unos centímetros los fragmentos originales del Mecanismo de Antikitera, una sofisticadísima calculadora astronómica de hace nada menos que 2100 años… Y también sentí un cosquilleo en el estómago recorriendo el Liceo de Aristóteles: actualmente no queda mucho de él, apenas se entrevén los cimientos de algunos muros y las trazas de la palestra donde los jóvenes practicaban la lucha, pero usando un poco la imaginación es emocionante pensar que hace veintitrés siglos y medio Aristóteles se paseaba discutiendo con sus discípulos exactamente por ese mismo sitio… Es una lástima que seguramente este verano, con el tema de la Pandemia, no pueda realizar ningún viaje como es debido; me consuela saber que muy probablemente el año que viene (y gracias a la Ciencia y a las vacunas) sí podré hacerlo de nuevo.


Vista de la Acrópolis de Atenas desde la colina del Areópago



Escultura funeraria en el Primer Cementerio de Atenas



Palomas junto a un estanque con peces de colores en los Jardines Nacionales de Atenas



Fachada y escaleras de acceso a la Biblioteca Nacional de Atenas



Zona de Technopolis en la ciudad de Atenas a la puesta de Sol



Restaurantes climatizados en el barrio de Monastiraki de Atenas



Detalle de los Propileos en la Acrópolis de Atenas



Interior de la Iglesia de la Santa Trinidad en el Pireo



Arcos del Odeón de Herodes Ático ocultos tras la arboleda en la ladera sur de la Acrópolis de Atenas



Las columnas de las Cariátides junto al Erecteion, en la Acrópolis de Atenas



Réplicas de los mármoles del Partenón en el Museo de la Acrópolis de Atenas, con el propio Partenón al fondo de la imagen



Ceremonia del cambio de guardia en la Plaza Syntagma de Atenas



Estatua de Atenea Promacos en el jardín de la Academia de Atenas



Detalle de una casa en el barrio de Anafiotika de Atenas



Vista del monumento a Filopapos en la colina del mismo nombre, con la ciudad de Atenas y el Mar de fondo


martes, 28 de abril de 2020

Postales desde Atenas (I)


Y donde dije digo, digo Diego… Ya sé, ya sé que os comenté (dos o tres veces) que hoy empezaría con mi serie de entradas sobre Escepticismo y Pensamiento Crítico, pero la sobrecarga de teletrabajo que estoy recibiendo estos días es brutal, y no me ha dado tiempo a preparar casi nada. Lo siento mucho, pero prefiero publicar unos contenidos de calidad y en condiciones, aunque me lleve un par de semanas más… Como alternativa, mientras sigo trabajando en ello, he pensado en colgar algunas fotos que fuesen realmente buenas, para no dejaros mal sabor de boca, así que me he puesto a averiguar qué entrega tocaba de mis postales enviadas desde las grandes capitales europeas…

La última entrada de este tipo apareció en el blog hace prácticamente un año, con la selección de las fotos que saqué en mi viaje a Florencia y sus alrededores en verano de 2016. Tal vez recordaréis que en 2017 no hubo viaje porque me dediqué a la mudanza… Y ¿dónde fui en verano de 2018? Pues precisamente a Atenas, cuya zona turística todavía conserva todo el sabor de la Grecia Clásica, la cuna del Pensamiento Racional… Así que, sin habérmelo propuesto, la alternativa que os ofrezco hoy está en cierto modo relacionada con el tema del Escepticismo (el que no se consuela es porque no quiere). De hecho, la palabra “escéptico” viene del griego “skeptikós”, que incluye la raíz correspondiente a “mirar” y significa algo así como “el que observa sin afirmar” (es decir, sin emitir un juicio apresurado).

Voy a colgar la selección en dos partes con quince fotos cada una. En esta ocasión los títulos de las imágenes llevan a enlaces de información turística sobre cada uno de los lugares fotografiados… La próxima semana colgaré el resto de imágenes y las acompañaré de un breve texto relatando las impresiones que me dejó mi visita a la capital griega… Por ahora podéis observar las primeras fotos y, si os apetece, emitir en los comentarios un juicio sobre ellas (apresurado o reposado, lo que vuestra agenda buenamente os permita).


