martes, 5 de septiembre de 2017

Amor a Segunda Vista (IV)


Uno de los personajes de la fantástica Pesadilla antes de Navidad era el Doctor Finkelstein, el científico loco de la silla de ruedas que creaba a Sally, la muñeca de trapo de tamaño natural, con fines que no quedan del todo claros en la película… Ante la rebeldía de su criatura y la imposibilidad de mantenerla encerrada y apartada del mundo exterior, el científico tira la toalla con ella y se fabrica al final de la historia otra compañera, una mujer similar a él en aspecto, a la que le trasplanta la mitad de su cerebro… Esto me lleva a intentar responder una de las preguntas que nos quedaban pendientes de hace dos semanas: la de si lo que busco realmente es una persona con una mente igual a la mía pero con cuerpo de mujer. Para algunas cosas es bueno que tu pareja se parezca a ti, pero en otras es preferible que sea algo distinta para que podáis complementaros el uno al otro; de este modo cada uno se puede especializar en las tareas que se le dan mejor y hacerlas por el otro, habiendo una negociación previa para que este intercambio sea equilibrado y justo, además de eficiente.




¿En qué rasgos me gustaría que mi pareja fuese distinta a mí? Por ejemplo, no me importaría que fuese más inteligente que yo, siempre y cuando fuese además buena persona y no me restregase por la cara su superioridad intelectual; de ese modo me serviría como estímulo y me ayudaría a entender los conceptos y detectar los patrones más difíciles para mí. Y desde luego me gustaría que tuviera mejor memoria que yo para los detalles, cosa que no es muy difícil teniendo en cuenta lo despistado que soy. Se me ocurren un par de detalles más que ya comenté de pasada en la primera entrega de esta entrada: por una parte, hay muchas cosas que aprender y sobre las que reflexionar en la Vida, y muy poco tiempo para ello, de forma que si nuestros cuerpos de Conocimiento no se solapasen del todo podríamos ayudarnos mutuamente a crecer desde el punto de vista intelectual. Y estaría bien que ocurriese algo parecido con nuestro bagaje literario, cinematográfico o musical, para poder descubrirnos el uno al otro pequeñas joyitas de las que no estábamos al tanto; a través de sus ojos y sus oídos podría revisitar estas obras como si fuera la primera vez, con una mirada fresca.

Más cosas… Se puede decir que conservo la ilusión de la juventud, pero la mía es algo selectiva. Me explico: cuantas más cosas aprendo, más me gusta este Mundo en que vivimos pero menos un porcentaje importante de la gente que lo habita, que no sabe apreciar su Belleza y dedica todo su tiempo y esfuerzo a chorradas… Me gustaría que mi compañera tuviese algo más de esperanza que yo en cuanto al futuro de nuestra Sociedad, para que me contagiase parte de su optimismo… pero no contándome bonitas mentiras, sino argumentando sus ideas de manera razonada. No me importaría que fuese un poco más aficionada al ejercicio físico que yo (recalco: solo un poco); hacerlo en pareja me resultaría más entretenido, y además estar en plena forma para el sexo sería una buena motivación para de paso mantenerme más sano y tonificado. En resumen, estaría bien cualquier ligera diferencia que me animase a mejorar yo mismo, bien en lo físico o en lo intelectual.




Antes hablábamos del cerebro del Doctor Finkelstein, lo cual me permite enlazar con otro de los detalles en los que he reparado escribiendo la entrada. La primera entrega estaba más ligada con lo intelectual, lógico y analítico; la segunda, con lo creativo, intuitivo y emocional; y la tercera, con lo social, físico y fisiológico. La conclusión es, por lo tanto, que me encantaría encontrar una mujer que me cautive en mente, alma y cuerpo, es decir, que conecte conmigo intelectualmente, emocionalmente y físicamente. Aunque en los últimos años se ha puesto seriamente en duda que esta división de tareas sea tan clara, siempre se ha relacionado el hemisferio cerebral izquierdo con nuestra parte racional y el derecho con la creativa, mientras que la parte interna, la más primitiva, heredada de nuestros ancestros los reptiles y protomamíferos, tiene más que ver con las pulsiones, los instintos y la reproducción… Lo que nos permite reformular la conclusión anterior en términos neurofisiológicos: lo que quiero es encontrar una mujer que estimule todas las partes de mi cerebro.




