Me he dado cuenta de que hace ya bastantes meses que no cuelgo una nueva entrega de mis fotografías de Arte Urbano en Valencia,
así que, sin más preámbulos, pisemos el acelerador
y vayamos directamente a las fotos.
lunes, 1 de junio de 2015
lunes, 25 de mayo de 2015
Decíamos Ayer…
Fray Luis de León,
poeta, humanista, religioso y profesor en la Universidad de Salamanca en el
S.XVI, pasó (debido a envidias y rencillas entre profesores y entre órdenes
religiosas) cinco años apartado de sus tareas, en cárceles y en juicios con la
Inquisición, siendo finalmente absuelto y volviendo a su labor académica.
Cuenta la leyenda que el primer día de clase después de estos cinco años lo
comenzó con las palabras “Dicebamus hesterna die…”, o lo que es lo mismo,
“Decíamos ayer…”, como si no hubiera pasado el Tiempo desde la lección anterior.
Cuatro siglos después y en la misma Universidad, el filósofo, poeta y novelista
Miguel de Unamuno utilizó la misma
expresión que el fraile agustino, como si nada hubiese sucedido, tras siete
años de exilio forzoso en Fuerteventura y París durante la dictadura de Primo
de Rivera.
¿Qué tienen que ver Fray Luis de León y Unamuno con Faith No More,
la banda de funk metal (por decir algo) de San Francisco? Enseguida lo
averiguaréis… Hace unos días, cuando me dispuse a preparar la entrada de esta
semana, pensé que estaría bien escribir algo sobre Música, y me acordé de Faith
No More y de la gran diversidad de estilos musicales que abarcan en sus discos,
e incluso la diversidad de elementos sonoros, cada uno de su padre y de su
madre, que mezclan a veces dentro de una misma canción. De modo que decidí
colgar aquí una selección de temas del grupo, uno de cada álbum, que perteneciesen
a estilos lo más variados posibles. Imaginad cuál fue mi sorpresa cuando, al
buscar un par de datos al respecto en Internet, me enteré de que habían sacado
nuevo disco justo tres días antes… Ya no había excusa para cambiar la temática;
desde luego, hay veces que las entradas del blog se escriben prácticamente
solas.
A pesar de que el grupo existía desde 1979, Faith No More publicaron su
primer disco, We Care A Lot, en
1985. Por aquel entonces la formación era la siguiente: Billy Gould al bajo,
Mike Bordin a la batería, Roddy Bottum a los teclados, Jim Martin a la guitarra
y Chuck Mosley como vocalista. Tanto este primer trabajo como el segundo,
Introduce Yourself, de 1987, son
menos conocidos y a mí personalmente me parecen menos atractivos desde el punto
de vista sonoro, aunque tienen algunas canciones que no están mal. Entre el
segundo disco y el siguiente, y debido a su falta de profesionalidad (entre
otros ejemplos, se quedó dormido en el escenario durante la fiesta de
presentación del Introduce Yourself), Chuck Mosley fue sustituido por Mike
Patton, también vocalista de Mr. Bungle.
Ya con Patton, en 1989, sacaron The Real Thing,
que fue el álbum que les catapultó a la fama. Este tercer disco me parece mucho
más interesante que los anteriores, y en él ya dan muestras de la mezcla de
estilos e influencias que les caracteriza… pero lo mejor aún estaba por llegar.
En 1992 publican Angel Dust,
del que ya hemos hablado antes en el blog (más concretamente, del tema Land of Sunshine).
Es un disco arriesgado y poco comercial que tuvo muy buenas críticas, y que a
mí inicialmente me pareció demasiado tenebroso y deprimente (tal vez cuando lo
escuché por primera vez era más joven e impresionable), pero que actualmente me
parece de los mejores del grupo… Sin embargo, mis álbumes favoritos son los dos
siguientes. King for a Day… Fool for a Lifetime
salió en 1995, y también hemos hablado de él en el blog;
para cuando salió al mercado, Jim Martin había dejado Faith No More por
desavenencias respecto a la evolución del sonido del grupo, y desde entonces le
han sucedido distintos guitarristas, siendo el actual Jon Hudson. Al estupendo
King for a Day le sigue el también fantástico Album of the Year
en 1997. En estos dos trabajos Faith No More siguen en su línea, que consiste
básicamente en hacer lo que les apetece sin preocuparles que se vendan más o
menos discos. Son álbumes menos oscuros que el Angel Dust, con la misma mala
leche en las letras, también muy originales y ricos desde el punto de vista
estilístico y llenos de auténticos temazos.
