En anteriores entradas del blog os he comentado que, aunque en muchos
aspectos de la vida prefiero la sencillez, en el campo musical sí me gusta
complicarme un poco más. Ya hablamos en su día de aumentar la complejidad de
los acordes
o de la correspondencia entre el bajo y la melodía,
y hoy y la semana que viene veremos algunos ejemplos de cómo complicar la base
rítmica de un tema para hacerlo más interesante y atractivo, aunque a veces
hagan falta repetidas escuchas hasta pillarle el tranquillo. Se trata de una
selección basada por completo en mis gustos personales, con un total de diez
canciones con compases extraños
y cambios de ritmo complicados que me han llamado la atención a lo largo de los
años… Veamos las cinco primeras.
Here Comes the Sun – The
Beatles: Empezamos esta entrada como acabamos la anterior, con una canción
compuesta por George Harrison, incluida en este caso en el disco Abbey Road de 1969.
Harrison se vio muy influido a finales de los sesenta por la música tradicional
hindú al conocer a Ravi Shankar, virtuoso
del sitar y posteriormente padre (en la distancia) de Norah Jones. Los patrones rítmicos de esta tradición musical son
endiabladamente complejos, pudiendo llegar a tener los compases hasta ciento
ocho tiempos; esto, junto con el uso de escalas microtonales de hasta cuarenta
y tres notas distintas, hace que los músicos indios encuentren la música
occidental realmente simple y aburrida… Volviendo a la canción, recuerdo un fragmento
de Living in the Material World,
el documental de
Martin Scorsese sobre Harrison, en el que Ringo Starr
hablaba de lo mucho que le había costado al principio pillar el ritmo de la famosa secuencia de 3+3+3+3+4
golpes… Otros ejemplos de canciones en las que los Beatles experimentan con el
compás son Strawberry Fields, We Can Work It Out o Happiness is a Warm Gun.
Surprise! You’re Dead! – Faith
No More: Tema de su primer gran éxito, The Real Thing, álbum de 1989. Ya hemos
comentado en otras ocasiones que Faith No More no es easy listening, y en este
caso el compás no es una excepción: el solo (que empieza en 1:33) tiene una
estructura realmente compleja, con bloques de 6+5 golpes muy rápidos, y hacia
el final del mismo la cosa se complica aún más… Inicialmente no me gustaba esta
canción, porque ni siquiera alcanzaba a comprender el patrón rítmico de las
estrofas; y eso que en principio es bastante sencillo, pero el carácter
sincopado del riff de guitarra y el ritmo de tresillos realizado por el charles
y los platos de la batería me confundían, y no me dejaban ver con claridad
dónde se tenían que colocar los golpes fuertes (el inicio de los compases, por
decirlo de otra manera) para darle algún sentido al flujo de sonido… Pensemos
en lo que ocurre con una pieza de Jazz: cuando la escuchas más veces y empiezas
a comprender que sí hay unas reglas subyacentes,
aunque sean más complicadas de lo habitual, la disfrutas más también; esto es
lo que me pasó a mí con el tiempo, en el caso de esta canción. Por lo general,
todo aquello que es difícil y requiere esfuerzo sólo pasa a gustarte cuando empiezas
a entenderlo y dominarlo, y en ese momento la satisfacción que te proporciona
es mucho mayor que con las cosas fáciles; podría aquí hacerse perfectamente un
paralelismo con la Ciencia o las Matemáticas,
por poner un ejemplo de tantos posibles.
Turn It On Again – Genesis: Siendo
como eran progresivos a tope, no es de extrañar que los Genesis
usaran combinaciones raras de ritmos en sus temas, sobre todo en las primeras
épocas. Esta canción, aun perteneciendo ya a la transición hacia su fase más
convencional de los ochenta (el álbum Duke es de 1980 exactamente), sigue
siendo un ejemplo de ello… En este caso en las estrofas aparecen combinaciones
de un compás de seis por cuatro y otro con un golpe extra, de siete por cuatro,
haciendo bloques con un total de trece tiempos (o trece negras). Y hay otros
momentos de la canción (por ejemplo en 1:12) incluso más difíciles de explicar,
llenos de lo que parecen medios tiempos (corcheas) sueltos, puestos ahí, a
contrapelo en mitad del resto: sería una mezcla de compases
de 5/8, 6/8, 4/4, 5/4… una auténtica locura.
Everything in its Right Place – Radiohead: Tema
que abre Kid A, el cuarto álbum de estudio del grupo, del año 2000. Aparte de
ser armónicamente muy complejo y disonante, con extraños sampleados de la voz
de Thom Yorke y multitud de capas sonoras, rítmicamente hablando presenta bloques
de 4+4+2 golpes, resultando un compás de diez por cuatro. En la parte que
comienza en 1:15, la de “ayer me desperté chupando un limón”
(os juro que es lo que dice la letra, no me lo invento), se mantiene la
estructura de diez tiempos pero con una distribución distinta de los golpes
fuertes dentro de la misma, tan difícil que no he logrado desentrañarla en el rato
del que disponía… De los Radiohead se puede citar también aquí Pyramid Song,
incluida en el álbum Amnesiac, que tengo menos oída pero que al parecer ha
generado activos foros de debate en la Red para intentar ponerse de acuerdo, entre otras cosas, en cuál es el compás o
secuencia de compases que utiliza.
Spoonman – Soundgarden: La
quinta de las canciones seleccionadas para hoy pertenece al estupendo disco
Superunknown, de 1994. Empieza con
el riff de guitarra, que se podría describir como una sucesión de 2+2+2+1
negras, haciendo un compás de 7 tiempos, o siete por cuatro. En 0:19 llega la primera
estrofa, con una estructura de 2+2+1+2+1+2+2+2+1 negras: un complejo bloque de
15 tiempos en total, que se repite otra vez. Tras una breve transición llegamos
al estribillo, en 0:44, con un ritmo más convencional de cuatro por cuatro, y
luego de vuelta a los compases extraños… Es este contraste entre las partes
fáciles y difíciles de seguir lo que hace que el tema resulte tan interesante y
deje poso en la memoria. En el mismo álbum (que es el que yo más he oído) se
pueden nombrar, entre otras, My Wave, con un compás de cinco tiempos, o The Day
I Tried to Live, con interesantes bloques de 4+3+4+4 golpes. Un último detalle curioso:
aunque Kim Thayil,
el guitarra de Soundgarden, nació en Seattle, sus padres eran inmigrantes de la
región de Kerala en India. ¿Coincidencia?
No lo creo… La próxima semana escucharemos el resto de temas de esta selección
y nos deleitaremos con la sabiduría de Juan Perro, que de ritmos perdidos y
reencontrados sabe un rato largo.