¿Todas por igual? Recordemos que la lista de las características más importantes a la que llegamos hace una semana era: buena, inteligente, compatible, estable y divertida (en cuanto a la mente), añadiendo las de guapa y sana (en cuanto al cuerpo). Para simplificar, supongamos que estos dos últimos rasgos ocupan los puestos 6 y 7 por orden de importancia, aunque alguno de ellos, o ambos, podrían pasar por delante del de divertida. ¿Cuál sería una posible manera de usar este sistema para decidir si una mujer me conviene o no, o incluso para comparar a dos conocidas y saber cuál me conviene más? En primer lugar, hay que dejar claro que la respuesta en cada una de estas siete categorías no es binaria, no es un Sí o un No, sino que hay distintos grados; podríamos asignar a cada una un número entre 0 y 10, por ejemplo.

Para calcular la valoración total de esa persona (vuelvo a recalcar que esto serviría también para hombres) multiplicaríamos cada valoración individual por un factor corrector (o factor de peso) que sería siempre más alto para los primeros rasgos de la lista y algo más bajo para los últimos; y después sumaríamos los siete números resultantes. Tenemos así descrita a esa persona con un solo número, pero ojo, en este caso no se trata de algo ofensivo y denigrante porque no se limita exclusivamente al aspecto físico, sino que intenta tener en cuenta todas sus cualidades… Tampoco podemos decir que vaya a ser una fórmula infalible, porque la forma de ser de una persona es difícil de describir científicamente, y en cada caso particular pueden surgir detalles subjetivos que nos hagan modificar nuestros factores de peso hasta el punto de cambiar el orden de las siete características; pero supongo que esta burda aproximación será mejor que nada.




Sigamos hablando de las relaciones que hay entre la Belleza interior y la apariencia física. Ya comentamos en una ocasión que es alucinante la gran cantidad de mujeres atractivas a las que te gustaría conocer mejor cuando las ves por la calle y sin embargo el bajísimo porcentaje de ellas con las que te gustaría convivir una vez las has conocido bien. Es como si la mayoría de las guapas se hubieran acostumbrado a que todos les hagan caso y se hubieran vuelto unas engreídas, o como si hubieran empleado todo su tiempo en estar atractivas en lugar de aprender cosas de más provecho y hacerse más inteligentes. Haciendo un símil laboral, muchas pasan la primera criba pero después de todas las pruebas y entrevistas de trabajo parece que no haya casi ninguna apropiada para el puesto… ¡Es tan fácil tener buena pinta por fuera (sobre todo cuando eres joven) y sin embargo tan difícil ser íntegra, compatible e interesante por dentro! Y las guapas que además lo son, como dije la semana pasada, ya están todas emparejadas.

Decía Henrik Ibsen, dramaturgo y poeta noruego, que la Belleza es el acuerdo entre continente y contenido. ¿Quiere esto decir que las únicas mujeres con auténtica Belleza son las que combinan buenas cualidades interiores con un gran atractivo físico? En mi opinión, esas desde luego tienen Belleza con mayúscula, pero no son las únicas; desarrollemos esta idea. Con las chicas menos despampanantes ocurre, no siempre pero sí más a menudo, que cuando llegas a conocerlas mejor descubres que son menos superficiales, menos presumidas y menos centradas en ellas mismas. También comentamos una vez en el blog que hay mujeres que a primera vista resultan del montón pero te van pareciendo físicamente más guapas a medida que las vas conociendo y descubres otros detalles que te gustan de ellas. La percepción subjetiva que se tiene del aspecto físico de una persona depende en gran medida de las cualidades no visibles de la misma; es decir, la Belleza interior modifica el atractivo exterior percibido. De hecho, a muchas de mis amigas las saludo llamándolas Guapa no solo porque sean atractivas, que bastantes de ellas lo son, sino porque además son Guapas por dentro, porque tienen cualidades interiores que aumentan su Belleza: de ahí la mayúscula de Guapa, que utilizo a menudo al empezar o acabar un e-mail o un SMS (podéis ir a los mensajes antiguos de vuestros buzones y comprobarlo, chicas).