Faith No More se disgregó en 1998 para que algunos de sus miembros pudieran
centrarse en sus proyectos musicales a nivel individual, y no se volvió a
reunir hasta 2009. Desde esta especie de reinicio del grupo
han tocado de vez en cuando en festivales aquí y allá, pero no se habían
propuesto grabar nuevos temas en estudio hasta que el año pasado anunciaron la
posibilidad de un séptimo álbum. El nuevo disco se llama Sol Invictus
y salió a la venta el 19 de mayo de 2015; es el primero desde 1997, lo que haciendo
cuentas quiere decir que alguien que hubiera nacido con Album of the Year, el
disco anterior, podría haber votado ayer en las elecciones.
Como ya he dicho antes, también es coincidencia que no saquen disco en
dieciocho años y que a mí se me ocurra, sin saberlo, escribir sobre ellos justo
tres días después de la salida de Sol Invictus… ¡Qué cosas!
Como para Unamuno o Luis de León, el Tiempo no ha pasado para Faith No
More: siguen siendo una panda de golfos que hacen lo que les da la gana. Hay
que tener valor para sacar un primer single que se llame Motherfucker
(Google ni siquiera te deja buscarlo correctamente escrito, así que olvídate de
que lo pongan por la radio), para tocar disfrazados de sacerdotes o para llevar
a los conciertos a un tío con atuendo sadomasoquista a modo de mascota… Los
miembros del grupo describen el disco, que ha tenido buenas críticas, como más oscuro
y gótico que los anteriores. Yo por ahora lo he escuchado sólo una vez, y me ha
gustado bastante, pero no voy a opinar todavía en detalle porque los trabajos
de Faith No More no son easy-listening: hay que oírlos varias veces y dejar que
se asienten las sensaciones en la cabeza. De lo que podéis estar seguros es de
que siguen siendo tan auténticos e inclasificables como siempre; salvando las
preferencias personales que cada uno pueda tener, los cuatro discos que habían
sacado hasta ahora con Mike Patton eran todos muy buenos, y éste entra en la
misma categoría sin desmerecer un ápice.
Para terminar, un último apunte: documentándome para la entrada me ha
llamado la atención que los primeros pasos de adolescencia de Faith No More por
los garitos de San Francisco coincidieran en el Tiempo con los estrenos de Mad
Max y su secuela Mad Max: Road Warrior, y que el primer disco de estudio del
grupo, con Chuck Mosley a la voz, saliera el año del estreno de Mad Max: Beyond
Thunderdome. Por aquel entonces el director australiano George Miller era ya cuarentón,
pero ha tenido que esperar otros treinta años para poder ver estrenada la
cuarta entrega de la saga. Precisamente fui a ver Mad Max: Fury Road también hace un par de días, casi
al mismo tiempo de oír Sol Invictus, y me encantó, me dejó literalmente sin
aliento y con la boca abierta. George Miller tendrá setenta ahora mismo, pero
desde luego no le pesan los años…
Os puedo asegurar que tanto Miller como los Faith No More están todos en plena forma.
lunes, 18 de mayo de 2015
Una Noche en el Museo
Cada 18 de mayo (este año cae precisamente hoy lunes) se celebra el Día Internacional de los Museos, y
la noche del sábado al domingo más próxima al 18 se celebra la Noche Europea de
los Museos. Esto me hizo pensar hace poco que, a pesar de ser una de las
etiquetas del blog, había por ahora muy pocas entradas sobre museos en La
Belleza y el Tiempo, y que la celebración de este fin de semana era la mejor
manera de remediar ese error. Así que me puse a buscar información al respecto
en Internet, información que por cierto era escasa y difícil de localizar.
Después de descartar opciones como el Museo de Historia de Valencia, el MuVIM o
el Palacio del Marqués de Dos Aguas (bien por no ofrecer actividades
especialmente interesantes o diferentes de lo habitual o bien por encontrarse
demasiado lejos del centro) me tracé un itinerario que incluía al menos tres
paradas distintas.