Vista de Atenas con el Monte Licabeto al fondo



Odeón de Herodes Ático en la Acrópolis de Atenas



Columnas del Partenón en Atenas



Bustos de mármol del Museo Arqueológico Nacional de Atenas



Puesta de sol tras el Observatorio y la iglesia de Santa Marina de Atenas



Templo de Hefesto del Ágora Antigua de Atenas



Yates de lujo atracados en el Pireo de Atenas



Pequeña iglesia de San Eleuterio junto a la Catedral de Atenas



Templo de Atenea Niké en la Acrópolis de Atenas



Gatos junto a la puerta trasera de un restaurante en el barrio de Plaka en Atenas



Excavación arqueológica bajo el Museo de la Acrópolis en Atenas



Academia de Atenas con la Universidad y la Biblioteca Nacional al fondo



Puesto de instrumentos y objetos decorativos en el Mercado Central de Atenas



Paseo Histórico de Atenas a su paso por la ladera sur de la Acrópolis



Bandera griega ondeando al viento en el espolón Este de la Acrópolis de Atenas


lunes, 20 de abril de 2020

Pandemonium (IV)


Para empezar con buen pie esta cuarta entrega sobre el Coronavirus intentemos ver la parte positiva de la situación… En estas últimas semanas, desde que vuelan menos aviones (creo que en algún momento llegaron a ser el 3 ó 6% de los habituales en España), las emisiones de CO2 y la contaminación han descendido bastante tanto aquí como en el resto del Mundo. Supongo que ahora mismo se estarán recogiendo datos muy interesantes con respecto a la influencia del Hombre en el cambio climático… También está habiendo menos accidentes de tráfico, lógicamente. Y los animales están recuperando algunos espacios que antes pertenecían a los humanos, generando estampas adorables o divertidas y también otras algo más inquientantes, todo sea dicho, como la de las palomas hambrientas acosando a una anciana solitaria por las calles de Benidorm.


Caballos salvajes paseando por las calles desiertas de Reno, Nevada


La semana pasada hablamos de cómo algunos se han tomado el confinamiento demasiado a la tremenda cuando en realidad no es para tanto. Durante estos últimos treinta años de capitalismo, sin grandes conflictos en el Mundo Occidental, nos habíamos acostumbrado a vivir demasiado bien… A lo de “bien” le podéis poner todas las comillas que queráis y dependerá de cada persona, lo sé, pero es verdad que en general nos hemos acomodado a depender de demasiadas chorradas y lujos superfluos, con los ojos cerrados a lo que ocurre en el Tercer Mundo. En otros países, por ejemplo de África, esta incertidumbre que estamos sufriendo es el pan suyo de cada día, y a veces ni eso, con regiones sin agua potable y azotadas por otras enfermedades, hambre y conflictos armados constantes; pero desde aquí arriba miramos para otro lado de forma bastante hipócrita. Históricamente hablando nuestros últimos treinta años no suelen ser lo normal, habíamos tenido bastante suerte hasta ahora. A toda generación le toca vivir algún mal momento y este es el nuestro; y si no, que se lo digan a los supervivientes de la Guerra Civil Española, de los que hablamos hace poco…

En resumen, cuanto más amplio es tu punto de vista y más sabes de Historia o de la situación mundial menos grave te parece el confinamiento. Hay quien dice que hace dos meses éramos felices y no lo sabíamos; yo digo que incluso ahora somos felices en comparación con otros lugares y otras épocas, pero no nos damos cuenta… Así que aprovecha el tiempo libre que tengas estos días para conversar con tus seres queridos si los tienes en casa (o por teléfono o videoconferencia si no los tienes), para ver documentales interesantes en la tele o aprender algo nuevo y relevante, para crear arte o para leer un buen libro o ver una buena película.