¿Cómo se puede maximizar esta influencia de la Belleza interior en la apariencia externa, cómo lograr que tu cara sea el espejo de tu alma si no eres especialmente guapa? La clave está en saber aceptarte como eres y no sentirte insegura por tu aspecto, en entender precisamente que tu verdadero atractivo está por dentro, que radica en tu manera de ser, de pensar, de hablar y de actuar. Una mujer buena e inteligente por dentro pero cuya expresión facial y corporal indiquen que está acomplejada por su aspecto tendrá una Belleza interior que tal vez solo unos pocos empiecen a detectar al cabo de un tiempo… Una mujer buena e inteligente que por fuera se sienta tranquila y orgullosa de serlo dejará traslucir su Belleza interior de manera mucho más patente, aunque su cara o su cuerpo no sean los de una modelo. La clave está en no obsesionarte tratando de aparentar lo que no eres, en aceptarte a ti misma y mostrar abiertamente tu atractivo interior; en no preocuparte de lo que piense la gente superficial que te cruces por la calle, sino de lo que pienses tú misma y los amigos que te conocen bien y te valoran tal y como eres… Bajo esta perspectiva, la máxima de Henrik Ibsen se podría reinterpretar diciendo que las mujeres que son hermosas por dentro y que además lo exteriorizan por fuera, con la expresión de su cara y la seguridad de sus movimientos (la famosa energía firme y tranquila) también son un ejemplo de compatibilidad entre continente y contenido, entre forma y fondo, y por tanto también poseen verdadera Belleza.

Mientras lo externo puede decaer o desaparecer con el Tiempo, la Belleza interior puede mantenerse, con suerte, durante toda la Vida, siendo la clave para una relación bonita, fructífera y duradera. Por eso, a la hora de decidir con quién compartiría el resto de mi Vida, prefiero las personas interesantes a largo plazo y no solo en el primer vistazo… Y de igual forma espero que funcione en el sentido inverso: me gustaría que la mujer que me escogiese como compañero lo hiciera pensando en mi software y no en mi hardware (cosa por otra parte relativamente lógica en mi caso, al menos mientras no haga públicas mis medidas íntimas, que no están nada mal… pero eso ya es otro tema, no nos desviemos).




Como ya os comentaba en la anterior entrega, tardé muchos años en encontrarme a mí mismo, y por eso ahora me resulta más difícil encontrar pareja. Conocer a alguien cuesta mucho más que simplemente echar un vistazo y llevarse una primera impresión: por eso los que intentamos hacerlo bien nos comemos muchas menos roscas que los demás, lo cual nos priva de algunos placeres a corto plazo pero creo que es mejor en promedio a largo plazo, tanto a nivel de estrés como de autoestima. Espero encontrar algún día a una mujer con una gran Belleza interior cuyos matices hayan pasado desapercibidos para el resto de la gente, y que a la vez sepa percibir mi propia Belleza interior hasta el punto de llegar a parecerle un hombre realmente atractivo también por fuera: una de las mejores cosas que te pueden pasar en la Vida es que ames a alguien y ese amor se vea correspondido. Soy paciente en mi búsqueda porque sé que estas cosas requieren su tiempo si te propones hacerlas bien; me viene a la cabeza esa expresión de lograr tu objetivo “a base de pico y pala”, es decir, con esfuerzo y perseverancia. Sé que al final lo conseguiré, aunque tarde años, igual que Andy Dufresne en la prisión de Shawshank, cavando un túnel de escape tras el póster de Rita Hayworth con su pequeño martillo de gemas.



lunes, 28 de agosto de 2017

Amor a Segunda Vista (III)


Terminamos hoy la lista de características que me gustan en la forma de ser de una mujer, centrándonos en los rasgos y hábitos que tienen que ver más con las relaciones sociales, el estado de salud, la forma física y el aspecto externo. Por ejemplo, me gustaría que mi pareja no fuese ni muy derrochadora ni excesivamente consumista, y que prefiriese lo práctico y lo útil antes que lo caro y exclusivo; que comprendiese que a partir de un cierto punto cuantas más cosas se tienen menos libre se es y más agobiado se vive, y que supiera apreciar los placeres sencillos que realmente le dan sabor a la Vida. En cuanto a sus ideas políticas, me gustaría que prefiriese la cooperación antes que la competencia y el bienestar común antes que el individual, por lo que debería ser una persona más bien de izquierdas.




Mi pareja perfecta será una mujer auténtica, que piense por sí misma y que en el campo de las ideas no se deje llevar por las modas pasajeras… Respecto a esto, os quiero hablar brevemente de dos casos en los que más gente de lo razonable ha llevado una determinada postura ideológica al extremo, transformándola casi en obsesión. En primer lugar tenemos el tema del feminismo, que entendido desde la moderación es perfectamente lógico y razonable pero que últimamente se ha salido un poco de madre. Me asombra que, habiendo tratado toda mi vida a las mujeres como iguales que son, algunas de mis conocidas hagan de vez en cuando una burda generalización y den por sentado con sus comentarios que la Vida es una competición entre hombres y mujeres en la que ellos siempre tienen ventaja pero ellas siempre tienen razón, haciéndome sentir incómodo por supuestas actitudes que yo en particular nunca he tenido… Repito que me parece muy bien que se defienda la igualdad; lo que me molesta es que últimamente parece que no se habla de otra cosa, y hay gente que se ofende a la mínima de cambio sin demasiados motivos para ello.