Por otra parte, hacía ya dos o tres semanas que me notaba la libido
un poco más activa de lo habitual… No sé si es por el estrés, debido a que en mi
trabajo estos meses son especialmente ajetreados, o por la proximidad del caloret del verano, que a las chicas les
altera la longitud de las faldas y pantalones y a mí en consecuencia me altera
un poco la cabeza. De modo que decidí incorporar este elemento a la noche del sábado y hacer un experimento
sociológico: fijarme, además de en las exposiciones, en el público asistente
para ver qué perfil de visitante hay en cada sitio y, con un poco de suerte,
localizar entre la gente a alguna conocida mía de otros ámbitos con la que poder
entablar conversación para conocerla mejor.
Tengo varias amigas muy majas que posiblemente vendrían conmigo si se lo
pidiera, pero algunas de ellas ya tienen pareja y otras son compatibles conmigo
en este aspecto pero no tanto en otros, así que por esta vez decidí empezar la
noche estando solo. Por otra parte, hace tiempo que deseché la idea de ligar
así, de golpe y a ciegas,
con desconocidas, ya sea en un museo o en ningún otro sitio, así que la
posibilidad de acabar la noche acompañado dependía de la suerte de encontrarme
o no a gente conocida a lo largo de la velada… Como os podéis imaginar, el
margen de éxito era realmente pequeño, pero cosas más raras se han visto; y la
posibilidad, por remota que sea, de descubrir cuáles de tus amistades del sexo
femenino son verdaderas amantes del Conocimiento bien vale la pena.
Es sábado y son las diez menos cuarto de la noche. Comienzo mi periplo
museístico en el Centro Cultural Bancaja.
La exposición del primer piso es una colección de grabados de pequeño tamaño de
Picasso, y los múltiples (y muy explícitos,
si bien poco realistas) desnudos de mujer
que contienen las obras no me ayudan precisamente a centrar las ideas; se me
está subiendo aún más el caloret a la cabeza. Los bocetos de Sorolla para sus
cuadros de la Hispanic Society, en el segundo piso, me gustan bastante más
desde el punto de vista estético, aparte de que la naturaleza más recatada de
las pinturas junto con el frío glacial en las salas para su conservación hacen
que se me baje un poco el caloret.
Aparte de las obras, observo también a la gente de forma disimulada. Lo
primero que noto es que los vigilantes de los museos
valencianos están cada vez más pendientes del Whatsapp y menos de hacer bien su
trabajo. Me doy cuenta también de que hay mucha menos gente de la que me esperaba,
no sé si por la deficiente publicidad o por la falta de interés de los
valencianos por la Cultura. En la parte positiva, está claro que este sitio resulta
de lo más cool dentro del circuito de museos, porque el porcentaje de chicas
atractivas y con pinta interesante es relativamente elevado, pero eso sí, van casi
todas con pareja, y en principio ninguna me resulta familiar. En la exposición
de Picasso me cruzo primero con un amigo de mis padres, muy asiduo de los
museos y actividades culturales de la ciudad, y después con un conocido mío que
también ha decidido venir solo (le recuerdo únicamente de un par de ocasiones,
pero parece que tiene bastantes ganas de hablar con alguien, así que me quedo
un rato conversando con él). En la exposición de arriba, entre bocetos de Sorolla,
me encuentro a dos amigos; hace relativamente poco tanto él como ella tenían
pareja, pero me da la impresión de que ahora se han emparejado el uno con la
otra, así que mejor no entro en detalles, por si acaso… ¡Parece que esto va
bien! A ver si me sigo topando con gente conocida…
Me doy un paseo cruzando el antiguo cauce del río hasta San Pío V,
y me voy directamente a ver la exposición temporal, muy interesante, sobre la
vida cotidiana en Valencia en torno al año 1750. Está basada en las detalladas notas
que el miembro de la alta burguesía Ignacio Gilabert escribió en su dietario,
referentes principalmente a gastos por compras, reparaciones o celebraciones,
incluyendo también alguna que otra efeméride y cotilleo. Aparecen referencias a
fiestas en las que se tomaba chocolate, así como la primera referencia de la
Historia a la mocadorà
y la primera receta de horchata
conocida. Tal vez por ser más grande, este museo parece más vacío; apenas hay
gente. Veo a unas cuantas chicas jóvenes y guapas en el taller de pintura,
junto al vestíbulo de entrada, pero son todas extranjeras y además no las
conozco. Dentro, en las salas permanentes de la pinacoteca, está prácticamente
solo el grupo de la visita guiada, cuyo sector femenino consiste en un par de
adolescentes y unas cuantas señoras ya mayores. El guía, por otra parte, no es demasiado
bueno explicando, así que decido no quedarme y hago mutis por el foro.