Fotograma de la película El Hoyo sobre el reparto desigual de la comida


Vivimos en un mundo globalizado, para bien y para mal. Todo está conectado, y a no ser que escapemos a una isla remota o un rincón del desierto todo nos afecta a todos, no solo en lo referente a los virus sino también a las migraciones humanas, el reparto de alimentos, el cambio climático, el despilfarro de energía… Nuestras acciones individuales tienen consecuencias a largo plazo y a nivel global, y por tanto dichas acciones no deberían regirse por el “Yo-Más-Ahora” sino por el “Todos-Mejor-Siempre”, tomando decisiones bien informadas… Como dice mi amigo José Blanca, que está bastante bien informado y tiene muy buen criterio: no tenemos derecho a comida para todos, sino a repartir equitativamente la comida que hay, pero si no recurrimos a los cultivos transgénicos en el futuro podría no haber suficiente para 10.000 millones de personas… Y no tenemos derecho a estar sanos, sino a repartir los recursos sanitarios disponibles, pero permanecer sanos es algo que nos tenemos que ganar, algo por lo que hay que esforzarse, sacrificando otros gastos para invertir en Investigación y Sanidad.

Hay mucha gente incívica y egoísta, malcriada y perezosa, que cree que tiene todos los derechos y ninguna responsabilidad, y que puede hacer lo que le venga en gana en todo momento sin pensar en los demás. No se dan cuenta de la Realidad hasta que esta les pega una bofetada en la cara (Y algunos ni por esas: en el caso del Coronavirus, gente insolidaria que ignora las recomendaciones y se salta las normas del confinamiento). Muchos de los que ahora están histéricos por la pandemia son los que hace dos meses se tosían en la mano, dudaban de la eficacia de las vacunas o ignoraban que un antibiótico no sirve para vencer a un virus. Y del mismo modo gente que ahora está en contra de los transgénicos se quejará cuando falte comida, gente que no recicla se sorprenderá cuando lleguen los conflictos internacionales por el agotamiento de recursos, gente que enciende el aire acondicionado a tope sin ser necesario se indignará y exigirá responsabilidades a otros cuando la subida del nivel del Mar inunde su chalet de la playa… Y ni siquiera entonces verán (o querrán ver) la conexión entre una cosa y la otra.


Tres chimpancés tapándose la boca, los ojos y los oídos


A pesar de que la semana pasada me metí con los programas de noticias y los especiales informativos, es verdad que, aparte de alguna estupidez que otra, también contribuyen a difundir la información importante… Pero no me resisto a hablaros de un programa de La Vida Moderna que vi hace poco y que me impactó por lo relevante de su contenido. En la recta final del programa Ignatius, Broncano y Quequé se pusieron serios y comentaron tres cosas con mucho sentido: Primero, no somos conscientes de los problemas hasta que nos afectan en primera persona, no escuchamos el consejo de los que los han sufrido antes, no hacemos caso a lo que está escrito en los grandes libros ni al mensaje de las grandes películas; solo se mira a los científicos cuando la amenaza está a las puertas, no se sabe prever a largo plazo.

Segundo: el capitalismo y el consumismo salvaje son una vía equivocada, hay que dejar de hacer tantas cosas a lo loco y sin pensar, hay que aprender a tener menos experiencias pero saborearlas más, y comprender lo importantes que son una buena Sanidad pública y la inversión pública en Investigación. Tercero: por mucho que se nos llene la boca ahora diciendo que hemos aprendido la lección, es probable que después de pasar la crisis sanitaria y económica no cambie absolutamente nada, y si cambia algo será mucho menos de lo que creemos… ¡No aprendemos! Como ya os digo, estas tres observaciones me parecieron todas muy acertadas; a ver si va a ser cierto que a veces es el bufón de la corte el que dice al Rey las verdades como puños a la cara… Este programa fue titulado, creo que de forma muy apropiada, Lo Esencial.