Tampoco me gustaría que mi pareja fuese una vegetariana militante, de esas que se pasan el día restregándote por la cara que eres cómplice en el cruel asesinato de animalitos inocentes… Sé que la producción de carne roja consume mucha agua y recursos y produce muchas emisiones de metano a la atmósfera, y por tanto me parece bien que una persona quiera reducir la cantidad que consume o incluso sustituirla totalmente por otros alimentos con nutrientes equivalentes, pero siempre y cuando no lo convierta en el centro de su Vida, anulando para ello otras facetas de su personalidad y taladrándole la cabeza a todo el mundo siempre que tenga ocasión… Yo estoy a favor de la Vida en todas sus formas pero también entiendo que durante los últimos dos millones de años hemos formado parte de una cadena alimentaria que funciona bastante bien… De hecho, ya os conté una vez que a nivel evolutivo nuestro cerebro se hizo más grande en parte gracias a que empezamos a comer más carne, así que me parece bien seguir haciéndolo (minimizando en la medida de lo posible, eso sí, el sufrimiento de los animales). De chorradas como negarse a tomar miel o beber leche ya ni hablo… En resumen, tanto en este tema como en el anterior hay que saber diferenciar la postura legítima de cada uno del postureo puro y duro; no quiero compartir el resto de mi Vida con alguien que más que una persona sea un cliché.




Ya que hablamos de alimentación, me gustan las mujeres que se cuidan en temas de salud, que llevan una dieta sana y equilibrada, que no toman alcohol o lo hacen con moderación y sobre todo que no fuman. Sin embargo, no considero muy inteligentes a las que se preocupan demasiado por detalles superficiales o puramente estéticos; me repatean por ejemplo las personas constantemente obsesionadas con su propia edad, temerosas de envejecer incluso desde los veinte años, o que prejuzgan a los demás en función de su fecha de nacimiento, sin siquiera detenerse a conocerlos un poco mejor.

Normalmente en este mismo paquete de obsesiones y prejuicios entran los relacionados con el aspecto externo: no me gustan las mujeres excesivamente centradas en su físico, más pendientes de estar guapas de cara a los demás que de disfrutar sus propias aficiones y vivir su propia Vida, perdiendo el tiempo en retocarse por fuera en lugar de cultivarse por dentro… Con esto no quiero decir que es mejor que vayan hechas un desastre, sino que me atraen más las que alcanzan el punto justo de equilibrio y consiguen sacarse partido y estar atractivas sin perder mucho rato, empleando el tiempo ahorrado en cosas más interesantes… Y si además han sido bendecidas por la genética con algo de Belleza externa natural, pues mejor que mejor. En relación con esto, ya dediqué una entrada entera en el blog para quejarme de las mujeres que escogen a sus parejas, amigos o empleados en función de lo guapos que son, así que no me extenderé más aquí, pero recordad que en el pecado llevan la penitencia.

Rizando el rizo, tendríamos el tipo de mujer que no solo se arregla en exceso, sino que después antepone su aspecto a las muestras de cariño con su pareja, y por ejemplo no quiere darle un beso porque se ha pintado los labios… Afortunadamente, no trato con muchas chicas tan superficiales como para hacer esto, y espero que siga siendo así; yo considero las muestras de cariño y el sexo como algo fantástico, sano y divertido que debería suponer una parte importante de una relación, y espero que mi pareja opine lo mismo (un requisito más a añadir en la lista).




Detengámonos un poco más en el tema de la edad y relacionémoslo con lo que decíamos en la anterior entrega. ¿Qué es exactamente lo que me gusta de las mujeres más jóvenes? No creo que sea la fertilidad, porque aún no estoy muy seguro de querer tener hijos (otro día hablamos de ello). ¿Es su Belleza externa o su salud? Son características deseables, desde luego, pero ambas disminuirán con el paso del Tiempo. Decíamos la semana pasada que lo realmente interesante es su libertad, su inocencia, su alegría de vivir, pero ¡cuidado! Estas son cosas que hay que cuidar, porque podrían desaparecer también con el transcurso de los años.