Vuelvo a cruzar el cauce y subo por la calle del Salvador hasta el Almudín,
que alberga la exposición sobre el Santo Cáliz (tenemos pendiente hablar de él
otro día), para comprobar que no está abierta. Poco después descubro que
también están cerrados el Museo de la Almoina
y el Centro del Carmen. En la calle se ve mucha gente de mi edad o un poco más
joven, que es la que más o menos me interesa para mi experimento sociológico:
en la Plaza de la Virgen, en la calle Caballeros, en la Plaza del Carmen… Para
ellos es sólo un sábado más, no tienen ni idea de que hoy es la Noche de los
Museos. Me dirijo hacia el IVAM. De camino tomo algunas fotos de las piezas de
arte urbano más recientes; en este sentido, se puede decir que algunas calles
del casco antiguo son también como un museo, pero al aire libre. Llego a la
explanada del IVAM a las 23:50 y me lo encuentro cerrado, para variar; parece
ser que determinados centros no han participado de la iniciativa europea.
Justo a una manzana de distancia está la entrada de la Beneficencia. El
Museo Etnográfico no celebra actividades, pero el Museo de Prehistoria
ha montado un sarao tremendo y hay un auténtico ambientazo. La exposición
temporal gira en torno al yacimiento arqueológico de La Lloma de Betxí, de unos
4.000 años de antigüedad, en la zona de La Cañada, cerca del río Turia. Consigo
coger turno para la visita guiada de la 1:00, pero me comentan que hay gente
que tendrá que esperar hasta la 1:40… La verdad es que para los trabajadores
del museo debe ser una paliza estar currando hasta esas horas. Me dicen también
que tengo derecho a una consumición gratuita (agua, coca-cola, cerveza…) en la
carpa del patio interior, pero la cola es de unas diez o quince personas y en
el patio hay una fuente de las de chorrito, así que declino amablemente la
invitación y me voy a ver las actividades que se han montado.
Hay talleres muy chulos de cerámica, marfil, obtención de fuego por
fricción, construcción de muros, manejo de un telar… Me llama la atención la
monitora del taller de objetos de esparto, tiene unos rasgos faciales muy
exóticos; no es la típica guapa, pero a mí me resulta muy atractiva, y además
parece simpática y despierta y se maneja bien con los niños. En el lado opuesto
del patio veo unos cuantos paneles de madera con ilustraciones a tamaño real
para que la gente ponga las cabezas en los huecos y se haga fotos en plan familia
prehistórica… Hablando de niños y de familias: hay muchísimos padres con niños,
aproximadamente el 80% de la multitud congregada en el patio.
Muchas de las madres son bastante guapas, y me pasan por la cabeza tres
posibles razones por las que puedan estar aquí ahora: la primera es que a los
padres no les interese la Cultura, ni para ellos mismos ni para sus hijos, pero
necesiten tener a los chavales entretenidos con algo,
sin preocuparles mucho que luego les quede más o menos poso a nivel
intelectual. La segunda (me inclino a pensar que ésta es la más probable) es
que sinceramente quieran que sus hijos aprendan cosas pero consideren que a
ellos mismos ya no les hace falta, que ellos más o menos ya saben todo lo que
necesitan saber. Y la tercera es que hayan venido porque también a ellos les
interesa, lo cual dudo mucho porque no veo aquí demasiadas mujeres atractivas
sin niños; seguramente hace cinco o siete años estas mamás, que todavía no lo
eran, habrían estado tomándose una copa en la calle Caballeros y ni siquiera sabrían lo que es la Beneficencia…
Consolémonos pensando que la cosa podría ser aún peor: al menos han traído a
los niños al museo y no se los han llevado de copas.
Para hacer tiempo hasta la una, me subo un rato a ver la exposición
permanente del primer piso. Sin duda esta parte del museo necesita una
remodelación, porque francamente resulta muy aburrida.
La presentación de los objetos (básicamente una colección interminable de
trozos de hueso y de piedras talladas que parecen casi todas iguales) no invita
a interesarse por el tema, que en sí es apasionante. Hay alguna que otra chica
maja, pero todas con novio, igual que ocurría en Bancaja (mucha niña mona pero
ninguna sola, como decían los de Mecano).