Ignatius Farray confinado en su bajo durante la grabación de La Vida Moderna


Estas últimas semanas yo he estado en todo momento tranquilo; tal vez algo molesto, pero no asustado… Molesto, digo, porque el estilo de vida que ha generado este problema es diametralmente opuesto al mío: llevo años estornudándome en el codo e incluso a veces sugiriendo a la gente que lo haga (¿a que ya no os parece un detalle tan impertinente?), y no me da por viajar a otro continente en cuanto tengo tres días de vacaciones, con el consiguiente riesgo de propagar un virus… Y también estoy tranquilo porque el verdadero problema ya lo teníamos, como habéis podido leer esta semana y la anterior, desde hace muchos años, no solo desde mediados de marzo. Cuando te esfuerzas por saber un poco de todo, cuando tu punto de vista de la Realidad es algo más amplio de lo habitual, estas situaciones nuevas no te pillan tan de improviso, te adaptas mejor, eres más resiliente. La gente que tenía memorizado su discurso vital antes de la crisis, la gente que pensaba como vivía y no al contrario, actuando primero por impulso y justificando a posteriori sus acciones con retórica, se siente perdida y descolocada cuando la cruda Realidad le desmonta el discurso, poniendo de manifiesto su incoherencia.


Ilustración de Álex Gross sobre el consumismo y la estupidez actuales


Hay que hacer un esfuerzo por ver otra consecuencia positiva de esta pandemia: en realidad es una cura de humildad, nos pone los pies en la tierra. Hay muchos que creen que somos el centro del Universo y no lo somos; episodios como este son los que nos quitan la venda de los ojos y nos hacen comprender que no somos invulnerables, que tenemos que ser cuidadosos a la hora de tomar decisiones tanto a nivel individual como colectivo, pensando no solo en nosotros mismos sino también en los demás y en la Naturaleza. Pero ¿conseguiremos aprender la lección a medio y largo plazo, o seremos tan idiotas como para no quedarnos con la copla y seguir cometiendo los mismos errores?

No deis nada por sentado: os recuerdo que hace un mes y pico en España alguien pensó (en un principio, aunque luego le enmendaron la plana) que ir a la peluquería a ponerse guapo era un servicio de primera necesidad. Y hace dos meses se realizó una encuesta a casi mil bebedores de cerveza estadounidenses y el 38% afirmó que ya no comprarían cerveza Corona para evitar el contagio… Francamente hay que estar tarado para hacer una asociación tan estúpida como esa, aunque con el presidente que tienen no me extraña en absoluto. Y luego están los que quieren abrazarse y besarse con todo el mundo desde el primer día tras el fin del confinamiento, como si hubiese un interruptor con dos posiciones, ON y OFF, y Pedro Sánchez hubiese apagado el virus por arte de magia… ¡Cuando llegue el día haced el favor de guardar la distancia de seguridad en la medida de lo posible, salvo con vuestros seres más queridos!


Varias botellas de cerveza Corona en la barra de un bar


Llegando ya a las conclusiones finales, tal vez deberíamos preguntarnos si la verdadera pandemia es el virus o la estupidez, porque no hay nada más peligroso que un ignorante que no sabe que lo es, un ignorante orgulloso de serlo. En cuanto a la supuesta tortura insoportable del aislamiento, saber que hay tanta gente que no se para a pensar ni dos segundos en las cosas a mí me hace sentir más solo que la propia cuarentena, la verdad… Y mucho peor que un estúpido es una mala persona, alguien que perjudica a los demás con conocimiento de causa; no me voy a meter a analizar el tema de los bulos que corren por Internet, ni las actitudes de algunos políticos, sobre todo de la oposición, porque me daría para otra entrega más.

Esperemos que la memoria colectiva no mute en unos meses, como el virus de la gripe común, y que cale en la conciencia de la sociedad que hay que escuchar a los expertos y no actuar por impulsos. Nuestras decisiones deben estar basadas en el Conocimiento y la Razón, no en dogmas, modas, prejuicios, intereses personales u opiniones sesgadas… Mientras escribía estas últimas dos entregas he llegado al convencimiento de que la mejor opción para la entrada de la semana que viene, a pesar de ser un tema extenso y arduo de preparar, es la de comenzar a hablar de Pensamiento Crítico y Escepticismo… Es mejor hacerlo ahora, en caliente, antes de que la gente se olvide de cuál es la moraleja cuando todo esto pase.


Tres grupos de vecinos en sus balcones, aplaudiendo a las ocho durante el confinamiento