En esta sociedad del culto a la imagen, de las primeras impresiones, de las prisas por actuar y la pereza intelectual, se producen fenómenos de retroalimentación (o, por emplear un término menos técnico, aborregamiento) por los cuales cada generación parece más obsesionada con la edad y la apariencia que la anterior, mientras que la inteligencia se pasa por alto cada vez más. La mayoría de las mujeres (y hombres) jóvenes ignoran cuáles son las cosas importantes en la Vida, les falta experiencia; todavía tienen que sufrir muchas desilusiones y cometer muchos errores, y solo una fracción de ellas llegará a darse cuenta de cómo funcionan las cosas realmente. Sin embargo, las que aprendan a cultivar su inteligencia y a mantener intacta al menos una parte de su ilusión de juventud comprenderán que con un poco de esfuerzo estos rasgos no solo no decaen con los años, sino que pueden mejorar con la edad.

Lamentablemente, como digo, estos casos afortunados no abundan en las generaciones más jóvenes, o al menos esa es la impresión que yo tengo con lo que observo a mi alrededor. Arriesgándome a hacer una de esas generalizaciones que tan poco me gustan, no creo que vaya a enamorarme, gracias a su manera de ser, ninguna mujer más joven de 35 ó 30 años; me resultarán físicamente atractivas, desde luego, pero dudo mucho que me cautiven a todos los niveles después de intimar un poco más. Creo que si conociese a una mujer mayor que yo que fuese realmente libre, alegre y divertida, que no se hubiera vuelto una snob y una estirada, ni tampoco una persona amargada y desencantada, o llena de inseguridades, me enamoraría de ella independientemente de su edad; creo que supondría una apuesta mucho más segura que una jovencita, porque a esas alturas sería poco probable que cambiase a peor en este sentido.




Por lo tanto, intentando resumir todo lo dicho estas tres semanas, para que una mujer fuese mi pareja ideal debería ser una persona inteligente, culta, intelectualmente curiosa, con buen dominio del lenguaje, con gustos y aficiones en común, divertida, sensible, comprensiva y amable, honesta, sincera, responsable, generosa pero modesta, sin complejos ni miedos, estable emocionalmente, independiente, poco consumista, políticamente de izquierdas, que no se dejara llevar por las modas, de costumbres sanas y que no estuviera obsesionada con la apariencia externa… Esto explica por qué otro de los títulos que había barajado inicialmente para esta entrada era “Mi Novia no es de este Mundo”… Por supuesto, sé que nadie puede cumplir todas las condiciones simultáneamente; no soy tan exigente, y hasta creo que algunas de ellas serían difíciles de compatibilizar entre sí… Pero cuantas más se cumplan, pues mejor: la lista no es más que el objetivo ideal al cual tender.

En el texto he aportado más detalles referentes a mis gustos particulares, pero estaréis de acuerdo conmigo en que la lista en sí no es rara en absoluto, muchos podrían identificarse con ella… Creo que el orden de preferencia sí sería un elemento más diferenciador entre unas personas y otras, así que voy a intentar seleccionar los rasgos más importantes, y ver si esta síntesis de la síntesis se parece a la clasificación que utilizaba en mi juventud (inteligente, simpática y compatible, dejando aparte lo de guapa)… Desde luego, el rasgo de inteligente es muy importante, porque además creo que engloba a algunos otros de la lista. Con tal de que mi pareja fuese inteligente, no me importaría tanto que no fuera especialmente culta o que no tuviese demasiada curiosidad por aprender cosas nuevas cada día. Lo de hablar y escribir bien sí lo considero algo más importante, aunque no tanto como la inteligencia (supongo que la elocuencia entraría dentro de la inteligencia lingüística, diferente a la inteligencia a secas, que sería la de tipo lógico). En cuanto a los gustos y aficiones en común (lo equivalente a compatible), sí considero que son imprescindibles para que la relación vaya bien.




La categoría que en mi juventud solía llamar simpática aparece aquí con más matices: por un lado correspondería a amable y comprensiva y por otro, aunque con importancia algo menor, a divertida. Un conjunto de rasgos en el que entrarían honesta, sincera, responsable o generosa se podría resumir diciendo que mi pareja tiene que ser buena persona, y esto sí es muy importante; de hecho, supongo que de joven también tuve esto en consideración, aunque no apareciese explícitamente en mi lista, o tal vez consideraba que estaba incluido en el rasgo de simpática. Las características de sensible o de independiente son algo más peliagudas, como ya hemos comentado, así que las dejamos fuera de la selección final.