Venir al museo con tu pareja tiene más mérito que venir con tus hijos, porque
con tu pareja sí puedes irte de copas… Y de hecho se nota que tiene más mérito
porque, en comparación con la tropa de mamás de los talleres, en las salas del
museo hay muy poquitas mujeres jóvenes sin hijos. Cuando veas a una chica de
aspecto interesante mirando sola las vitrinas, antes de hacerte ilusiones
espera un par de minutos, porque tarde o temprano aparecerá su maromo, que
estaba algo adelantado o algo atrasado con respecto a ella. Lo he comprobado en
multitud de ocasiones, y es tanto más probable cuanto más atractiva sea la
chica… Como se suele decir: piensa mal y acertarás.
Por fin se hace la hora y entro a la exposición temporal junto con otras
veinte o treinta personas, entre las cuales vuelvo a ver al amigo de mis padres,
abrazado a su mujer mientras escucha la explicación. Parece ser que la casa
prehistórica enterrada en La Lloma de Betxí
sufrió en su día un incendio en el que se hundió el techo, con lo que muchos de
los objetos del interior se conservaron hasta nuestros días, estando algunos de
ellos expuestos en las vitrinas. La presentación es en este caso más amena e
interactiva: en la primera parte van conduciendo la visita dos actores bastante
graciosos que interpretan a los antiguos habitantes de la casa. En la segunda
parte son dos guías, ya con ropa moderna, los que nos hablan de las distintas
campañas de excavación en el yacimiento y los objetos hallados. Este turno de
la visita es en valenciano, pero uno de los guías nos pide disculpas y nos dice
que va a hablar en castellano para no trabarse… Después de más de veinte turnos
seguidos sin parar, es comprensible. Oyéndole se nota que este chico sabe de
qué está hablando, y la visita resulta al final muy interesante, aunque la
media hora se nos hace corta y tenemos que salir porque el grupo siguiente
viene por detrás… Será cuestión de pasarme otro día con más tiempo para verlo
todo más despacio por mi cuenta.
La salida de la exposición da al patio interior, y compruebo que éste se ha
vaciado de niños y padres como por arte de magia y que ya sólo quedan los
monitores, así que aprovecho para entablar conversación con la chica del taller
de esparto y ella me cuenta por encima cómo ha sido el día, cuántas horas
seguidas han trabajado y qué tal ha salido al final la cosa. Me despido agradeciéndoles
a todos el esfuerzo y dándoles la enhorabuena por el resultado, y le deseo a la
chica del esparto que duerma bien, que se lo ha ganado, a lo que ella me
responde con una preciosa sonrisa de oreja a oreja que me termina de enamorar…
Me encanta esta tía. No me extrañaría que el monitor que estaba con ella en la
mesa fuera su novio.
Justo antes de salir a la calle me piden que rellene una encuesta de
satisfacción de la actividad, lo que me pongo a hacer con gusto. Uno de los apartados
me pregunta cómo he venido al museo y me pide que marque la casilla
correspondiente: las opciones que veo son “en pareja”, “con amigos” o “en
familia”… Por un par de segundos me quedo con los ojos como platos y la sangre
a punto de ebullición. ¡No puede ser! ¡No hay opción de venir solo! ¡Como si
aprender fuese lo de menos y la gente sólo necesitase venir en manada cuando ya
no saben de qué hablar con su pareja, con sus amigos o con sus hijos! ¡Como si venir
solo fuese la excepción a la regla, algo propio de bichos raros! Al cabo de estos
dos segundos de estupefacción, miro mejor y me doy cuenta de que mi opción
también está disponible, pero no cabía arriba así que la han puesto en la siguiente
línea… Debe ser sencillamente que son casi las dos de la madrugada y yo, igual
que los guías y los monitores, necesito irme ya a la cama.
Pues nada, lo dejo aquí, que sin darme cuenta me ha vuelto a salir una
entrada más larga que un día sin pan; más adelante os seguiré contando cosas
interesantes sobre los museos de Valencia. La conclusión de la entrada de hoy
ni siquiera yo la tengo muy clara (será el caloret, que no me deja pensar),
pero podríamos decir que es ésta: las búsquedas de pareja y de enriquecimiento
intelectual deberían ir en paralelo; no dejéis que la primera os haga posponer
o renunciar a la segunda. Yo, personalmente, no renuncio a encontrar a alguien con
quien la conexión sea completa, alguien que excite no sólo a mi cuerpo sino también
a mi mente, aunque ya veis que la cosa está difícil… No pierdo la esperanza, y
por supuesto, respecto a la Noche de los Museos, que me quiten lo aprendío;
pero está claro que el marcador final del sábado fue el mismo que de costumbre:
Conocimiento 1 – Afecto 0.
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