Un rasgo importante que no estaba en el sistema de clasificación de mi juventud es el de emocionalmente estable, que englobaría también el de sin complejos ni miedos. La salud física, aunque no entra propiamente en el terreno de la personalidad, es importante también, pero creo que no tanto como la salud mental que he mencionado antes; estas dos son características que no se tienen en cuenta en la adolescencia porque se dan por sentadas, pero a medida que vas creciendo y te vas llevando algún susto y algún disgusto en tus relaciones, vas aprendiendo a valorarlas más. En cuanto a rasgos del ámbito social como poco consumista, poco superficial, de izquierdas o inmune a las modas, creo que no es necesario incluirlas en la selección final porque si las características son buenas a nivel individual y se trata de una chica inteligente, su calidad humana será buena también en el campo de las relaciones con los demás, como consecuencia lógica.




Por consiguiente, me atrevo a proponer una lista final de los cinco rasgos de personalidad más relevantes en mi opinión, ordenados de más a menos importante: buena, inteligente, compatible, estable y divertida. A estos se les puede añadir dos rasgos adicionales que están más relacionados con el cuerpo que con la mente: guapa y sana. Lo que en mi juventud eran 3+1 características ahora son 5+2, con lo que se trata de una descripción algo menos simplista y espero que algo más acertada… Lo más interesante es que he llegado a esta conclusión a medida que iba escribiendo la entrada, después de hacer algo de introspección y de ordenar y elaborar mis notas; previamente no tenía ni idea de cuál iba a ser el resultado. Esta es una de las razones por las que el blog es tan importante para mí: me ayuda a poner en claro mis ideas, a convertir en palabras lo que solo eran sensaciones borrosas dentro de mi cabeza.

La búsqueda de pareja es una tarea difícil: hay mucha gente que se pasa la Vida vagando sin rumbo aparente y abriendo puertas al azar, comprometiéndose con cualquier persona que parece mínimamente aceptable y fracasando una y otra vez, o incluso aceptando uno de esos fracasos para siempre… Llegar a conocerte bien a ti mismo y averiguar cuáles de las cualidades positivas de una mujer (o de un hombre) son las prioritarias para que resulte compatible contigo cuesta años y años… El problema si te tomas tu tiempo puede ser que cuando ya lo tengas claro sea demasiado tarde porque todas las mujeres con dichas cualidades cerca de tu rango de edad hayan escogido ya a otros hombres; sabes exactamente qué puertas abrir, pero descubres que ya no hay nadie esperando al otro lado. Algunos de estos hombres, precisamente por haber sido escogidos “con prisas”, en la juventud o en la primera madurez, no serán los apropiados, llegando a su fin la relación, así que aún conservo la esperanza de poder representar una maravillosa segunda oportunidad para una mujer también maravillosa; aún sigo soñando despierto… La semana que viene, en la última entrega, seguiremos extrayendo más conclusiones acerca de todo esto.



lunes, 21 de agosto de 2017

Amor a Segunda Vista (II)


En la primera entrega de este repaso a las características de mi pareja ideal nos centramos en el ámbito de lo lógico, analítico e intelectual, y vimos que debía ser inteligente, culta, curiosa intelectualmente hablando, con buen dominio del lenguaje y con gustos y aficiones en común conmigo (¡Casi ná!). En la segunda entrega nos centraremos más en lo creativo, intuitivo y emocional (aunque ya os advertí que esta división en partes puede ser algo laxa)… Por ejemplo, me encanta en una mujer que sea divertida e ingeniosa y que tenga sentido del humor, que capte al vuelo mis comentarios irónicos y que sepa seguirme las bromas. Incluso, si tiene gracia para ello, me gusta que haga un poco el payaso en algunas ocasiones, imitando voces y montando un poco de espectáculo, aunque eso pueda avergonzarme en presencia de desconocidos; tengo un par de amigas que lo hacen muy bien y que saben cuándo es el momento para hacerlo y hasta dónde pueden llegar, cosa que les da muchos puntos a mis ojos… En esta misma línea, ya os comenté una vez que Kristen Wiig me parece muy sexy precisamente porque es una de las mejores humoristas que conozco; se nota que lo lleva en la sangre, que ha nacido para ello.




También me gustan las mujeres sensibles, que expresan abiertamente sus sentimientos y que no han perdido la capacidad de emocionarse con los pequeños detalles de la Vida… Sé que más adelante en esta misma entrega diré que me gustan las mujeres de carácter fuerte, lo cual podría parecer incompatible con tener una sensibilidad especial, pero no lo es: se trata de alcanzar el equilibrio adecuado entre ambas cosas, y además no debemos confundir sensibilidad con sensiblería… Sin duda me parece otro punto a favor de una mujer el que sepa canalizar esta sensibilidad por la vía artística, que sea creativa por ejemplo en el campo de la Literatura y la Poesía, o en el de la Música, o mejor aún, en ambos… Ya os he comentado en alguna ocasión que tanto mi pareja más duradera como varias de las mujeres que me han marcado a fuego en mi historia sentimental tocaban un instrumento musical o cantaban muy bien.

Reflexionemos un poco: si una mujer es divertida lo es porque no ha perdido las ganas de jugar y bromear de la infancia, y si es sensible lo es porque conserva parte de la inocencia e ilusión de su juventud… Por tanto, creo que lo que me gusta (a mí y seguro que a muchos otros hombres) es una mujer que no se haya dejado anular por los convencionalismos de la sociedad actual… Tal vez esta libertad, espontaneidad y alegría de vivir son las razones por las que a muchos nos atraen las mujeres más jóvenes, y no solo el hecho de que sean físicamente más atractivas a primera vista… Las chicas jóvenes también tienen sus desventajas una vez las conoces mejor, pero de esto seguramente hablaremos la semana que viene.




Espero que mi pareja sea una persona amable, empática y comprensiva, que encuentre siempre las palabras adecuadas para animarme cuando lo necesite; que sepa escuchar y a la que pueda confesarle hasta mis detalles más íntimos de manera natural, sin sentirme avergonzado por ello… Que sea alguien que me ayude a ver las cosas bajo un ángulo diferente, y que en las ocasiones en las que no comparta mis puntos de vista al menos los entienda, y esté abierta a un diálogo razonado en el que tanto ella como yo podamos ceder si es necesario, cambiando de opinión y acercándonos a la postura del otro… A un nivel más físico, me encantaría que fuese una persona cariñosa, no solo en cuanto a los besos, caricias y abrazos en pareja, sino también con pequeños detalles como el de tocar con la mano el brazo de sus amigos, como para reforzar así el vínculo de amistad… De la lista de ocho que vimos en su día, todo esto tiene relación con la inteligencia interpersonal de Howard Gardner. 

Mi pareja ideal tendrá un sentido de la Justicia similar al mío, y preferirá el “Todos-Mejor-Siempre” antes que el “Yo-Más-Ahora”. Será una persona honesta, con principios, sin contradicción entre sus pensamientos, sus palabras y sus actos, y coherente consigo misma a cada uno de estos tres niveles, sin dejarse afectar por la presión social. Me viene a la cabeza una buena definición de lo que es una persona íntegra, que ya hemos usado antes en el blog: se comportará en público como si estuviera sola y en solitario como si la estuvieran viendo todos… Y no solo valorará la Coherencia, sino también la Verdad, con lo que será una persona sincera, que evitará mentir a menos que sea por el bien común.




También están relacionadas con la Coherencia las virtudes de ser responsable y organizada. Para mí es vital saber que puedo confiar en su palabra, y que cuando se comprometa a algo se esforzará en hacerlo lo mejor posible. A veces este margen de confianza se refleja en detalles tan triviales como el de poder o no concretar una cita con esa persona con más de dos días de antelación, o el hecho de que llegue o no puntual a la cita: esto puede darte algunas pistas acerca de su forma de ser a nivel general, e incluso acerca de cómo responderá ante una situación de emergencia, que será cuando más necesites confiar en ella.

Casi más importante que ser responsable y trabajadora es ser una mujer atenta y generosa, siempre pendiente de ayudar a los demás, y por lo general sin pedir nada a cambio. Se trata de personas muy modestas, a las que no les gusta ser el centro de atención; hacen las cosas no por el reconocimiento, sino sencillamente porque es lo correcto… Responsable, generosa y modesta son, curiosamente, tres rasgos que no abundan por ahí, pero que cuando aparecen lo suelen hacer juntos en una misma mujer, y cuando eso ocurre estamos ante alguien al que hay que cuidar muy bien, porque gente como ellas hay muy poca. Hasta donde yo recuerdo, tengo cuatro amigas con estas características, cada una de un entorno social distinto, y a las cuatro las adoro y haría lo que fuese por ellas. María José, Esperanza, Blanca y Violeta: supongo que si leéis esto os va a dar bastante vergüenza, pero me apetece mencionar vuestros nombres precisamente porque sé que vosotras, por humildad, nunca os pondríais las medallas que os merecéis… Os mando un abrazo muy fuerte a las cuatro y quiero que sepáis que este Mundo es un lugar más hermoso porque vosotras lo ilumináis con vuestra luz interior.




Antes decía que me gustan las mujeres con cierta sensibilidad, que no se hayan vuelto egoístas, aburridas y superficiales con el paso de los años… Tampoco me gustan las que van excesivamente estresadas, las que creen que darán sentido a su Vida realizando frenéticamente mil actividades cada día sin pararse a saborearlas, aburriéndose de todas sus aficiones al poco de haberlas adoptado y siempre planificando futuros viajes y excursiones… A algunas de estas mujeres, que hablan más que piensan y que creen huir de la rutina cuando realmente están huyendo de ellas mismas, se las puede reconocer a veces en un primer vistazo porque se muerden mucho las uñas, o porque fuman para combatir el estrés… Yo entiendo que cada cual tiene sus propios traumas del Pasado, y que en algunos casos esa vocecita de tu subconsciente que te dice cosas que no te gustan es más difícil de acallar que en otros, pero a ser posible me gustaría evitar que mi compañera sentimental fuera uno de estos casos.

Del mismo modo que intento evitar a las mujeres superficiales y a las hiperactivas, tampoco me gustan las miedosas que necesitan echar tres cerrojos a la puerta antes de irse a dormir, o que prefieren dar un largo rodeo antes que cruzar una calle cuya pinta no acaba de gustarles (esto me ha ocurrido un par de veces con amigas en el túnel de la Gran Vía Germanías, que llevo cruzando años sin que me haya pasado nunca nada). Para mí es importante que mi pareja no tenga miedos ni complejos, que sea una persona segura de sí misma y refuerce así mi propia sensación de seguridad (aunque ya voy bien servido); alguien con las ideas claras que tenga el control de su propia Vida y que haga siempre que las cosas parezcan fáciles… Este tipo de Belleza interior, esta estabilidad emocional, se manifiesta a veces en el exterior a través de la cara, con una expresión tranquila y relajada y ausencia total de tensión en los músculos de los ojos y la boca; y también a través de la postura corporal, la manera de andar, el tono de voz al hablar y otros muchos detalles imperceptibles a no ser que hagas un esfuerzo consciente por detectarlos… Creo que ya lo he comentado alguna vez antes: esto es lo que César Millán, el Encantador de Perros, llama “Energía firme y tranquila” (pero aplicado a las personas, no me entendáis mal).




Una de las facetas en las que no tengo tan claro lo que quiero es en lo relativo al nivel de independencia en la pareja… Recuerdo que con mi ex tuve muchos momentos, viviendo separados, en los que la echaba de menos y pensaba que sus estudios y su trabajo monopolizaban gran parte de su tiempo; y sin embargo cuando empezamos a compartir piso me ocurrió al revés, a veces tenía la impresión de que me ahogaba, de que necesitaba más espacio (posiblemente porque en lo referente a las rutinas diarias no éramos muy compatibles)… Supongo que con mi pareja ideal sería cuestión de alcanzar el punto justo de equilibrio entre ambos extremos, aunque tengo claro que no me gustaría una persona excesivamente dependiente de mí ni tampoco excesivamente dominante (ni una que necesitara tener un perro o un gato para no sentirse sola). Prefiero una mujer independiente, a la que le guste estar conmigo pero que también necesite momentos para ella misma… Hay que aprender a estar solo y quererse a uno mismo para poder estar bien después en pareja. En este sentido, soy partidario de vivir inicialmente en pisos separados e ir tanteando de manera gradual si somos realmente compatibles para vivir juntos.

Y lo dejo aquí por hoy… Nos falta enumerar algunas características más y desarrollar las conclusiones, tratando de responder a varias preguntas: ¿Qué relación hay entre la Belleza física y la Belleza interior, y cuál es la importancia relativa de ambas? ¿Estaré buscando en realidad a una versión de mí mismo con cuerpo de mujer, o hay algún rasgo mío que no quiero que tenga mi pareja? De todas las características de la lista, ¿con cuántas me conformaría y cuáles son más importantes a la hora de escoger compañera? Y por último, y más importante: ¿A estas alturas, y tal y como está el patio, estoy realmente en situación de escoger, o debería simplemente conformarme con alguien a quien le guste yo, aunque no sea la mujer perfecta? La semana que viene seguimos hablando de ello.